Editorial Salvat, 1971. 165 páginas.
Trad. Luis López-Ballesteros.
Ya he comentado más de una vez que las dos colecciones de Salvat, compradas por mi padre, acompañaron mi infancia y adolescencia. Puede parecer raro que a un chaval de quince años le de por leer un libro como éste, pero les aseguro que fue una buena elección. Los cuatro trucos que aprendí de sus páginas me sirvieron para ser el intérprete oficial del instituto, y no vean lo que ayudaba a ligar. Lo que yo no sabía es que con el tiempo iba a opinar que el psicoanálisis no es más que una paparrucha pseudocientífica.
El libro es un manual sintetizado y bastante práctico de la interpretación psicoanalítica de los sueños. Aparecen los elementos claves que con el tiempo se han hecho clásicos. En la página 35 nos habla de la libre asociación, uno de los mecanismos para acceder al inconsciente, y que aquí se utiliza para averiguar que pueden significar ciertos sueños. En la página 66 aparece la explicación de la censura del sueño, un fenomeno clave para poder hablar de interpretación. Los elementos del sueño simbolizan algo porque un censor oculta las ideas que nos parecen tabú. Así, si queremos acostarnos con nuestra madre, en el sueño la idea aparecerá convenientemente camuflada.
Esta es la idea clave de la interpretación. Aunque algunos sueños no tienen significados escondidos -por ejemplo, si tenemos sed soñamos con beber- en general todos los sueños son representaciones de deseos ocultos. Si conocemos los símbolos podemos averiguar el significado real que tienen las manifestaciones oníricas. ¿Conocía Freud estos símbolos? Parece que sí, puesto que da una lista bastante extensa:
Las casas de muros lisos representan hombres, y aquellas que muestran salientes y balcones a los cuales podemos agarrarnos, mujeres. Los padres aparecen simbolizados en el sueño por el emperador y la emperatriz y el rey y la reina u otros personajes eminentes[…]los que figuran los hijos, hermanos o hermanas, los cuales tienen por símbolo pequeños animales y parásitos. El nacimiento es casi siempre representado por una acción en la que el agua es el factor principal[…]La muerte inminente es reemplazada en el sueño por la partida o por un viaje en ferrocarril[…]La desnudez es simbolizada por trajes y uniformes[…]
El sueño posee, pues, para los genitales masculinos un gran número de representaciones […] Para la totalidad del aparato genital masculino, el símbolo de mayor importancia es el sagrado número 3. […] el pene, halla en primer lugar sus sustituciones simbólicas en objetos que se le asemejan por su forma, tales como bastones, paraguas, tallos, árboles, etc., y después en objetos que tienen, como él, la facultad de poder penetrar en el interior de un cuerpo y causar heridas: armas puntiagudas de toda clase, cuchillos, puñales, lanzas y sables, o también armas de fuego, tales como fusiles o pistolas, y más particularmente aquella que por su forma se presta con especialidad a esta comparación, o sea, el revólver. En las pesadillas de las muchachas, la persecución por un hombre armado con un cuchillo o un arma de fuego desempeña un principal papel. No menos comprensible es la representación del miembro viril por objetos de los que mana agua: grifos, jarros y surtidores, o por otros que son susceptibles de alargarse, tales como lámparas de suspensión, lápices mecánicos, etc. El hecho de que los lápices, los palilleros, las limas para las uñas, los martillos y otros instrumentos sean incontestablemente representaciones simbólicas del órgano sexual masculino[…]La singular propiedad que éste posee de poder erguirse en contra de la ley de gravedad, propiedad que forma una parte del fenómeno de la erección, ha creado su representación simbólica por globos, aviones y, recientemente, por los dirigibles Zeppelin[…]
[…]El aparato genital de la mujer es representado simbólicamente por todos los objetos cuya característica consiste en circunscribir una cavidad en la cual puede alojarse algo: minas, fosas, cavernas, vasos y botellas, cajas de todas formas, cofres, arcas, bolsillos, etc. El barco forma igualmente parte de esta serie. Ciertos símbolos, tales como armarios, estufas, y sobre todo habitaciones, se refieren más bien al seno materno que al aparato sexual propiamente dicho. El símbolo habitación se aproxima aquí al de casa, y puerta y portal se convierten en símbolos que designan el acceso del orificio sexual. También tienen una significación simbólica determinadas materias, tales como la madera y el papel, y ciertos objetos construidos con las mismas, tales como la mesa y el libro. Entre los animales, los caracoles y las conchas bivalvas son incontestablemente símbolos femeninos. Citemos todavía, entre los órganos del cuerpo, la boca, como símbolo del orificio genital, y entre los edificios, la iglesia y la capilla.
