Alreves, 2016. 260 páginas. En un Madrid distópico, con un mar negro donde viven sirenas y cuyas calles están cubiertas de indigentes comebasuras deshauciados de sus pisos y perseguidos por los antidisturbios, Igi W. Manchester se habla a sí mismo recordando la importancia de recordar tu propia identidad. Libro premiado y elogiado en muchos sitios por su originalidad y otras cosas a mí me ha dejado bastante frío. Tiene un estilo narrativo original, sí, con ese interlocutor fantasma que va narrando y respondiendo preguntas, pero al final se hace cansino (por suerte el autor lo va usando cada vez menos). La crítica social está muy bien, pero es tan en blanco y negro que casi parece parodia. Por ahí he leído que es un panfleto y sí, cierto, pero un panfleto no tiene porque ser malo si está bien escrito. Que no es el caso. Porque los malos son tan malos y las víctimas son tan víctimas que todo resulta increíble. Dejo como muestra la descripción de los antidisturbios, que si ya se molestaron por como los dibujaban en la serie homónima no quiero ni imaginarme como se pondrán si leen esto. No todo es malo. Yo dejé el libro…