Pre-Textos, 2008. 270 páginas.
Incluye los siguientes cuentos:
Pájaro multicolor
La hora del té
Bárbara y los cisnes
El cuarto de los niños
Oliva
Reuma
El hombre que estuvo enamorado de Bette Davis
Un pequeño esfuerzo
Las viejas películas traen mala pata
los inocentes del invernadero
Un sombrero alegre
Que retratan un ambiente hermoso y decadente, de pasiones subterráneas. Mis preferidos El cuarto de los niños que, pese a tener un final demasiado resolutivo, tiene un desarrollo contenido y perfecto. El más emotivo, y el que más me ha gustado, Las viejas películas traen mala pata, muy autobiográfico.
Ángel Vázquez no es un autor muy conocido, y no es por culpa de su calidad, excelente. La edición también lo es, con dos prólogos, un apéndice, unas notas del autor y un albúm de fotos que incluyen manuscritos. Una información adicional que acompaña a la perfección el libro.
Muy bueno. Apenas hay reseñas, aquí una estupenda: El Cuarto de Los Niños y otros cuentos. Viaje al interior de Ángel Vázquez
El cabello, como siempre, recogido en una cinta, esta vez de seda rosa. Miró a Teresa sin pestañear, que le ofreció un taburete.
-¡Siéntate! -Ésta le ofreció un taburete.
-¿Cómo es que te han dejado venir? -preguntó asombrado el niño.
-He tenido que sobornar a Benita -explicó Herminia.
Teresa admiró en silencio la tranquila belleza de la muchacha.
-Mis padres están en Lourdes -anunció mientras con un dedo acariciaba la punta de uno de sus zapatos.
-Y ¿cómo has podido llegar hasta aquí?
-A veces no estoy tan enferma como parezco.
-Tus padres han debido llevarte con ellos a Lourdes -replicó Teresa, no sin cierta timidez.
-¿Puedo decir una cosa? -suplicó Herminia, fijando su mirada en los ojos de la mujer.
-Lo que tú quieras.
La chiquilla guardó silencio unos momentos.
-¿No te has desayunado?
-Sí, gracias. -Tras una pausa, Herminia soltó con voz firme-: Mi madre dice que usted es una mujer de la vida.
Teresa intentó fruncir el ceño. Herminia continuó con voz dura:
-Por eso he venido. Quería conocerla. A mamá no le interesa que yo viva. Ella es todo lo contrario, ella es una mujer de la muerte.
A Teresa comenzó a gustarle la voz de Herminia.
-Vamos a la galería, hace más fresco fuera -sugirió.
Los tres salieron al fresco del exterior. Teresa y Herminia se sentaron una frente a la otra. Gabrielito se arrastró por el suelo, como si fuera un niño de seis meses.
-No llore usted, Teresa. -Sólo quisiera morir…
-No sea usted absurda. ¿Es que no piensa en su hijo? -Sólo quisiera morir… -repitió Teresa. -¿Tanto lo quiere? Sé que no debo preguntar estas cosas… La voz de la mujer era una voz cansada. -Peor. Mucho peor. Estaba acostumbrada a él. -Un día él se hubiera cansado de usted. -Me deseaba.
-Los hombres también nos cansamos de desear. Las palabras de aquel hombre llegaron al oído de la mujer. Teresa intentó rezar, y acabó por quedarse dormida.
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