Atrapasueños, 2011. 142 páginas.
Para romper la imagen de que el flamenco es un arte no comprometido, que baila al sol que más calienta y con frecuencia de derechas ha escrito Juan Pinilla este maravilloso libro. Muy bien documentado, repleto de anécdotas jugosas, de letras flamencas reivindicativas y, sobre todo, de biografías de artistas flamencos de izquierdas.
Una historia que no ha sido suficientemente contada. De propina o como plato principal, según se mire, se incluye un cd con varias canciones interpretadas por Juan y que complementan a la perfección el libro. El conjunto, una delicia.
Muy recomendable.
También Gracia de Triana hubo de retirarse por la ley franquista, por una suerte de censura mucho más castrante, la del tabú sexual. El auge de esta artista la llevó a cantar por numerosos teatros de toda nuestra geografía. Cuenta Juan Rondón en el libro «Recuerdos y Confesiones de Rafael Pareja», que la artista trianera estaba a punto de dar el salto al estrellato cuando le sobrevino este lamentable incidente: Se había corrido la voz por el mundillo y entre la afición de su supuesta homosexualidad, y en mitad de una actuación cuando ésta cantaba en el escenario, un grupo de personas comenzaron a mofarse y a proferirle gritos. Gracia perdió los nervios y paró de cantar para encararse con uno de ellos al que parece ser que le dijo algo así como: «Yo soy más hombre que tú, canalla, y si tienes lo que hay que tener, espérame a la salida que te voy a partir el corazón». A la salida la esperaba la policía, que se la llevaron al calabozo por tal impropia conducta. Recordemos cómo a Antonio el Bailarín lo de ser famoso constituyó un agravante en su condena. Algo así ocurrió con Gracia de Triana. El Ministerio opinó que aquel escándalo la convirtió en una famosa indeseable. Y allí se acabó su carrera, todo un atropello contra una artista que se encontraba en lo mejor de su vida artística. Cuánto recuerda este caso al de Miguel de Molina…
La proximidad geográfica de Francia lo convirtió en uno de los principales países receptores de exiliados y refugiados, desde los célebres Picasso y Antonio Machado, pasando por artistas flamencos como Antonia Mercé. Oran fue otro importante punto de emigración. Al otro lado del Atlántico, México, Argentina y Nueva York se convirtieron en los principales centros de recepción de emigrantes. En Manhattan, donde ya habían actuado Vicente Escudero con las gitanas del Sacromonte en los años 30 o en Buenos Aires, donde la huella que dejó el paso de Lorca y su muerte habían calado profundamente, se sucederían las actuaciones. La gran actriz Margarita Xirgú se entera de la muerte de su admirado amigo García Lorca interpretando Doña Rosita en Buenos Aires. Así lo cuenta su biógrafa Antonina Rodrigo: «M una sola república americana deja de ponerse de luto. En las puertas de los teatros donde actúa la compañía de la Xirgu se coloca una gran fotografía del poeta granadino. Y se guardan minutos de silencio en las representaciones. Cuando un periodista argentino le pregunta si hará una función de homenaje a García Lorca, contesta: «…yo creo que cada representación de Federico es un homenaje para él. ¿Para qué exagerar la nota sentimental? Nosotros somos como los pobres del camino, pobres de pedir cantando, que es más digno que pedir llorando». La presencia de artistas flamencos como Antonia Mercé, Sabicas o Carmen Amaya, en estos países, había sido constante, y así, acogieron su exilio. Carmen Amaya, por miedo más que por militancia republicana. La guerra la sorprendió intentando cruzar la frontera hacia Portugal, donde tenía una actuación. Se sirvió de un visado anterior en una gira por Argentina para zarpar desde Lisboa.
«Hizo Ricardo una introducción a la guitarra, con el fondo del piano del maestro Quiroga y allí delante de Franco, por culpa de quien tantos españoles se habían tenido que ir de España y no podían volver y tenían que vivir lejos de su tierra, me puse a cantar la canción que precisamente hablaba de ellos, porque entonces no había todavía emigrantes a Alemania con la maleta amarrada con guita, sino exiliados de nuestra tragedia por todo el mundo:
Cuando salí de mi tierra/
volví la cara llorando
porque lo que más quería/
atrás me lo iba dejando,
llevaba por compañera/
a mi Virgen de San Gil,
un recuerdo y una penal
y un rosario de marfil.
Adiós mi España querida,/
dentro de mi alma
te llevo metía,/ y aunque soy un emigrante
jamás en la vida/ yo podré olvidarte.
Me tocaron las palmas los que estaban en el salón, los ministros, los militares, la gente de la grandeza del dinero que estaba allí en la cacería. Y hasta Franco vi que me tocaba las palmas como él las tocaba, con desgana, como por lo militar.
-Valderrama, muy bonita esa canción, es muy patriótica… (le dijo Franco) -Muchas gracias, Su Excelencia, muchas gracias.
Y Franco se queda callado un buen rato, sin pronunciar palabra, mirándome sin mover un músculo de la cara, y de pronto va y me suelta:
-Valderrama, ¿usted serían tan amable de cantarla otra vez?
Yo me quedé más cortado todavía de lo que estaba. Yo no sabía dónde meterme. Yo pensé, muerto de miedo: Esto es para enterarse bien de lo que digo en El emigrante y meterme preso..!’
En sus primeros discos podemos oír estilos como estos cantes del Piyayo:
Si tu padre quiere un rey
La baraja tiene cuatro,
Rey de copas, rey de oros,
Rey de sotas o rey de bastos
O una soleá que evoca el pasado de vencidos de su familia. El abuelo de Paco Moyano era carabinero en el puerto de Málaga, cuando Arias Navarro entró en la capital, lo fusilaron:
Un sillón tendrá en el cielo
Aquel que en un jueves santo
Mandó matar a mi abuelo
2 comentarios
En prenc nota Juan Pablo. M’interessa. El franquisme va instrumentalitzar tant el flamenc que a molts ens el va fer avorrir i associar a la dictadura. De ben segur no m’hi aficionaré però m’agradaria reconèixer-li allò que té de valuós. Gràcies.
Está en la biblioteca. A mí me ha gustado, algo breve, bueno el CD.