El libro empieza con varios prefacios en los que nos va contando como en cada edición ha ido aclarando, ampliando, modificando y cambiando el libro tanto que pensaba que no iba a acabar nunca de fijarse el texto. Una original manera de trabajo en progreso que no acaba nunca.
La filosofía de la ciencia es un tema que me interesa particularmente, es una disciplina con muchos problemas abiertos. Para empezar una definición de qué es la ciencia, si existe algo llamado el método científico y lo que se llama el problema de demarcación, es decir, qué podemos considerar ciencia (como la astronomía) y qué no (astrología). Este libro es una introducción excelente al estado actual del tema, explica las posiciones de los filósofos más relevantes y nos muestra las soluciones más recientes a los problemas.
La conclusión es bastante desoladora. Ni sabemos lo que es la ciencia, ni podemos definir bien el método científico, ni tenemos métodos de demarcación. Pero por el camino hemos aprendido mucho acerca del conocimiento científico y tenemos más recursos para distinguir modos de conocimiento.
Me ha parecido un libro excelente.
Si se da la verdad de un cierto enunciado de la observación, O, entonces se puede deducir la falsación de una teoría T que implique lógicamente que O no pueda ocurrir. Sin embargo, son los propios falsacionistas quienes insisten en que los enunciados observacionales, que constituyen la base de la ciencia, son falibles y dependientes de la teoría. Por consiguiente, de una colisión entre O y T no se sigue que T sea falsa; lo único que sigue lógicamente del hecho de que T implique una predicción inconsistente con O es que, o bien O, o T, es falsa, pero la lógica por sí sola no puede decirnos cuál. Cuando la observación o la experimentación proporcionan evidencia que entra en conflicto con las predicciones de cierta ley o teoría, puede ser que la evidencia sea errónea y no la ley o la teoría. No hay nada en la lógica de la situación que exija siempre desechar la ley o la teoría en caso de una colisión con la observación o el experimento. Podría rechazarse el enunciado de observación falible y conservar la teoría falible con la cual colisiona. Esto es precisamente lo que estuvo implicado cuando se conservó la teoría copernicana y se desecharon las observaciones a simple vista de los tamaños de Venus y Marte, inconsistentes lógicamente con la teoría. Lo mismo ocurre cuando se mantienen las especificaciones modernas de la trayectoria de la Luna y se desechan las estimaciones de su tamaño basadas en la observación sin instrumentos. Por muy firmemente que se fundamente en la observación o en la experimentación una afirmación sobre hechos, la posición del falsacionista hace imposible descartar la posibilidad de que avances en el conocimiento científico revelen insuficiencias en dicha afirmación. En consecuencia, falsaciones claras y concluyentes de las teorías no son alcanzables por la observación.
No terminan aquí los problemas lógicos de la falsación. El enunciado «Todos los cisnes son blancos» queda indudablemente falsado si se puede determinar un caso de un cisne que no sea blanco. Pero las ilustraciones simplificadas de la lógica de una falsación como ésta ocultan una seria dificultad del falsacionismo, que procede de la complejidad de cualquier situación real de prueba. Una teoría científica real constará de un conjunto de enunciados universales y no de uno solo como «Todos los cisnes son blancos». Además, para comprobar experimentalmente una teoría, habrá que recurrir a algo más que los enunciados que constituyen la teoría sometida a prueba. Habrá que aumentar la teoría mediante supuestos auxiliares, tales como las leyes y teorías que rigen el uso de cualquiera de los instrumentos utilizados, por ejemplo. Además, para deducir una predicción cuya validez se haya de comprobar experimentalmente, será necesario añadir condiciones iniciales tales como una descripción del marco experimental.
No hay comentarios