China Miéville. La ciudad y la ciudad.

febrero 10, 2015

China Miéville, La ciudad y la ciudad
La factoría de ideas, 2009. 318 páginas.
Tit. Or. The city & the city. Trad. Silvia Schettin Pérez.

La originalidad no se le puede negar a Miéville. Después de los excesos barrocos que ya comentamos en La estación de la calle Perdido, se saca de la manga un territorio singular, dos ciudades diferentes que comparten el mismo espacio geográfico. Que se cruzan pero cuyos habitantes se desven.

La trama arranca con el asesinato de una mujer. El detective Borlú se encarga de la investigación. Pronto quedará claro que el crimen no es una cosa corriente y que se tiene que invocar a La Brecha, una especie de policia interciudades que parece poseer poderes especiales. Pero finalmente la investigación de trasladará a la ciudad coexistente de Ul Quoma, donde tendrá que trabajar con el detective Dhatt.

El libro sigue las consignas del género negro de una manera impecable y construye un caso de los que te pegan a las páginas. Pero lo más interesante del libro es la situación especial de estas dos ciudades que están en el mismo sitio pero son diferentes. Metáforas y alegorías aparte, hay que quitarse el sombrero por cómo consigue el autor hacer creíble algo que a priori parece imposible.

Otra virtud, como se explica en una entrevista que hay con el autor al final, es que en todo momento da la impresión de que va a aparecer alguna explicación científica o fantástica de la situación, pero nunca aparece -porque no hace falta.

Personalmente agradezco que no haya tanto escándalo lingüístico. Más reseñas: Reseña y Opinión: La ciudad y la ciudad (China Miéville) Val:878, La ciudad y la ciudad. y La ciudad y la ciudad, China Miéville: Misterios de ciudad.

Calificación: Muy bueno.

Extracto:
A lo largo de BudapestStrász había jardines de budelias de invierno que brotaban de los edificios antiguos como si fueran espuma. La budelia es un arbusto tradicional que crece en el entorno urbano de Beszel, pero no en Ul Qoma, donde la podan porque es una planta invasora, así que en BudapestStrász, al formar parte de una zona entramada, cada arbusto, sin florecer en esa época, aparecía descuidado durante uno o dos o tres edificios de la zona y después terminaba en un abrupto plano vertical cuando estaba en el límite de Beszel.
Los edificios de Beszel eran de ladrillo y yeso, todos coronados por una de las chimeneas familiares que me miraban fijamente, formas humanamente grotescas que llevaban ese arbusto por barba. Hace algunas décadas esos lugares no habrían tenido ese aspecto tan derruido: habrían sido más ruidosos y la calle habría estado llena de jóvenes oficinistas vestidos con trajes oscuros y de supervisores que venían de visita. Detrás de los edificios que se levantaban al norte había astilleros industriales y, más lejos, un meandro del río donde los muelles que una vez bulleron de actividad eran ahora esqueletos de hierro que yacían allí como en un cementerio.
Por aquel entonces la zona de Ul Qoma con la que compartía ese espacio era tranquila. Ahora se había vuelto más ruidosa: los vecinos habían ido cambiando económicamente en oposición de fase. El comercio de Ul Qoma repuntó cuando la industria que dependía del río desaceleró su crecimiento y ahora había más extranjeros caminando sobre los adoquines desgastados que habitantes de Beszel. Los tugurios que se derruyeron y que una vez fueron almenados y lumpenbarrocos (no es que los viera: los desví escrupulosamente, pero aun así reparé algo en ellos, ilícitamente, y recordé los estilos por las viejas fotografías), habían sido restaurados y ahora eran galerías y pequeñas empresas recién creadas con el dominio .uq.
Me fijé en los números de los edificios locales. Se alzaban entrecortados, intercalados con la otredad de espacios extranjeros. Aunque en Beszel la zona estaba muy poco poblada, no era así al otro lado de la frontera, por lo que tuve que esquivar y desver a muchos jóvenes y elegantes hombres y mujeres de negocios. Sus voces me llegaban apagadas, como un ruido cualquiera. Ese desvanecimiento auditivo llega después de años de entrenamiento beszelí. Cuando llegué hasta la fachada alquitranada frente a la que me esperaba Corwi junto a un hombre con cara de no estar muy contento, nos quedamos de pie en una zona casi desierta de Beszel rodeados de una muchedumbre ajetreada a la que desoíamos.

2 comentarios

  • ericz febrero 18, 2015en3:11 pm

    Aporto que también me gustó mucho.

  • Palimp febrero 18, 2015en5:52 pm

    Me alegra saberlo 🙂

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