Veintisiete letras, 2009. 310 páginas. Selección de cuentos de diferentes libros del autor que en ocasiones comparten personajes que se entrecruzan en la trama. Con un lenguaje heredero de Faulkner y Onetti, que aparecen como personajes en uno de los cuentos. Familias venidas a menos, oscuras venganzas y relaciones tormentosas. La solidez de la escritura del autor está fuera de toda duda, pero lo que cuenta -e incluso la organización de cómo lo cuenta- se me han hecho pesadísimas, hasta el punto de tener ganas de abandonar el libro. Me ha costado muchísimo acabarlo por las pocas ganas que tenía de abrir sus páginas. Pero en los dos o tres momentos en los que lo que cuenta está bien dan ganas de aplaudir. La pena es que son momentos muy escasos (dejo muestras) No me ha gustado. -Tranquilo, hermano. No te impacientes -respondió con docilidad Aguilar, el fotógrafo de policiales, se diría que para disimular un poco la borrachera-. Estoy con gripe. ¡Cierto! Y por eso no quiero arriesgar la vida, a no ser que me reemplaces… ¿Podrías? —¿Dónde fue la borrachera? —le pregunté, sonriendo con malicia desde el sofá-. Hasta aquí se huele la marca de whisky que estuviste…
Veintisiete letras, 2010. 164 páginas. Tit. Or. Krasnoe derevo. Trad. Sergio Pitol. Un lujo de libro. Una edición excelente acompañada de una traducción a cargo de un escritor de altura, que también se ocupa del prólogo. Recoge los siguientes relatos: Un cuento sobre cómo se escriben los cuentos La ciudad de Ordynin El milenio Al Viejo Queso de Cheshire Caoba Que van desde la historia de una rusa enamorada de un japonés y las razones de su repatriación de Un cuento sobre cómo se escriben los cuentos a la descripción de la decadencia del antiguo régimen y el saqueo del nuevo en Caoba y relatos como este último provocaron la caída en desgracia del escritor, muerto en un Gulag. Pilniak tiene un estilo muy moderno, de estructura fragmentada y una prosa fresca y limpia bien cuidada por la traducción de Pitol. Se describen grandes historias en breves párrafos. Una delicia. Muy recomendable. Un día, en el cine, el encargado de la Sección de Comercio Interior, un tal Saz, o tal vez Kaz, en estado de absoluta sobriedad tropezó por descuido, sí, únicamente por distracción, con la mujer del presidente del comité ejecutivo. Esta le dijo con desprecio: —¿No sabe que…