Destino, 2011. 240 páginas.
La crisis
Un regalo de reyes de parte de alguien a quien quiero mucho, que quiere desasnarme económicamente y algo ha conseguido.
Jorge Juan es el pseudónimo de un conjunto de economistas que escriben en el blog del mismo nombre que el libro Nada es gratis, que acabo de descubrir y apuntarme. Vivimos en una de las peores crisis del sistema capitalista y a todos nos gustaría saber como hemos llegado aquí y como podemos salir del pozo.
En el libro se explica bastante bien las razones del desaster, además del funcionamiento de las autonomías, impuestos y demás. En ese aspecto, muy bien.
Respecto a como salir de la crisis, también dan ideas. Algunas pueden sonar algo radicales, como poner un pago por visita en atención primaria (aunque ahora que se paga por receta en Cataluña no parece tan extraño). Otras son de difícil puesta en práctica, como una reforma de la educación. Algunas me parecen buenas y otras no tanto, pero lo seguro es que como no hagamos algo, este país no tiene solución.
Calificación: Bueno.
Un día, un libro (133/365)
Extracto:
Las cajas se desmelenan
Pero esto aún no explica una explosión del crédito hipotecario. ¿Cómo es posible que hubiera financiación para algo que no era, en la mayor parte de los casos, más que castillos en el aire?
En Estados Unidos la respuesta fue la titularización de la deuda hipotecaria de peor calidad. Esto suena muy complicado, pero no era más que poner juntas docenas de hipotecas de mala calidad, dividirlas en trocitos y venderlas a terceros inversores con la idea de que «malo sería que todas las hipotecas nos fallen a la vez» (aunque claro, luego resultó que sí, que todas fallaron a la vez).
La respuesta en España fue distinta. Una vez más, Spain is different. Para entender lo que nos pasó hay que mirar a la estructura de nuestro sistema financiero.
El sistema financiero español está dividido en dos partes más o menos iguales. Por un lado, están los bancos de toda la vida, con accionistas convencionales que se reparten los beneficios que obtengan del negocio. Por el otro, tenemos un sector sin ánimo de lucro: básicamente las cajas de ahorro. Las cajas son instituciones peculiares, con fines sociales, que originalmente tenían una sólida base territorial y a las que sólo se les permitía operar en la provincia donde tenían su sede.
Estas instituciones fueron poco a poco sometidas, debido a las reglas de movimientos de capitales de la Unión Europea, a un proceso de liberalización y desregulación. Sin embargo, como tantas veces pasa en España, el proceso se paró a la mitad y las cajas nunca estuvieron sujetas a la disciplina del mercado. Muchas cajas jugaron el papel de un adolescente que aún no ha madurado, pero al que sus padres dan libertad porque «ya es mayorcito» y «él verá lo que hace».
Primero, a partir de 1988, se permitió a las cajas operar en toda su región, aunque con excepciones. Luego, con la entrada en vigor de la segunda directiva de la Unión Europea sobre banca, el 31 de diciembre de 1992, estas restricciones desaparecieron. Desde ese momento, las cajas eran libres de operar a lo largo y ancho de todo el país, con excepciones sólo si no alcanzaban la solvencia que requería la legislación.
El resultado de estos cambios normativos fue un gran aumento de la competencia y una diversificación geográfica intensa de las cajas. Uno se encontraba con una sucursal de Caja Madrid en la mitad del Ampurdán y con una de Caja Sur en el Bierzo. Mientras que en 1991 había veinticinco provincias en las que una sola caja poseía una cuota de mercado del 75 por ciento, en 1995 eran sólo diecisiete provincias, diez en 1999 y ninguna en 2007. Del mismo modo, las sucursales de las cajas se multiplicaron como hongos hasta llegar a la inaudita cifra de casi 25.000 sucursales a comienzos de 2008, una por cada 1.800 habitantes. Fruto de esta expansión, las cajas de ahorro ganaron cuota de mercado frente a los bancos, del 40 por ciento en 1991, al 47 por ciento en 1999 y al 54,5 por ciento en 2007.
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