Varios. Otros mundos otros soles.

diciembre 29, 2022

Varios, Otros mundos otros soles
Dronte, 1982. 128 páginas.

Incluye los siguientes relatos:

Ray Bradbury, Aquí hay tigres
Fredric Brown, Arena
F.A. Javor, Aguafiestas
Robert Silverberg, Ozymandias
Robert F. Young, Artículo de coleccionista

Un planeta que parece responder a los astronautas que han llegado a él, un combate interestelar que se dirime en un combate en un mundo de arena, una cacería desigual con giro inesperado, un planeta inexplorado que esconde restos de una antigua civilización y un libro de historia con sorpresa.

Mis preferidos Arena que suele aparecer en muchas antologías y que tiene un encanto especial y Ozymandias, cínico y desencantado.

Bueno.

Carson abrió los ojos y se encontró con la vista levantada hacia una
fluctuante oscuridad azul.
Hacía calor, estaba tendido sobre la arena, y una puntiaguda roca
incrustada en la arena se le clavaba en la espalda. Desplazó ligeramente su
cuerpo hacia un lado, lejos de la roca, y después se incorporó hasta sentarse.
“Estoy loco” –pensó-, loco, o muerto, o algo así.” La arena era azul, de
un azul intenso. Y ni en la Tierra ni en ningún otro planeta existía algo parecido
a una arena de color azul intenso.
Arena azul.
Arena azul bajo una cúpula azul que no era el cielo ni una habitación,
sino un espacio limitado. Sabía que era limitado y finito a pesar de no ver su
parte superior.
Cogió un puñado de arena y dejó que se deslizara entre sus dedos.
Cayó encima de su pierna desnuda. ¿Desnuda?
Desnudo. Estaba completamente desnudo; su cuerpo destilaba sudor a
causa del enervante calor, y estaba teñido de azul en los lugares donde la
arena le había tocado.
Pero el resto de su cuerpo era blanco.
Pensó: “Entonces, esta arena es realmente azul. Si sólo pareciera azul
debido a la luz azul, yo también estaría azul. Pero estoy blanco, de modo que
la arena es azul. Arena azul. No hay arena azul. No existe ningún lugar como
éste en el que ahora estoy.
El sudor se le introducía en los ojos.
Hacía calor, más calor que en el infierno. Sólo que, según la creencia
general, el infierno –el infierno de los antiguos- era rojo y no azul.
Pero si aquel lugar no era el infierno, ¿qué era? Sólo Mercurio, entre
todos los planetas, tenía un clima tan caluroso, y aquello no era Mercurio.
Mercurio estaba a unos seis mil millones de kilómetros de…
Entonces se acordó; se acordó de dónde había estado. En el pequeño
vehículo de reconocimiento con capacidad par un solo hombre, explorando a
un millón y medio de kilómetros escasos de donde estaba la Armada Terrestre,
formada en orden de batalla para interceptar a los Intrusos.
Aquel súbito, estridente y desgarrador sonido de la alarma cuando el
vehículo de reconocimiento enemigo –la nave intrusa- había entrado en el
campo de sus detectores…
Nadie sabía quiénes eran los Intrusos, cómo eran, de qué lejana galaxia
procedían, aparte de que estaban en la dirección general de las Pléyades.

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