Que piensen ellos.

marzo 11, 2007

Editorial Opera Prima, 2001. 288 páginas.

MicroensayosPiensenEllos
Filosofía joven

Si Unamuno se oponía al progreso con su famosa frase ¡Que inventen ellos! los jóvenes filósofos que escriben en este volumen parecen empeñados en llevarle la contraria. Regalo de mi mujer que lo encontró huérfano en un montón de un mercadillo de saldo lo cogí con ganas ¿De que hablarán los jóvenes filósofos españoles?

Como indica la contraportada el único requisito era ser sinceros, valientes y contundentes. Tampoco es que vivamos momentos críticos como para enarbolar estas banderas, y tampoco es que los escritos rebosen de estas virtudes, pero el conjunto queda muy apañado. Como es habitual en este blog, aquí tienen la lista:

Presentación. Reinventar la filosofía: una sociedad crítica. Antonio Pastor Bustamante
Coca-Cola, democracia e imitación de Cristo. Juan A. Herrero Brasas
Transparencias violentas, opacas libertades. Germán Cano
Crítica de la razón ebria. Enrique Ocaña
La explosión de la metafísica nuclear. Karol Wojtyla y la filosofía post-metafísica contemporánea. Joan Pipó Comorera
(Auto)biografía de un órgano. Beatriz Preciado
A vueltas con el diablo. Julio Díaz Galán
Denuesto de la actualidad. Antonio Valdecantos
La rala-topo lampiña (y otro extraño espécimen). Francisco Lapuerta Amigo
El obstáculo de la transparencia: filosofía y metáfora. José A. Marín-Casanova
Ellos y ellas. Antonia Nájar Ruiz
Deseo de realidad. Un fragmento (autobiográfico) de mi Discurso del método. César Moreno
El precio de las palabras: entre Maurice Blanchot y Francisco de Quevedo. Emilio Velasco Bartolomé
Valores y educación. Juan Antonio Rivera
La nostalgia perpetua o una revisión del paradigma creador. Pilar Adón
Al jilo de la postmodernidad: el tiempo de la mathesis multiversalis. Manuel Barrios Casares
El problema del nacionalismo: ¿que piensen otros?. Ángel Muñoz Álvarez
La máquina de experiencias y el sentido de la vida. Jorge Mínguez Diez
El soporte de la escritura. Carolina Meloni González
Un divertimento heideggeriano. Óscar L. González-Castán
Imagen, lenguaje, medios: elementos de una teoría de la imagen. Ana García Varas
Equipaje ontológico para andar por casa. José Navarro
Passe-partoul (en torno al «soporte de la violencia»). Paco Vidarte
Lo bestias que somos. Pere Saborit
Nosotros, los humanos… (pequeño manifiesto para un siglo que empieza). Luis Arenas
Entre fantasmas: imaginando a los otros. Elena Nájera
Deseo de otra realidad, deseo de la palabra otra. Jorge Riechmann

Hay de todo. Algunos artículos son demasiado técnicos para un profano como yo. Alguno hay tan surrealista que no me he enterado de nada (el del órgano). Otros, por el contrario, se leen con facilidad e incluso con una sonrisa en los labios (el de Wojtyla, entre otros). Algunos son flojos o poco originales (la presencia del postmodernismo y Derrida abunda demasiado). Y con otros discrepo en mayor o menor medida (La máquina de experiencias y el sentido de la vida me parece fallida en la base).

Pero todos comparten una virtud: te hacen pensar. Soy enemigo de pedanterías vanas y de aquellos que dicen que todo debe ser profundo. Pero también me cansa el otro extremo; creo que a nuestra sociedad no le vendría mal un poco de sustancia. Ya que lo máximo que vamos a ver en la televisión es al infumable del Punset y que los únicos programas con un poco de enjundia están en la radio, no está nada mal leer un libro que ponga sobre el tapete problemas interesantes sobre los que debatir.

Yo quiero más.

Escuchando: La mañana, de Peer Gynt. Grieg.


Extracto:[-]
Cuántas palabras gastamos y cuan pocas son nuestras, dijo Canetti.

Una poesía que voluntariamente se priva del poder de dar nombres nuevos renuncia a sus capacidades más íntimas y necesarias, y de poca ayuda nos será, por más que menudeen las invocaciones a su utilidad. Normalización es siempre empobrecimiento .

La normalidad como programa me parece tan alicorta e inútil como la persecución sistemática de la extravagancia. Prestemos menos atención a la figura del poeta: volvamos la mirada al mundo, al mundo grande y terrible y extranjero. A las cosas —que son relaciones—, a las cosas mismas. A cavar tras el núcleo de brasa, tal y como lo intuyeron Guillevic y Wittgenstein.