Los senos, […] hallan su representación simbólica en las manzanas, los melocotones y las frutas en general. El cabello que guarnece el aparato genital en los dos sexos es descrito en el sueño bajo el aspecto de un bosque o un matorral. La complicada topografía del aparato genital femenino hace que nos lo representemos frecuentemente con un paisaje con rocas, bosques y aguas, quedando, en cambio, simbolizado el imponente mecanismo del aparato genital del hombre por toda clase de máquinas difíciles de describir.
Otro interesante símbolo del aparato genital de la mujer es el de la cajita de joyas. Joyas y tesoro son cariñosos calificativos que incluso en el sueño dirigimos a la persona amada.
Las golosinas sirven con frecuencia para simbolizar el goce sexual. La satisfacción sexual obtenida sin el concurso de una segunda persona es simbolizada por toda clase de juegos y por el acto de tocar el piano. El resbalamiento, el descenso brusco y el arrancamiento de una rama son representaciones finalmente simbólicas del onanismo. Otra representación particularmente singular es la caída o extracción de una muela, representación indudable de Ia castración, considerada como un castigo de las prácticas solitarias-Los símbolos oníricos destinados a representar más particularmente las relaciones sexuales son menos numerosos de lo que hubiera-mos creído, a juzgar por lo que hasta ahora sabemos. Como peI’ fenecientes a esta categoría pueden citarse las actividades rítmicas, tales como el baile, la equitación y la ascensión, y también determinados accidentes violentos, como el de ser atropellado por un vehículo. Añadiremos todavía ciertas actividades manuales y, naturalmente, la amenaza con un arma.
En la época de Freud todo el mundo debía andar un poco salidillo. Casi todo simboliza los órganos genitales o el acto sexual (y eso que hemos omitido muchos), tanto que se ve obligado a justificarse:
Pero creo que mi enumeración ha de pareceros más que suficiente, y hasta es posible que os haga exclamar con indignación: «Oyéndoos parece que vivamos en un mundo de símbolos sexuales. Todos los objetos que nos rodean, todos los trajes con que nos cubrimos y todas las cosas que tomamos en nuestra mano no son, a vuestro juicio, sino símbolos sexuales.» Convengo en que se trata de cosas un tanto asombrosas y que nos plantean múltiples interrogaciones, entre ellas la de cómo podemos conocer la significación de los símbolos de los sueños cuando el sujeto de los mismos no nos proporciona sobre ellos información ninguna o sólo harto insuficiente.
Pero nos da sus razones:
A esta interrogación contestaré que dicho conocimiento lo extraemos de diversas fuentes, tales como las fábulas, los mitos, el folklore o estudio de las costumbres, usos, proverbios y cantos de los diferentes pueblos, y, por último, del lenguaje poético y del lenguaje común. En todos estos sectores encontramos el mismo simbolismo, que comprendemos a menudo sin la menor dificultad.
Como lista para interpretar los sueños de los amigos les aseguro que es bastante divertido. Pero dudo que tenga ni un poquito de verdad. Me recuerda a un chiste que leí sobre un chico y una chica psicoanalistas:
– Oye, esta noche he soñado que íbamos los dos con chandal corriendo por una colina y al llegr a la cima salíamos volando. ¿Qué significará?
– El chandal es símbolo de la desnudez, el correr por la colina el acto sexual y el volar el orgasmo. Has soñado que hacíamos el amor.
-¡Ah! Y tú ¿Has soñado algo?
– Sí, he soñado que estábamos en tu casa tomando una copa, nos desnudábamos, me chupabas el miembro, hacíamos el amor a cuatro patas, de lado y así un buen rato. ¿Qué crees que puede significar?
– No tengo la menor idea…
En fin, que no hay ningún estudio mínimamente serio que sea capaz de identificar símbolos en los sueños y todo queda al arbitrio del interpretador. En el extracto les pongo la respuesta del autor a estas objeciones, bastante folja, en mi opinión.
