Las afueras, 2020. 104 páginas. Tino es un preadolescente que visita a su madre, prácticamente desahuciada, en el hospital, es amigo de otra interna obsesionada con un locutor de radio, su padre malvive con un museo sobre los extraterrestres y descubre poco a poco la pulsión del deseo. Historia de prosa seca y sentimientos subterráneos fascina por la creación de un protagonista del que apenas sabemos nada más allá de sus relaciones con su alrededor, pero cuya soledad nos duele. Muy bueno. Tino volvió a la casa y puso la mesa. A su papá no le gustaba que el televisor estuviera prendido mientras cenaban, así que lo apagó al entrar. Se sentó frente a su plato y siguió leyendo el libro que había traído con él. Mirá, le dijo a Tino después de un rato. Mira, dijo y le señaló una foto en blanco y negro. Del grupo de Pietro Bontempolli, en Italia. Tino observó la serie de fotografías. En el cielo, sobre una arboleda aparecía una mancha blanca. En la siguiente fotografía la mancha se desintegraba, ensanchándose, y su lomo se cubría de otra mancha, un poco más oscura. Enseguida la mancha se volvía negra y solo un breve…
Las afueras, 2020. 136 páginas. La protagonista ha sufrido un caso de abuso por parte de su tío. Se va contando la historia alternando narración en primera persona, fragmentos de sucesos alternados en el tiempo, extractos de la investigación policial con declaraciones de los testigos, formando un puzle en el que cada pieza dibuja el mapa de un acto terrible. Por lo que se da a entender los hechos son reales por lo que estamos ante un libro denuncia. En estos casos no es labor del lector ponerse a juzgar calidades literarias, sino analizar si cumple la función de denuncia y -posiblemente- de catarsis de la autora. Si la lectura de este libro lleva a tener más conciencia sobre este problema, habrá cumplido su misión. Como se dice en el fragmento que pongo como extracto si alguien se atreve a dar el difícil paso de la denuncia se va a evitar que un violador siga cometiendo abusos. Recomendable. Se me iba la vida en ese viaje. Cientos de kilómetros de una agonía de mierda. Interminable. ¿Quién carajo me mandaba a poner la cara? Esa idea ridícula de que podía terminar con la hipocresía en un minuto. Esa necesidad de viajar…