Cada día veo la belleza de la gente en la calle, en el metro —belleza a veces agostada, a veces inicial— y me digo: este mundo tiene que salvarse. A pesar de los pesares, de las atrocidades y de las indignidades, este mundo tiene que salvarse. Sería de una imperdonable ingenuidad confiar tal salvación al poder del poema. Pero sería un terrible error olvidar que no hay poema que deje el mundo intacto.


En cualquier caso, hoy la devastación y la decadencia d lenguaje corren raudas hacia su propio desconocimiento Cada vez son menos las personas que se preguntan por la corrección de su propio lenguaje. Menos son aún aquellas que tratan de enriquecerlo y pulirlo. El resultado es un mundo lleno de faltas de ortografía al que contribuye el propio Ministerio de Fomento, que no pone acentos en los carteles que informan de los nombres de muchos pueblos o ríos. En conjunto, tenemos un lenguaje breve, simple, cotidiano, machacado, dócil y que no se queja nunca de sí mismo. Con él pretendemos enjuiciar la lucidez, el rigor, la claridad y complejidad de todo pensamiento. Como la complejidad del lenguaje en general y del filosófico en particular corre pareja a la complejidad del ser humano, y como la dificultad del lenguaje es el reflejo de la dificultad de nuestra inserción en la realidad cotidiana, tenemos como resultado que nuestro pobre ser lingüístico actual es el que mejor se baña en esa realidad, medida de todas las demás, al que no le cuesta ser uno con ella. De ahí que los filósofos, desde Sócrates, estén siempre en las nubes y alejados del mundo, según una cierta imagen incomprensible popular.

En resumen, cuando no queremos que el pensador nos cause desasosiego, cuando lo reducimos a una pildora contra el aburrimiento y cuando le exigimos, además, que se exprese en la forma de la cotidianidad, entonces nos quedamos con una pura nada. Dadas estas condiciones, ¿cómo es posi que todavía pretendamos encontrar en el pensamiento una novación y repristinación de la mirada sobre la realidad renovación de la mirada sobre la cotidianidad no es mas dianidad. Sin embargo, cuando nos situamos, como omb ig satisfechos, en el centro del epiciclo de nuestro mundo, c estrecha órbita planetaria marca los límites de la realidad lo que se puede decir inteligiblemente, entonces lo que no está con nosotros, acompañándonos fiel y acompasadamente, es locura y desvarío, desviación de los perfiles bien delimitados del mundo y del lenguaje. Si ahora oímos una señal lejana, que apenas se puede amplificar, de otro mundo, si nuestros sensores de radio, casi desmantelados y abandonados por el convencimiento de que no hay más mundos que el que marca nuestro pequeño vivir receloso, se conmueven mínimamente por las ondas de unas voces antiguas, intermitentemente oídas, entonces nuestra capacidad para prestar atención a los mensajes de extramuros, agostada por el hábito de no esperar la visita de nadie que no seamos nosotros, volverá a centrarse en lo que puede distinguir nítidamente a su alrededor. Se dirá persuadida: «si hay alguien más, si hay alguna exhortación que de verdad quiere hacerse oír, entonces que se muestre inequívocamente como uno más, aquí y ahora, con nuestra voz y nuestro rostro». Por este convencimiento siempre renovado, el dicho ilustrado «¡atrévete a pensar!» deja de tener fuerza porque, finalmente, aquello a lo que apunta es lo más mico de la existencia humana, una zona del espacio alejada y remota, aunque existente y pertinaz en sus mensajes, hacia la que sólo un descuido, casi un milagro, nos puede hacer girar otra vez la cabeza. Por eso tiene todo el sentido devolver la exhortación con otra: ¡que piensen ellos, los que sean que están o visitan de vez en cuando ese espacio sideral! Y, sin embargo, es muy probable que aquel milagro esté en cada uno de nosotros, esperando a que una fe contenida y pisoteada, que nadie, de verdad, quiere perder, le obligue a actuar.


Los doctores descubren al retirar la piel un órgano erecto

Es preciso despellejar los lazos gelatinosos que podrían unir la familia al gesto monstruoso que sale de esa boca.

El teatro operatorio ha comenzado cuando una mujer inesperada abre la puerta del quirófano y dice, dirigiéndose al rostro dormido, «Recuerda que yo soy Medea, tu madre» Los doctores la ignoran. Sólo yo, en la claridad de la hipnosis la he visto. Es una mujer seria, con el pelo muy negro atado a la cabeza en forma de moño. Podría ser María Callas pero en ese caso el jefe del quirófano tendría que ser Passolini.