El libro no deja de ser interesante por el impacto que el psicoanálisis ha tenido, pero su fiabilidad científica es bastante escasa. Eso sí, descubrirán que sus sueños son mucho más interesantes de lo que habían pensado.
Reto 2008: Austria.
Escuchando: Low Life. Public Image Ltd..
Extracto:[-]
Las observaciones consignadas son innegablemente ciertas; pero no creo que justifican las conclusiones que .de ellas deducís, y según las cuales la interpretación onírica tal y como la practicamos queda abandonada a la arbitrariedad, haciendo dudar los defectos que sus resultados presentan de la eficacia de nuestro procedimiento y de la verdad de las teorías en que se basa. Si en lugar de hablar del arbitrio del intérprete dijeseis que la interpretación depende de la habilidad, de la experiencia y de la inteligencia del mismo, tendría que sumarme a vuestra opinión. El factor personal no puede ser eliminado, por lo menos cuando nos hallamos ante los más intrincados problemas de la’ interpretación. Pero esto sucede igualmente en toda práctica científica. Nada puede impedir que unos profesionales manejen con más perfección que otros una determinada técnica, cualquiera que ésta sea. Sin embargo, la arbitrariedad que en la interpretación onírica, por ejemplo, en la traducción de los símbolos parece existir, queda siempre neutralizada por completo, pues los lazos existentes entre las ideas del sueño y entre el sueño mismo y la vida del sujeto, y, además, toda la situación psíquica en la que el sueño aparece, permiten escoger una sola de las interpretaciones posibles y rechazar todas las demás por no tener relación alguna con el caso de que se trata. Por otro lado, la conclusión en que deducís, de las imperfecciones de la interpretación, la inexactitud de nuestras hipótesis, pierde toda su fuerza en cuanto observamos que la indeterminación del sueño constituye precisamente uno de sus necesarios caracteres.
9 comentarios
Una entrada magnífica, pero fundamentalmente esclarecedora sobre el mito freudiano, lo llamaría. Me pareció estupenda la calificación de paparrucha pseudocientífica. Y mi comentario tiene la particularidad de haber nacido en Buenos Aires, donde asistí a sesiones de psicoanálisis, aunque descubrí en España, donde vivo hace 22 años, de la eficacia del conductismo. Sin embargo, cuando vivía en Argentina creía todo lo que decía Freud a pies juntillas, como tantos otros argentinos. Es curioso pero los psicoanalistas en Argentina ganan muchísimo dinero, o sea que Freud es un gran negocio en aquellas latitudes. Me parecio muy interesante el blog. Saludos.
Muchas gracias; no todo el mundo estaría de acuerdo con el contenido. Como todas las religiones, el psicoanálisis tiene muchos fieles que la defienden a muerte.
«el psicoanálisis no es más que una paparrucha pseudocientífica.» ja, no está mal. ¿Te puedo citar? Porque por acá creen en todo. En Freud, en Lacan, en el Papa, en el Reiki, ¡en la homeopatía creen más que en Dios!.
Los ovnis están en retirada. En el vudú nunca creímos.
A mi padre también se le ocurrió comprar la colección de Salvat y ahí pillé algunos como Zalacaín el aventurero o Cinco horas con mario. Los libros son objetos intrigantes para un chaval.
Y sí, si Freud viviera hoy en día, escribiría artículos para revistas de belleza.
No tengo claro quién és más pseduocientífico si Freud o (sincronicidades varias) Jung.
