Clara Obligado. Por favor sea breve 2.

noviembre 30, 2017

Clara Obligado, Por favor sea breve 2
Páginas de espuma, 2009. 254 páginas.

Antología de relatos breves, de menos de una página. Calidad desigual, pero hay algunos muy notables. Además esto de los gustos va como va y posiblemente los que no me gusten a mí le encanten a otra persona.

La editora ha tomado la decisión de ordenarlos de mayor a menor extensión, lo que provoca un curioso efecto de aceleración. Sin embargo esto provoca que los cuentos de un mismo autor estén dispersos, y creo que ganarían más estando juntos. Pero todo no se puede tener.

Dejo muestras para que se hagan una idea.

EN UNA EXPOSICIÓN Ángel Olgoso
El desconocido, como los que saben que pronto volverán al cauce mudo de la soledad, no dejó de hablar durante toda la tarde. Coincidimos en la valoración de los dibujos de José Hernández expuestos en la galería, y ello estableció una proximidad de algún modo amistosa. Había algo de gallináceo en su aspecto de empleado que agita nerviosamente el portafolios con una mano y arruga El Eco del Comercio con la otra. Yo apenas abrí la boca mientras fluía el curso de sus reflexiones y me aleccionaba en voz baja sobre morbosas patologías artísticas, antiquísimas creencias o los estigmas físicos de los mitos. No le presté demasiada atención hasta que un comentario suyo me provocó escalofríos. Dijo que las manos de los demonios no tienen dorso, que son palmas por ambos lados. Miré con cautela alrededor. No había ya público y la noche crecía tras el cristal de la entrada. De pronto quise evitar aquella conversación, aquella compañía, aquella sala de arte. Me despedí verbaknente del desconocido, que pareció quedar un tanto contrariado, entre la sorpresa y la curiosidad, a la espera tal vez de un gesto menos seco, de que le tendiera una tarjeta o estrechara su mano. Me alejé con las mías en los bolsillos del pantalón, de donde en ningún momento las había sacado, y reparé en lo mucho que me sudaban las palmas. Las cuatro.

AMOR I Raúl Brasca
A ella le gusta el amor. A mí no. A mí me gusta ella, incluido, claro está, su gusto por el amor. Yo no le doy amor. Le doy pasión envuelta en palabras, muchas palabras. Ella se engaña, cree que es amor y le gusta; ama al impostor que hay en mí. Yo no la amo y no me engaño con apariencias, no la amo a ella. Lo nuestro es algo muy corriente: dos que perseveran juntos por obra de un sentimiento equívoco y de otro equivocado. Somos felices.

BLANCANIEVES Y LOS SIETE ENANITOS Anelio Rodríguez Concepción
Blancanieves se va con aquel príncipe de todos los cuentos, pero ¿por qué no le vale un enanito para el final feliz? Cruel doncella, ¿es que no sientes nada por los siete corazones quebrados tras las siete colinas, tras los siete arroyos?

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