Juan Carlos Mestre. La casa roja.

octubre 24, 2022

Juan Carlos Mester, La casa roja
Calambur, 2009. 168 páginas.

Busqué libros de Juan Carlos Mester tras escuchar este audio de la fundación March: Juan Carlos Mestre y llorar bajo la lluvia andando por la calle en un soleado día de verano. Los poemas de Mestrejuegan con el lenguaje, tienen la métrica que a él le da la gana y conjugan imágenes que harían sonrojar de envidia al paraguas y la máquina de coser.

Hay poemas muy bellos en este libro. Cavalo morto lo he leído unas doce veces mientras leía el resto. Pero no es el único. Es cierto que a veces me han cansado los torrentes de incestuosas cohabitaciones de palabras disímiles, pero no menos cierto es que leer un libro de Mestre es como caminar por un cuadro de Chagall y ¿Quién no está dispuesto a sacudirse la realidad de encima y echar un vistazo a los reinos de lo irreal?

Maravilloso.

«Página con perro»
Los carabineros detuvieron a mis amigos,
les ataron las manos a los raíles,
me obligaron como se obliga a un extranjero
a subir a un tren y abandonar la ciudad.
Mis amigos enfermaron en el silencio,
tuvieron visiones en las cercanías de lo sagrado.
No la herida del inocente,
no la cuerda del cazador de reptiles,
en mi pensamiento la crueldad tiene nombre.
Me llamaron judío,
perro judío,
comunista judío hijo de perro.
Este no un asunto que se pueda solucionar con tres palabras,
porque para cada uno de nosotros
esas palabras tampoco significan lo mismo.
Yo he tenido un perro,
he hablado con él,
le he dado comida.
Para alguien que ha tenido un perro
la palabra perro es fiel como la palabra amigo,
hermosa como la palabra estrella,
necesaria como la palabra martillo.
«Carpe Diem»
Cuando el amor se termina no queda nadie que traiga flores los sábados
Las botellas de Lambrusco dejan de hacer ¡plop!
Las deliciosas películas de arte y ensayo se vuelven aburridas
Nadie te regala calcetines por Pascua, nadie te pone el termómetro
Cuando un amor se termina dan las diez un cuarto de hora antes
Las estrellas comienzan a acumular un retraso considerable
Las gatas dejan plantado al párroco en los tejados
Las luces indirectas enfocan directamente los portarretratos
Cambias los muebles de sitio, ordenas la biblioteca
Aparece la lupa, encuentras los comprobantes de la tintorería
Las cajeras del supermercado te empiezan a sonreír de otra manera
Los cuervos marinos se vuelven palomas mensajeras
Se acabó el azúcar, echas mano del edulcorante
Te paran todos los taxis, vas derecho al motel de las metáforas
Tocan el timbre, el cartero te deja un certificado para la vecina
Llaman por teléfono, otra vez la noche se ha equivocado de número.

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