Mondadori, 2006. 380 páginas.
Tit. Or. Lunar Park. Trad. Cruz Rodríguez Juiz.
Un euro me costó este libro en el mercadillo, y no vale más.
El protagonista es el propio escritor, que nos cuenta como fueron sus años locos motivados por el éxito de sus libros, y luego la novela se va convirtiendo en una especie de historia de fantasmas donde los personajes de ficción parecen cobrar vida.
El relato de su éxito es muy interesante, sobre todo porque es algo que aquí no es posible imaginar. Que un escritor tenga la fama y el tratamiento de una estrella de cine no pasa en este país. Ni siquiera un Ruiz Zafón tiene un reconocimiento parecido. Hay que tomar esa información con pinzas, obviamente. La segunda parte me ha parecido un pestiño.
Pero lo peor es la prosa. En todas sus obras, mejores o peores, Bret Easton Ellis escribía muy bien. Aquí no. Hasta el punto que a ratos me daba la impresión de que estaba escrito por un negro. Mi imaginación iba más allá; este tío está tan acabado que para sacar pasta ha cogido cuatro ideas, un escritor que pasaba por allí, y libro al canto.
Como mínimo, y como se ve en el extracto, mi idea de que el protagonista de American Psycho pudiera estar imaginando sus crímenes es avalada por el propio autor.
Calificación: No me ha gustado.
Un día, un libro (262/365)
Extracto:
A mí la idea me parecía risible: en el mundo real no existía nadie tan loco y depravado como mi personaje de ficción. Además, saltaba a la luz que Patrick Bateman no era un narrador fiable y si llegabas a leer el libro podías terminarlo con la duda de si los crímenes habían ocurrido en realidad. Se daban muchas pistas de que estos solo existían en la mente de Bateman. Los asesinatos y las torturas eran, de hecho, fantasías alimentadas por la rabia y la ira que le despertaba el modo en que se estructura la vida en América y cómo -con independencia del volumen de su riqueza— ese sistema le había atrapado. Las fantasías constituían una vía de escape. Tal era la tesis del libro. Trataba de la sociedad, sus costumbres y convenciones y no sobre descuartizar a mujeres. ¿Cómo podía no ver todo esto cualquiera que leyera el libro? Sin embargo, debido a la gravedad de las protestas en contra de la novela, el miedo a que quizá la idea no fuera tan risible jamás se alejaba demasiado; siempre latía la preocupación por lo que podría ocurrir si el libro caía en las manos equivocadas. ¿Quién sabía lo que podría inspirar entonces? Y tras los asesinatos en To-ronto dejó de tratarse de una preocupación latente: devino real, existía, me torturaba. Pero aquello había ocurrido hacía más de diez años y había transcurrido más de una década sin que se repitiera nada remotamente similar. El libro me había hecho rico y famoso pero yo no quería ni volver a tocarlo. Ahora todo regresaba en avalancha y me encontré en el pellejo de Patrick Bateman: me sentí un narrador poco fiable incluso a pesar de saber que no lo era. Sin embargo, pensé: Bueno, ¿y él sí?
2 comentarios
Gracias por el consejo, lo borro de la lista de futuras compras.
Saludos
Creo que no me equivoco.