Editorial bruguera, 1981. 254 páginas. Cierre de un ciclo Siempre me ha parecido sorprendente, o cuando menos injusto, que existan excelentes escritores que, sin embargo, sean relativamente desconocidos. Este es el caso de Juan Carlos Onetti, uno de mis escritores preferidos. Si alguien piensa que exagero, le propongo un juego. Vayan al google, escriban el nombre de un escritor, y vean cuantas páginas encuentra. Los resultados no son científicos, pero dan que pensar. Vean aquí una muestra: Gabriel Garcia Marquez 511.000 Mario Vargas Llosa 255.000 Alejo Carpentier 92.200 Juan Carlos Onetti 27.900 Sin querer provocar enfados en los muchos admiradores de los dos primeros, en mi humildísima opinión los dos últimos tienen una calidad literaria superior. Pero así están las cosas. En la portada de este libro cuentan que fue candidato al nobel en 1980. Otra oportunidad perdida para dignificar el premio. Heredero, al igual que Benet, de Faulkner, sus cauces literarios también son distintos que los del maestro. Faulkner dejó discípulos, pero no imitadores, y si Benet escogió el depurar el camino del estilo, Onetti prefiere ahondar en los sentimientos y nos deja una galería de personajes sórdidos y atormentados. Si Faulkner tuvo su Yoknapatawpha, y Benet su Region,…