Sam Savage. Firmin.

junio 23, 2012

Sam Savage, Firmin
Seix Barral, 2010. 222 páginas.
tit. or. Firmin: Adventures of a Metropolitan lowlife. Trad. Ramón Buenaventura.

Otro libro del que tampoco tenía muchas esperanzas y que también me ha sorprendido agradablemente.

Firmin es un ratón debilucho, hijo de una rata alcohólica que ha hecho su nido en una librería de viejo, y que dejará de comerse los libros para leerlos. Ni ratón ni hombre irá sobreviviendo en un barrio condenado a la demolición mientras sigue devorando libros.

Aunque tiene defectos propios de una primera novela, no está mal escrito (otro del que esperaba prosa sin sustancia). Las aventuras del ratón son tiernas pero no ñoñas, hay algún personaje interesante y, en definitiva, se lee con gusto -y como es corto, se lee rápido.

Lo que no acabo de entender es el éxito tan grande que ha tenido, porque ni es muy bueno ni muy malo. Supongo que por el tema del afán lector del protagonista, algo que siempre cae bien entre sus futuros compradores, atacados del mismo vicio.

Calificación: Tirando a bueno.

Un día, un libro (296/365)

Extracto:
Allá en el mundo, fuera de mi adorada librería, era cada cual a lo suyo y sálvese quien pueda. Todo, en el exterior, estaba pensado para infligirnos un daño mortal, siempre. Nuestras posibilidades de cumplir el primer año de vida eran prácticamente nulas. De hecho, bien podía declarársenos muertos, en aplicación de las estadísticas. No era que yo lo supiese seguro en aquel momento, pero lo intuía, con esa especie de espantoso presentimiento que a veces asalta a quienes van a bordo de un barco a punto de naufragar. Si hay algo para lo que resulte útil una formación literaria, es para dotarlo a uno de un sentido de la catástrofe. No hay nada como una imaginación vivida para desvitalizarle a uno el valor. Leí el diario de Anna Frank, me convertí en Anna Frank. Los demás, en cambio, tenían sus momentos de gran terror, se escondían por los rincones, sudaban de miedo, pero tan pronto como pasaba el peligro ya era como si nunca hubiese existido, y seguían triscando por ahí, tan contentos. Tan contentos, hasta que alguien los aplastaba o los envenenaba o les rompía el cuello con una barra de hierro. Yo, por mi parte, he vivido más que todos ellos y, a cambio, he muerto mil muertes distintas. Me he movido por la existencia dejando en pos un rastro de miedo, como un caracol. Cuando muera de verdad, será un aburrimiento.

2 comentarios

  • Nacho junio 24, 2012en5:38 pm

    Algo parecido me ocurrió a mí. Me regalaron este libro, lo leí de viaje a Florencia (el entorno y las circunstancias ayudan), y aunque me resultó en general ameno, tampoco entiendo el porqué de su éxito. Bueno, o sí lo entiendo: es el tipo de libro que representa ciertos clichés románticos de la lectura y los lectores . Es lo mismo que, en mi opinión, ocurre con «La sombra del viento» y similares. Como yo soy rarito, no me suelo identificar con todo esto, pero es problema mío, claro…

  • elveidedalt junio 25, 2012en12:47 am

    Un clàssic. Segurament el tema, el moment històric i la candor del protagonista.

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