Menoscuarto, 2007. 134 páginas. Cuentos que giran alrededor de la figura de Sherlock Holmes, no tanto en acción resolviendo casos como charlando con Watson acerca de temas, muchas veces, metaliterarios. Como, por ejemplo, inventar a un autor llamado Doyle que se dedique a escribir sus aventuras. Historias simpáticas, a medio camino entre el humor y la filosofía, que tienen buen leer sin llegar a deslumbrar. Entretenidas. Bueno. ¿Es posible que Holmes hubiera sido chico alguna vez?, podía leer en su atónita mirada. Volvió a pellizcarse el labio inferior. Era incapaz de imaginarme con pantalón hasta la rodilla, chaqueta de uniforme con un escudo y gorra de colegial, formando parte quizá del equipo de cricket de la school, o, peor aún, azotado en las posaderas… —¿Dónde estudió usted, Holmes? Nunca me había hablado de eso. —Cuando yo era chico —repetí, fingiendo que no le había oído, porque no iba a entretenerme con menudencias de mi vida privada— tenía por vecino a un muchacho muy bromista que se llamaba Timothy Allworthy. Su mayor pasión era mistificar al prójimo y poseía una rara habilidad para conseguir que le tomaran en serio. En su género no he conocido a nadie tan bien dorado para…