Elba, 2012. 150 páginas. Reunión de 15 artículos sobre diferentes cuadros en los que se junta la belleza del arte con lo incierto del azar. Cuadros perdidos y reencontrados, atribuciones perdidas, relaciones subterráneas entre diferentes obras. Gozo. No hay otra manera de describir lo que he sentido leyendo este libro. Auténtico placer. Cuando alguien tiene pasión por algo y es capaz de transmitirlo con tanta fuerza no te puede dejar indiferente. Por el camino me he deleitado, además, en la contemplación de varias maravillas pictóricas. Quizás el mayor placer ha sido, cuando he acabado el libro, al descubrir que el autor tiene escritos más libros. Que voy a devorar, sin ninguna duda. Extremadamente recomendable. Un cuadro en sí mismo no es nada: una tela clavada a un bastidor donde alguien ha explicado, sigue y seguirá explicando algo mediante un lenguaje que es la pintura. Por mucho que desde los postulados más modernos se empeñen en matarla, la pintura resucita como la bestia de una película de ciencia ficción. Y lo hace porque es inherente al hombre. Hace poco vi el documental en 3D La cueva de los sueños olvidados, del alemán Werner Herzog (en este caso, sí bastó el simulacro…