La intención del autor era hacer una historia de terror inteligente, alejada del gore y los sustos y creando un ambiente especial. Y vaya si lo consiguen. Todo gira alrededor de un misterioso granero negro, cuyas piezas busca un joven por la basura de la ciudad y cuya presencia trastocará la vida de un cura con un pasado turbio que acaba de aterrizar en su parroquia.
Al guión no le falta detalle y tiene una premisa sólida que se desarrolla sin altibajos a lo largo de toda la serie hasta una conclusión que no decepciona. El dibujo de Sorrentino es brutal, le pega como un guante a la historia, y la sonrisa del malo de la película es capaz de provocar pesadillas. La suma conforma una de las mejores series que he leído en tiempos y que va mucho más allá del género del terror.
Muy bueno.
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