Historia coral donde se mezcla a un escritor sin talento empeñado en escribir un best-seller malversando el capital de su madre si es preciso. Un editor en horas bajas que ve cómo su editorial es absorbida por una multinacional que quiere cargarse su plan de publicaciones. Dos tiburones de las finanzas que se meten en el mercado obsesionados por las ganancias.
La historia no está mal escrita, se deja leer, y las críticas a la cultura del éxito editorial a toda costa y la obsesión por ganar dinero son muy acertadas. Pero se supone que es un libro divertido y no pasa de entretenido. El libro Confesiones de una editora poco mentirosa me divirtió e ilustró mucho más que éste.
Pasable.
-¡Aja! -gritó por fin-. ¡Esto es del todo inaceptable! La situación se ha ido de las manos. Tenemos que soltar lastre… empezar a despedir a gente… ¿A quién se debe este ejercicio de contabilidad creativa? ¿Quién lo ha hecho? Si seguimos así, la compañía estará en quiebra a finales de año.
Nadie se atrevió a hablar o a moverse.
-Esto es una sociedad anónima -murmuró Goosen-, no una ONG. No basta con no tener pérdidas, ¿de acuerdo? Be-ne-fi-cios. Si no, todo el mundo a su casa. Y ¿ya habéis despedido a ese completo inútil, cómo se llama? ¿Randall?
-Lo haremos el viernes -dijo Samson en tono convencido mientras alargaba un dedo para silenciar su teléfono móvil, que vibraba con un timbre estridente, a punto de entrar en erupción-. Dice Nick que antes necesitamos que nos dé el plan de publicaciones.
-Me importa un pimiento el plan ése. Con él o sin él, despedidle. ¿Entendido? Que le den. Ya ha gastado bastante dinero publicando historias épicas húngaras y otras mierdas por el estilo.
-No hay problema. El viernes será su último día -confirmó Samson y escribió una serie de notas jeroglíficas en su agenda salpicada de garabatos.
-Bien… y éste ¿quién es?
Nick se inclinó hacia delante con tal entusiasmo que casi se dio en la barbilla con el borde del vaso de cerveza.
-Este, señor Goosen, es el sustituto de Randall… el nuevo director editorial de Tetragon Press… James Payne-Turner…
-¿Director editorial? ¿Por qué «director» y no «gerente»?
Silencio.
-¿Quién ha autorizado esto?
Hubo una nueva y prolongada pausa, durante la cual Goosen miró con astucia a su nuevo y parpadeante empleado, escrutando en particular el pelo de Payne-Turner, su pendiente y su corbata naranja. Por fin corrigió la postura de su gigantesca masa corporal y se puso de pie con una sonrisa condescendiente dibujada en el rostro.
-Bien. Nos vemos el mes que viene. Nick, Samson… ¿podemos hablar en privado unos minutos?
Nick se levantó como por un resorte y, del todo satisfecho con el resultado de la entrevista, asintió con la cabeza ajames en un gesto tranquilizador. Samson reunió sus papeles de forma caótica mientras gritaba por el teléfono móvil en una mezcla incomprensible de varias lenguas, mientras James permanecía sentado solo en la mesa y su corazón recuperaba el ritmo normal, los ojos perdidos en el balanceo de las posaderas de una camarera de generosos atributos.
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