La mujer me persigue como un Orlan que documenta el paso del bisturí sobre su propia carne. Mother_data_base. Al mismo tiempo arkhe y arkheion, principio y domicilio; ley de acuerdo a la que toda imagen puede volverse documento público y guardián del secreto más privado. Mamá_digital archiva, recuerda mientras yo no soy consciente, para que yo pueda no ser consciente.

—Pero, ¿cómo puede asistir a la tortura de su casta sin desfallecer? ¿Cómo puede soportar el corte, la castración por segunda vez? ¿Podría mi madre ser Medea y haberme entregado gustosa al sacrificio de la sierra? ¿Acaso soy yo el fruto de esta violencia que me da refugio?

De un solo golpe de sierra el cuerpo bascula, se desequilibra, falla, exactamente ahí donde el cuello se hace garganta, estrechamiento, angostura y por fin degolladero. Los maxilares
superior e inferior han sido separados, sus junturas abiertas. La coyuntura deshecha, la articulación desmontada. El tiempo se ha salido de madre4. Durante unos minutos, el labio y la uijada inferior permanecen alejados del rostro, de tal modo ue si el cuerpo fuera puesto en pie, sin ayuda de tenedores y fórceps, la mandíbula caería sobre el pecho dejando la lengua al descubierto como un órgano externo. El músculo más flexible y esponjoso, el más tierno y delicado, quedaría así expuesto al afuera. Libre de su caja de resonancia, la lengua sería al mismo tiempo visible y silenciosa, groseramente agresiva e impotente.

La inscripción en la carne se anuncia primero como trazo de lápiz sobre la piel. El dibujo es un diagrama performativo que promete que en cada línea se abrirá un tajo, un mapa futuro que indica que todo lo que excede la línea roja es ya carne muerta. La reconstrucción prostética es ante todo un trabajo brutal de la Forma y en ese sentido, la cirugía no es sino una rama carnal y sangrienta de las artes que denominamos «estéticas». El objetivo de la prostética y de la estética, salvando la distancia, es el mismo, a saber, hacer una abertura y modificar el curso natural de los órganos.

La conciencia, antes y después de la sensibilidad, es una abertura: yacimiento, circuncisión, cueva, vagina, boca, hoyo, ano, túnel, pliegue del oído, cripta, párpado, huella, entrada del paraíso, glándula linfática, ojo, guante, bollo, vertedero, cloaca, repliegue del ombligo, mina, lagrimal, puerta, arteria, sumidero, poro, pasillo, vaso sanguíneo, galería, cuerpo. El mundo de lo vivo es, como tú, madre, infinitamente cavernoso.
De cada fosa emerge una lengua que canta en doce idiomas: «… el Capital se hizo carne y habitó entre nosotros… ».

7 comentarios

  • La Otra Chilanga marzo 11, 2007en12:14 pm

    He terminado enredado, quizás sea la hora: acá son poco más de las cuatro de la mañana y no he dormido aún; pero la imagen de Sócrates en las nubes, amén de ser una «imagen incomprensiblemente popular», me recuerda una escena de «Las nubes», de Aristófanes; entonces, lo incomprensible se vuelva quizás hasta delicioso, no sé. Buen fin de semana.

  • La Otra Chilanga marzo 11, 2007en12:16 pm

    Por cierto, no he podido entrar al post «Borges, una vida»; quizás sea algo borgiano lo que me lo impida.

  • Magda marzo 11, 2007en5:35 pm

    Me llamnó la atención que en la portada dice «microensayos», Palimp, es comno, en narrativa decir «microrelatos», lo «micro» en los ensayos jamás lo había visto, me gustaría leerlos para ver cómo trabajan un tema de esta forma en los ensayos (el ensayo es un género que me fascina). Es interesante.

  • Palimp marzo 11, 2007en9:19 pm

    No es extraño que se lo recuerde; peores enemigos no había. Gracias por la visita. La entrada sobre Borges aparecerá mañana 🙂

  • Palimp marzo 11, 2007en9:21 pm

    Magda, a mí también me llamó la atención. Si te interesa te lo mando.

  • Magda marzo 11, 2007en10:16 pm

    Gracias querido Palimp, déjame ver si están por acá, sino te digo, mil gracias.

  • Palimp marzo 12, 2007en7:59 pm

    De nada, si no lo encuentras porque será difícil no me cuesta nada mandarlo.

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