Bueno, creo que alguien tiene que salir a hacer de «abogado del diablo», y quién mejor que otro argentino 😉
Señores del jurado, descontextualizar a Freud puede producir la risa, como en este caso, o la admiración, como el Freud de Harold Bloom en «El Canon Occidental»; de ninguna manera el entendimiento. Freud elaboró una teoría orgánica que es muy fácil de leer superficialmente, especialmente las partes relacionadas con el sexo o lo popular; la combinación («La interpretación de los sueños») es irresistible para el lego o el científico duro (neurólogos o físicos, habitualmente), porque ofrece los flancos más obvios. Creo que no es inútil advertir que la obra de Freud tiene más de veinte tomos publicados cronológicamente, y que el todo hace a la teoría, no la parte; tampoco sobra agregar el contexto histórico y social del tiempo y geografía política de la época en la que vivió. Freud mismo ha reformulado su teoría de los sueños a lo largo de su vida luego de la publicación del libro en cuestión, y hubiera seguido perfeccionándola de haber vivido más, en vez del melancólico destino de escritor de artículos para revistas de belleza que le han asignado. Muchos olvidan que esa «paparrucha pseudocientífica», como el fiscal quiere, es la que nos ha dado incontables conceptos que usamos sin pensar todos los días: el inconsciente, la represión como mecanismo de defensa, el comportamiento neurótico, el complejo de Edipo, los actos fallidos, además de las exploraciones de muchos artistas como Dali, Kafka o Hitchcock. Ese acercamiento al modo de Popper ignora que muy pocas «ciencias» admiten el método científico de la física, incluidas notoriamente la medicina (como cualquiera que lea las alarmantes incertidumbres escritas en los prospectos de la medicamentos sabe) o las «ciencias sociales». ¿Hay que recordar que la universal aspirina comenzó a usarse a mediados del siglo XIX, y recién pasados los 1970 se comenzó a descubrir su mecanismo, y que aún hoy se está discutiendo por qué funciona? Ni hablar de la bioquímica más compleja. ¿Hay que recordar que mi defendido era neurólogo, y que hoy día la neurología no sabe ni siquiera por qué soñamos? El mito, señores, no es otro que pensar en la ciencia como un cuerpo de conocimiento «verdaderos», cuando tiene más agujeros negros que los que se está listo para admitir. La ciencia seria de hoy será comedia en poco tiempo, experiencia que uno puede comprobar fácilmente al revisitar los conocimientos dados por verdaderos en los diversos campos de la ciencia en tiempos de Freud; naturalmente el psicoanálisis ha dado pasos adelante, y la complejidad del campo lingüístico de un Lacan les veda el análisis sencillo que un libro que tiene más de cien años les permite Freud. He dicho, Su Señoría.
Tiene la palabra el señor fiscal.
Lo de paparrucha pseudocientífica es, como se indica en el texto, una opinión personal. Lo de paparrucha (Tontería, estupidez, cosa insustancial y desatinada, RAE dixit) lo digo yo y es una valoración subjetiva. Lo de pseudocientífica no soy el único que lo dice y es fácilmente argumentable. Por ejemplo, uno de los conceptos que el abogado defensor trae a la palestra, el complejo de Edipo. Si alguien admite querer acostarse con su madre, lo confirma. Si alguien no lo admite, lo está reprimiendo y confirma el complejo y la teoría de la represión.
La medicina, en muchos casos, no es totalmente científica -en otros sí-, pero al menos tienen el ensayo clínico de doble ciego, que garantiza que algo funciona aunque no se conozca el mecanismo. La ciencia no tiene ningún agujero negro; hay cosas para las que no se tiene explicación. Pero es mejor reconocer que se ignora algo que dar una explicación sin fundamento.
Tampoco es cierto que se descontextualice el libro. Al contrario, hay más páginas de símbolos sexuales y ni una sola explicación de por qué lo son. No hay estudios, no hay argumentos, no hay historiales clínicos… No sólo en este libro, en ninguno. No he leído toda la obra de Freud, pero sí una buena parte y no hay ni un mínimo asomo de lo que se entiende por método científico.
Afirma que Freud perfeccionó sus teorías. Poco. En realidad, esta es una prueba más del carácter pseudocientífico del psicoanálisis, la poca evolución -en particular experimental- y el fraccionamiento en escuelas. En ciencia, el experimento decide, no el gusto de cada cual.
Freud a veces acertó en sus conceptos, aunque no en el mecanismo subyacente, y otras simplemente erró el tiro. El inconsciente ya se utilizaba antes de Freud, y lo que aportó fue un retroceso más que un avance. Dar intencionalidad a los actos fallidos o los lapsus linguae abre una puerta a la especulación interpretativa, que no está probada y que he visto llegar a extremos irrisorios. El complejo de Edipo o la homosexualidad latente es como he dicho antes una trampa sin salida: si se admite bien y si no, también.
La endeblez científica de sus propuestas y su fama inmerecida no me importarían demasiado si funcionara, pero tampoco es el caso. Ni siquiera Freud curó a sus casos más famosos, y esta ineficacia persiste hoy en día. Tratamientos que duran años y que no curan ni trastornos leves.
