AMG editor, 1994. 98 páginas. Segundo premio café Bretón, es una recopilación de artículos, breves ensayos y reflexiones de diversos temas, mucho cine, lecturas, paseos por la ciudad, todo contado con un lenguaje comedido pero con tintes poéticos, un caminante que, como una veleta curiosa, va cambiando de dirección con entusiasmo. La lectura de estos libritos me dejan siempre la misma sensación. No son escritores famosos, no son obras maestras, ni nos pegan un hachazo en el alma ni nos proporcionan epifanías que nos cambian el rumbo de la vida. Son más bien conversar con un amigo tomando una copa de vino. Y eso, para mí, también tiene su encanto. Bueno. ¿Quién el que hizo decir de una prostituta de la época que por lo que a ella se refería cuanto antes viniera mejor? ¿Un miembro loco y oculto de la familia real cuyo nombre y existencia siempre quedó en la sombra, el mismo duque de Clarence -recuerdo los fotogramas de otra película en los que todo el misterio quedaba detrás de una ventana cerrada de un hipotético palacio de Buckingham-, sir William Gull, médico personal de la reina Victoria, un cirujano experto, agentes rusos, extranjeros, artistas necrófilos y maniacos…