Lauro Olmo. La camisa y El cuarto poder.

marzo 3, 2020

Lauro Olmo, La camisa y El cuarto poder
Cátedra,1984. 360 páginas.

Dos obras del dramaturgo Lauro Olmo. La camisa, de un crudo realismo social, contrapone la camisa del título, pasaporte para obtener un buen trabajo al drama de la emigración. Un barrio de chabolas, de gente pobre que se busca la vida como puede y que sólo aspiran a tener un trabajo que les permita salir adelante.

El cuarto poder se acerca al sainete, a los títeres de cachiporra o al teatro del absurdo para reflejar cómo el periodismo dibuja la realidad que percibimos. Un tema que sigue de vigente actualidad.

La edición como todas las de Cátedra bien anotada (excesivamente para mi gusto) y precedida de un extenso prólogo que nos sitúa al autor y nos da claves interpretativas de las dos obras (como siempre recomiendo leer estas claves después de la obra y no antes, porque si no nos comemos spoilers a puñados). Aún así se les han colado algunos errores tipográficos (cosa rara).

Me ha gustado más La camisa, ese sufrimiento del padre de familia que no consigue salir adelante, escapar de la miseria que le envuelve.

Recomendable.

Lola. ¿Cuántos arenques dijiste?
Lolita. Doce.
Lola. (Pensativa.) Doce. Sal y dale una voz al Agustinillo. Y mira si tu padre está en la tasca. Dile que vamos a cenar
Lolita. (Sale. Ya fuera, se va hacia el fondo y vocea.) ¡Agustinillo, a cenar! ¡Agustinillo (El Señor Paco, atraído por las voces, sale a la puerta de la tasca. Lolita se dirige a él.) ¿Está mi padre ahí? m
Señor Paco. No está, preciosa.
Lolita. ¿Por dónde andará?
Señor Paco. ¿Quieres que vayamos a buscarlo? Pue que esté en la tasca del Rubio, y no vas a bajar tú sólita por ese descampao.
Lolita. Sé andar sola, señor Paco.
Señor Paco. Oye, preciosa. (Acercándose a ella.) Tu papá está desesperao, ¿no te has dao cuenta? El que está parao no come. Tú podías ayudarle.
Lolita. (Separándose un poco.) ¿Cómo, señor Paco?
Señor Paco. (Acercándose nuevamente y poniéndole una mano en el hombro.) No te asustes, pequeña. Es­cúchame.
Lolita. (Quitándosela de un manotazo.) ¡No me to­que!
Señor Paco. Pero, hijita, ¿qué mal hay en ello? Si puedo ser tu abuelo. Verás: yo necesito una muchacha pa que ayude a mi señora. ¿No quieres ganar veinte duros al mes? Y desayuno, comida y cena. Y si quie­res, merienda también. Hasta camita, preciosa. To 16? un cuarto pa ti. ¡Cien pesetonas al mes, piénsalo! Y un durete te caería de vez en cuando pa que fueras al cine. ¿Eh? ¿Qué me dices?

Lolita. ¡Que se lo diré a mi padre!
Señor Paco. Tu madre es una cria, niña. Nadie te ha hecho de menos. Y dile a tu padre lo que quieras. Lo único que ha pasao aquí es que te han ofreció una colocación. (Lolita se va hacia el fondo y vocea ha­cia el lateral izquierda.)
Lolita. ¡Agustinillo! (Desapareciendo.) ¡A cenar!
Señor Paco. Toavía tienen pa cenar.

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