No crea que la socarronería que ha gastado el fiscal en la entrada se debe al desconocimiento de la obra de Freud. Algo sé del tema. Sobre Lacan mejor no digo nada, porque es de juzgado de guardia.
Vuelvo a tomar la palabra, Su Señoría. El fiscal argumenta con falacias que ya son un lugar común; por ejemplo: «es mejor reconocer que se ignora algo que dar una explicación sin fundamento», falacia también conocida como «petición de principio». Otra: «Freud a veces acertó en sus conceptos, aunque no en el mecanismo subyacente»; ¿quién acertó, quién sabe cuál es realmente el mecanismo subyacente? ¿El conductismo, cuyo fundador negaba la existencia de sentimientos? El fiscal no nos lo dice, no llama a testigos; requiere del jurado aquí presente el mismo tipo de fe que censura en los freudianos. Denuncia que la intencionalidad de los actos fallidos «no está probada», pero no tiene problemas en perdonar que la medicina avanza mayormente a ciegas, sin otra prueba que el método del placebo, harto cuestionado, señores. Aplaudir imprudentemente un empirismo atropellado, como en el caso de la bioquímica farmacéutica, fustigados su ética y sus tiempos por ese emporio lobbyista que representan los millones en juego de la industria, no parece ser mejor que denostar un hombre que ha sido pionero en teorizar sobre un campo sobre el cual todavía hoy se está discutiendo; lejos de existir teorías (o prácticas) que hayan refutado a mi defendido definitivamente, sus teorías han seguido un desarrollo constante hasta hoy, desarrollo que el fiscal también decide obliterar. Naturalmente, es más sencillo descontextualizar: juzgar a un hombre de fines de siglo XIX con la vista puesta en el siglo XXI; nadie se pone a incriminar a Darwin, a Pitágoras, a Newton, a Arquímedes por sus extravagantes intuiciones, justificados todos sin dudar porque son «hijos de su época»: ¿nadie se ríe de ellos porque ninguno hablaba de sexo? ¿Tan difícil es ver que Freud tocaba ese tema en el contexto de la moralidad victoriana? ¿Tan complejo es ver que la teoría del psicoanálisis es una teoría fuertemente ligada a lo cultural, y que la cultura se ha modificado radicalmente en los más de cien años que siguieron a su divulgación? El psicoanálisis freudiano hoy, tanto en Argentina como en Francia (y en New York, a juzgar por las películas de Woody Allen), se ejerce por psicoanalistas, no por anacrónicos veneradores de un Padre incontestable, tal vez no huelgue recordarlo.
Pero señores, me gustaría que sea la ciencia la que esté en ese banquillo, la que hoy es celebrada como proveedora de un método para extraer «verdades». El señor fiscal, leído en el tema, puede testificar él mismo que ni la ciencia más dura, la física cuántica, puede obedecer los dictámentes del método científico, sumida cada vez más en el barro de la duda y la extrañeza. Señores, ¿es que ustedes están tan sobornados por la tecnología que creen a pies juntillas en la ciencia y le rezan el rosario moderno, para luego candorosamente declararse agnósticos ante las incertidumbres existenciales de todo ser humano? ¿O acaso el señor fiscal irá tan lejos en su afán de ningunear a mi defendido que querrá que la ciencia explique el complejo emocional de un ser humano a partir de fórmulas químicas e intercambio de electrones lo más pronto posible? Señores, creo que es hora de ser más humildes y reconocer las limitaciones de nuestra especie. No somos tan distintos a aquellos griegos que sólo veían sombras en una caverna.
¿Falacias? ¿Debo entender que prefiere una explicación falsa a reconocer la ignorancia? ¿Considera que es un procedimiento adecuado para la ciencia? ¿Entiende lo que significa hipótesis?
“Freud a veces acertó en sus conceptos, aunque no en el mecanismo subyacente” no es una falacia, es un hecho. Tenemos inconsciente, mejor explicado por la neurología actual que por los cuentos de hadas de su defendido. Los primeros años son importantes para la formación de la persona, pero por la consodilación de los enlaces neuronales y la necesidad de estímulos, no por los supuestos traumas que van a condicionar la vida del sujeto.
Me alegra que nombre el conductismo: cometieron muchos errores, pero tener un fundamento científico, pudo Chomsky merendárselos. Esto es imposible con el psicoanálisis que es, como defiende el fiscal, pseudocientífico. No hay hipótesis que se puedan falsar, ni tratamientos que se puedan experimentar. Yo no requiero ninguna fe del jurado, sólo pido que se atengan a las pruebas.
