Acantilado, 2011. 260 páginas.
Tit. or. Gottland, Trad. María Dolores Pérez Pablos.
Artículos a mitad de camino entre lo periodístico y lo literario sobre diferentes personajes de la República Checa. Un fundador de una empresa de zapatillas de fama mundial, una estrella de cine que llegó a enamorar a Goebbels o la construcción del monumento a Stalin más grande del mundo son algunas de las historias que se cuentan en estas páginas.
Es curioso que un libro tan local, que supongo que se leerá de una manera diferente por alguien que haya vivido de cerca lo que aquí se cuenta, haya sido elegido libro europeo del año. Pero es que las historias son fascinantes, y están contadas con un tono tan mesurado que más que periodismo nos imaginamos estar dentro de una ficción.
Como dice el autor en el epílogo, hoy en día pasan tantas cosas que no hace falta imaginarse nada. Un libro delicioso de principio a fin.
Muy bueno.
¿CÓMO SE LAS APAÑA USTED CON LOS ALEMANES?
1939.
—¿Qué tal le van las cosas? —le pregunta la periodista Milena Jesenská a un campesino en las inmediaciones de Slaný.
—Pues tengo sembradas las patatas, también el centeno… La primavera fue fría pero el centeno creció milagrosamente, está precioso. A lo mejor arranco dos manzanos viejos del huerto y planto nuevos. La pata ya tiene patitos, ¡vaya usted a verlos con sus propios ojos, son como de peluche! Ese lilo hay que podarlo un poco para que no se seque y para que el jardín se ponga este año bien bonito —contesta el campesino.
—Pero ¿y cómo se las apaña usted con los alemanes? —Jesenská no se da por vencida.
—Bueno, pues ellos se pasean y yo trabajo —responde tranquilamente el campesino.
—¿Y no tiene miedo a nada?
—¿Y a qué debería tenerlo? —reflexiona y replica de inmediato—: Además, señorita, la gente solo muere una vez. Y si se muere uno un poco antes, pues más tiempo que se está muerto.
GOTTLAND, VIDA DESPUÉS DE LA VIDA
Cuando Gottland se publicó en la República Checa en el 2007, se exigió que se retirara.
No fue la gente, no fueron las autoridades, por supuesto, sino el representante del museo Gottland.
A la editorial checa le llegó un aviso para que dejara de vender el libro inmediatamente y para que lo retirara de las librerías. El museo Gottland envió cartas a todos los mayoristas de la República Checa, advirtiéndoles de que la venta del libro iba contra la ley. Que incumplía las normas contra la competencia desleal porque el museo de Karel Gott tiene los derechos reservados del término Gottland.
En toda la República Checa solo una librería de Ostrava hizo caso al aviso y escondió los libros en el almacén, cambiando el título del libro en su página web por el de Gxxxxxxd.
Las editoriales checas y polacas declararon que no iban a cambiar el título y decidieron seguir vendiendo el libro. Se puede tener los derechos reservados de la marca de una mercancía, pero nadie tiene el derecho de prohibir el uso de una palabra en literatura. El título de un libro es un elemento literario, y la literatura ha de ser libre.
Frente a la implacable postura de las editoriales, el museo retiró los cargos.
El librero de Ostrava volvió a exponer los libros en sus estanterías.
En agosto del 2008, el propietario del museo Gottland, Jan Mot’ovský, empresario y propietario del restaurante Gott, desapareció en un viaje de negocios.
En noviembre del 2009, por decisión de la esposa del propietario, que aún sigue desaparecido, se cerró el museo Gottland, menos de tres años después de su apertura.
Se pueden comprar recuerdos del antiguo museo en el portal www.gottland.cz.
Karel Gott aún vive.
Desde la publicación de Gottland en el 2006, ha ganado todos los siguientes Ruiseñores de Oro. Tiene dos hijas más.
Cuando el libro estaba en la imprenta, el presidente de la República Checa, Václav Klaus, hizo por Karel Gott algo que quizá no se permitiría hacer ningún político polaco por un artista. Por admiración, le escribió el prólogo de su autobiografía.
Pero eso no es nada.
En el prólogo, el presidente hizo una referencia a su sexualidad. «La potencia de Karel Gott nunca me ha decepcionado», escribió Václav Klaus.
En un chat de Internet, la estrella confesó una vez que había practicado sexo con cuatrocientas sesenta y dos mujeres (el 24 de febrero de 2002). «Y no tuve ganas de casarme con todas ellas», añadió.
En el marco de la entrega de condecoraciones nacionales que hace el presidente por «los servicios prestados», un grupo de diputados tanto de la izquierda como de la derecha firmó una petición para que se condecorara también a Gott por «su espléndida representación de la República Checa en el mundo».
