Alianza editorial, 2010. 252 páginas. Las noches en Alburquerque, un paisaje tan desolado como los personajes que lo pueblan, gente sin rumbo de bar en bar buscando algo que no existe. Me pareció una mala copia de Bolaño y no dejó ningún poso en mi memoria. Hasta el punto que pasado un tiempo leà otro libro de la autora porque lo habÃa olvidado y tampoco me gustó. Pero éste en concreto de los que menos. La noche sucks, sucks. No me ha gustado. Allà nacÃan los raÃles por los que habÃa circulado un dÃa el OÃd Sant Fe Trail, el primer tren de Norteamérica, el que atravesó los ondulados valles de Colorado y las amarillas llanuras de la Navajo Nation y los pedregosos rÃos trucheros de Taos y el Embudo. Y me quedaba, sentada en un banco, cerca de un vagabundo chileno muy lúcido que también se sentÃa expulsado del mundo. DecÃa haber conocido a Von Archimboldi y me hablaba mucho de la belleza de la abundancia y de cómo belleza y abundancia son a veces la misma cosa. En la oficina, sólo pensaba en escapar; en los bares, garabateaba croquis de estaciones fantasmales. Empecé a pasear en compañÃa de…
Pre-textos, 2013. 160 páginas. Blanca Riestra es una autora con la que no sintonizo pero, a lo tonto, ya me he leÃdo tres libros de ella aunque por estos azares ocupacionales es el primero que reseño. Y es también el que más me gustó, porque tiene un aire biográfico que le favorece. Cuando inventa sobre carreteras americanas se escora demasiado a los tópicos y a la imitación de Bolaño. Aquà dos reseñas: Pregúntale al bosque y Pregúntale al bosque Se deja leer. La siguiente escena transcurre en Arturo Soria a finales de invierno, la calle corre paralela a la Castellana, llena de árboles que a ella ahora se le antojan graves, casi funestos. Digamos que tiene treinta y ocho años. Es la verdad. Hoy, veinticinco de marzo, es un dÃa clave que marcará el principio de algo, una caÃda en pendiente. Le han dicho que no desayune y en efecto tiene el estómago vacÃo. Se mira en el cristal del autobús que atraviesa Arturo Soria. Se examina. Digamos que parece cabreada, todavÃa joven. Lleva el pelo como las niñas de los colegios de monjas. Se pinta los labios de carmÃn. Hoy también. Vuelve a mirarse, una sensación trágica la envuelve….