Antonio Orejudo, Luisgé Martín y Rafael Reig. Mio Cid.

mayo 16, 2022

Antonio Orejudo, Luisgé Martín y Rafael Reig, Mio Cid
451 editores, 2007. 110 páginas.

La idea de partida me resultaba muy interesante, versionar el cantar del Mío Cid en los tiempos modernos. Incluso en el prólogo Orejudo plantea un esquema de posible cuento (está en el final) que tenía muy buena pinta. Me costó horrores conseguir el libro. Y una vez leído, decepción total.

Los tres escritores al cargo son solventes y esto es, con toda seguridad, lo peor que he leído de ellos. Historias sin ninguna gracia escritas de una manera correcta pero gris. No sé si es que no les apetecía mucho el proyecto o que les pagaron poco.

Malo.

Sí, eso es: les va a poner una demanda, un juicio con un tribunal.
Yo lo veo así: a los pijos del Rosales, nosotros podemos partirles la cara si nos la juegan, ¿verdad? Sí, pero al final no vamos a ser nada más que los macarras del colegio público. Los pijos del Rosales nos seguirán partiendo la cara una y otra vez, durante toda nuestra vida, cuando les dé la gana, nos partirán la cara cada vez que no podamos comprar un piso, cuando nos pongan en lista de espera para operaciones en la Seguridad Social, en el vagón de metro; mientras ellos se compran un chalé con piscina, van a médicos privados y conducen su Audi. ¿Para qué partirles la cara un día en un descampado? Se llevan una mano de hostias, sí, les duele: pero no los humilla. ¿Por qué? Porque ellos juegan en otro tablero. ¿Me explico? Habría que partirles la cara en su propio tablero. Es lo que debió de
pensar Cid. Darles donde duela. Un puñetazo, sí pero en el alma. ¿Sabéis lo que os quiero decir.


Yo ya me he metido con el Canto I del Cid. He pensado que una mera prosificación del Poema, respetando la época y todo eso, no merece la pena. Si vamos a hacer un remake, que sea un verdadero remake. Yo llegaría más lejos y lo llamaría, a nuestro Poema y a la colección entera, Plagios.
Así pues, y salvo que alguien tenga algo en contra, mio Cid se llama Michael-Ignatius O. Sid, pero firma todos los documentos como M.I.O. Sid. Es natural de Vivar, Minnesota, y hasta el comienzo del Poema era Sales Manager de Conquest & Conquest (es decir, Re-con-quest), una empresa transnacional de compraventa de terrenos. En la última remodelación de la compañía, Sid esperaba que lo hicieran vicepresidente, pero sus enemigos dentro de la dirección, unos hijos de puta sin escrúpulos, han conseguido quitárselo de encima, que el presidente lo nombre Director de Ventas para la División de Conquest & Conquest en el Middle West y en North África, y que lo destine al culo del mundo, a la sede que la Compañía tiene en Burgos, España. Mi plagio comienza in medias res, con la mudanza. Lejos de hundirse, Sid es superpositivo, como ha leído en un manual de superación personal que hay que ser. Empieza de cero. Se consagra a la compañía, y hace unos cuantos negocios ventajosos: compra Castejón, Alcalá y Alcocer. Y todo para la gloria y beneficio de la compañía a la que se debe, sin aceptar ni un solo soborno, sin ceder a las tentaciones de corrupción. Nada de comisiones. Llegará incluso a comprar todo el Levante español para que Conquest & Conquest construya gigantescas urbanizaciones de adosados y campos de golf. ¡Ay, qué buen Sales Manager, si tuviera buen Executive President!

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