El vicepresidente del Parlamento, un hombre de derechas, declaró que no escuchaba su música, pero que, si se lo encontraba en algún lugar, se inclinaba ante Gott, sin poder evitarlo.
El ministro de Finanzas, de izquierdas, justificó el haber firmado la petición con una sola frase: «Es que es el cantante favorito de mi madre».
Gott es un dios para las mujeres, y en la República Checa incluso los hombres respetan esto, aunque no les guste. (Sin embargo, la petición de los diputados de cualquier ideología se explica de otra manera. Todos ellos respetan a Gott inconscientemente por su modélica vida sexual).
En otoño de 2009, Karel Gott recibió una medalla «por los servicios prestados».
Algunos críticos y lectores checos me escribieron y me dijeron a veces que el título Gottland es injusto en relación con su país. No se sienten del país de Gott y les cuesta aceptar esa provocación.
Así que empecé a explicar en las tertulias de autores que Gottland también se puede entender como la tierra de Dios, que caracteriza excepcionalmente el poeta checo Vladimír Holan:
No sé quién le hace a Dios la colada,
sé que el agua sucia nos la bebemos nosotros
Y que ese debería ser el lema del libro, pero olvidé escribirlo.
Observé que esa explicación tranquiliza a los detractores del título.
Václav Neckář sobrevivió a un derrame cerebral. Gracias a la rehabilitación que hizo durante varios años, consiguió aprender de nuevo las letras de algunas de sus canciones.
En vista de eso, decidió reactivar el grupo Golden Kids.
Marta Kubišová, Helena Vondráčková y Václav Neckář se prepararon para una gira de conciertos y para celebrar el cuadragésimo aniversario de la creación del trío. Los conciertos se suspendieron debido a una querella judicial entre Vondráčková y Kubišová. Marta Kubišová (según la prensa) no quería aceptar todas las ideas de gestión que tenía Vondráčková, y, como no había entre ellas un contrato escrito, rehusó prepararse para la tournée.
El marido de Helena Vondráčková, que, además, es su mánager, le exigió a Kubišová un millón trescientas mil coronas de indemnización por pérdidas.
El litigio entre la primera dama de la canción y el icono nacional continúa.
Alguien dijo en su día: «Lo importante es que no fue el comunismo el que sembró la discordia entre ambas».
Un lector de Eslovaquia, Patrik Ohera, me informó de que hay un error en el libro. El ataque al protector de Bohemia y Moravia, Heydrich, no lo llevaron a cabo dos checos, sino Jan Kubiš, un checo de Dolny Vilémovice, y Jozef Gabčík, un eslovaco de Poluvsie.
Le respondí que me habían llegado varios correos electrónicos de lectores checos y que ninguno de ellos había hecho ningún comentario al respecto.
«No quiero dármelas de nacionalista eslovaco, pero el que nadie le haya comentado nada ilustra de algún modo la relación entre los checos y los eslovacos. Me he dado cuenta de que muchas cosas del período de Checoslovaquia se describen como checas, aunque no lo fueran», contesta.
Un lector de Chełmek (Polonia), del club de admiradores de Bata, protestó contra el hecho de que esa empresa se presentara solo en el territorio checo. Bata hizo cosas también en Chełmek, construyó allí sus fábricas y casas, y, por lo tanto, me pidió que escribiera mi próximo libro sobre Chełmek.
A pesar del descuido, el libro Gottland tiene un monumento en Chełmek. Bueno, más bien un monumentillo, ya que se trata de los adoquines de cemento de las aceras. La artista Magdalena Magdziarz escribió en ellos el texto del primer capítulo.
Tomáš Bata (Tomík) falleció en el 2008.
Cuando se planteaba la idea de publicar Gottland en el mercado francés, oí dudas acerca de que tuviera lectores. No se sabía si a alguien en Occidente le iba a interesar lo que tenía que decir un polaco sobre la República Checa. Era entendible, el representante de un país marginal escribe sobre otro país marginal, así que es difícil esperar que tenga éxito.
Sin embrago, la traductora francesa, Margot Carlier, tenía fe en el libro, además de perseverancia, lo que le agradezco enormemente.
Así que, cuando Gottland se convirtió en el Libro Europeo del año, dije durante el discurso: «Me complace que el libro de un polaco sobre la República Checa se premie como el libro de un europeo sobre Europa».
Y también que este año, en la categoría «prosa», los hechos hayan superado a la ficción.
Por otra parte, tengo la impresión de que en el mundo de hoy pasan tantas cosas que no hace falta imaginarse nada.
No hay comentarios