En contra de lo habitual en los libros de esta colección no se incluyen ni biografía, ni principales descubrimientos, ni anecdotario, ni recuadros a parte del texto. Se enfoca, sobre todo, en un análisis de la filosofía del autor. Lo que de entrada ya me parece un error, porque Poincaré tiene abundante material para contar; contribuyó a un montón de campos diferentes (relatividad, teoría del caos, geometría), fue un excelente divulgador, y la conjetura de Poincaré todavía sigue, ahora, dando que hablar.
Pero lo peor del libro no es su enfoque. Es confuso, no resume ni explica las posiciones del matemático, no nos ilumina su pensamiento. He leído bastantes obras de divulgación que escribió Poincaré (Sobre la ciencia y su método y La ciencia y la hipótesis, además de La conjetura de Poincaré) y me costaba entender a qué se estaba refiriendo el autor. me costaba reconocer cosas que ya sabía. En algunos aspectos creo que he desaprendido.
Algún ejemplo:
Consecuente, Poincaré defenderá, a ultranza, la libertad del científico, del pensador, frente a cualquier tipo de coacción o presión. En 1909, en su alocución Le libre examen en matiére scienti-íique preparada para el 75 aniversario de la fundación de la Universidad Libre de Bruselas, afirma:
El pensamiento no debe someterse nunca ni a un dogma, ni a un partido, ni a una pasión, ni a un interés, ni a una idea preconcebida, ni a nada, si no es a los hechos mismos, porque, para él, someterse sería dejar de ser. (UP, 139)
Son palabras que han sido grabadas en los muros de esa Universidad Libre… En diciembre de 2005 un grupo de historiadores franceses publicó un manifiesto contra las leyes que penalizan
el negacionismo: así, en Francia, no se puede negar el holocausto, ni el genocidio armenio, ni los estragos del esclavismo en las Antillas, negación que conlleva posible acusación penal y posible cárcel. Como recoge Lluís Bassets en Tótem y tabú, en el manifiesto se encuentran frases como las siguientes:
«La historia no es una religión. El historiador no acepta ningún dogma, no respeta ninguna prohibición, no conoce ningún tabú. La historia no es la moral. El historiador no tiene el papel de exaltar o condenar, sólo explicar. En un Estado libre no pertenece ni al Parlamento ni a la autoridad judicial definir la verdad histórica». (El País, 8/02/07)
No sé si el manifiesto se redactó contemplando las palabras de Poincaré grabadas en la Universidad Libre de Bruselas…
El autor no lo explicita, pero parece que viene a decir que los historiadores siguieron el ejemplo de Poincaré. Sin embargo, es completamente al revés. Los negacionistas falsean los hechos, con lo que van completamente en contra del pensamiento de Poincaré. Otro tema es si los tribunales tienen que defender por ley la veracidad de los hechos, pero en otros ámbitos sí que lo hacen. Si sentencian un desfalco están, en realidad, defendiendo la veracidad de la aritmética.
Otro tema que se repite mucho es lo siguiente:
[…]todas las geometrías poseen la misma legitimidad tanto lógica como matemática precisamente porque no son más que la expresión lingüística de unos grupos, y todos los grupos tienen la misma «respetabilidad», no hay un grupo que sea verdadero y los demás falsos. Las distintas maneras de enfocar y describir un mismo hecho se pueden enfocar como lenguajes, diferentes todos entre sí. La elección entre ellos vendrá dada por la comodidad en su manejo, porque no se les puede calificar de verdaderos o falsos, pregunta que, aquí, carece de sentido.
Aquí hay dos cuestiones. Las diferentes geometrías no euclidianas tienen la misma legitimidad, eso está claro. Pero no son equivalentes. No me ha quedado claro si Poincaré defendía esa equivalencia. Según el autor parece que sí, pero personalmente lo dudo, aunque puedo estar equivocado.
Me da la impresión que fue un libro de encargo y se limitó a copiar y pegar de otros libros suyos. Lo que no hubiera estado mal si se dijeran cosas interesantes y con sentido, pero no. En resumen, un fiasco.
No hay comentarios