No hay ninguna prueba de la intencionalidad de los actos fallidos, y supongo que conoce en que parte está la carga de la prueba. La ciencia cognitiva a adelantado explicaciones para los actos fallidos, explicaciones que se han puesto a prueba y han demostrado ser ciertas. Explicaciones, señor abogado, que no requieren pequeños homúnculos en los cerebros de la gente. Y no traiga a colación cada dos por tres a la medicina, que dos ciegos no hacen un vidente. No se trata aquí del cientifismo de la medicina, sino del pseudocientifismo del psicoanálisis. Y aún así, repito, la mayor parte de las áreas de la medicina se rigen por principios científicos y aquellas áreas dónde se desconocen los mecanismos subyacentes funcionan con experimentos de doble ciego, totalmente científicos y fiables. ¿Tiene el psicoanálisis algo así? ¡No, señores del jurado! Sólo tienen palabrería vacua.
¿Dónde está ese desarrollo del psicoanálisis que yo me empeño en obliterar? ¿Qué conceptos nuevos han aparecido? ¿En que pruebas se apoyan? Lea usted cualquier revista actual del tema, y si no se le cae la cara de vergüenza, reconozca que no hacen sino dar vueltas en torno a los mismos huesos, secos ya en la época de Freud. Repase la historia del psicoanálisis, llena de saltos sin sentido, análisis incompletos y pacientes que nunca se curaron. Observe la multitud de escuelas, cada una con su dogma particular ¿No le recuerda a una iglesia? Cuando no hay pruebas que puedan comprobar las teorías sólo queda esa fe de la que hablaba.
Y por favor, no ensucie los nombres de científicos tan ilustres. Ser pionero en un campo no exime de hacer las cosas bien. Dejaré de lado a Pitágoras porque lo que se conoce de él es más mito que realidad. Pensemos en Arquímedes, el más antiguo de los científicos que nombra ¡Que lucidez científica! Su libro El arenario puede leerse hoy sin ningún rubor. newton, pese a ser un místico incurable obsesionado con la alquimia y la interpretación de la biblia -y en esto sí que es hijo de su tiempo- pero sus Principia son impecables: expone su teoría y todo el aparato matemático para desarrollarla. Darwin esperó 20 años en publicar su Origen de las especies, una obra muy documentada, porque pensaba que no tenía suficientes pruebas para apoyar su teoría. Si Darwin hubiera pensado que un cuchillo es el símbolo del pene hubiera estado dos años acumulando pruebas en vez de soltarlo alegremente.
No critico que Freud hablara de sexo; que hable cuanto quiera, pero que lo haga con fundamento. ¿O es que cree que Freud no buscaba impactar cuando hablaba de sexo? Ya se entiende que Freud era hijo de la moralidad victoriana, pero sus secuaces parece que no se han enterado. Vuelve el pseudocientifismo, al no tener hipótesis que falsar ¿Cómo distinguimos lo que es producto de la mentalidad victoriana y que es real? Señores del jurado, no se puede.
Repito que no es la ciencia la que está en este banquillo, pero podemos llamarla como testigo.
F.- ¿Es cierto que la física cuántica no se somete al método científico?
C.- No, señor fiscal.
F.- ¿A que se debe entonces ese halo mágico que parece rodearla?
C.- Es culpa de los intérpretes, señor fiscal. Sus ecuaciones han nacido del método científico, son capaces de predecir hasta los límites de medición actual la más amplia gama de fenómenos. Pero cuando los hombres se dedican a interpretar que quieren decir estas ecuaciones, les da por ponerse místicos. Pero ya lo decía Feynmann ¡Cállate y calcula!
Muchas gracias. La ciencia es el mejor método que conocemos para extraer verdades. Si el señor abogado tiene algún otro, o prefiere la vacuidad de las charlas de vendedores de ferias, está en su derecho. Si piensa que la tecnología que la ciencia nos ha dado es un soborno que nubla nuestro entendimiento, puede hacerlo -y, de paso, puede dejar de ser sobornado por esos juguetitos. Pero, señores del jurado, la verdad sólo tiene un camino, y pasa indefectiblemente por el método científico.