Planeta, 2009. 348 páginas.
Tener expectativas modifica la valoración de un libro. Mi mujer cuando leyó éste pensaba que sería malo, y no se lo pareció tanto. Hasta el punto de recomendármelo. Esperaba yo algo decente a pesar de título y portada, y no ha sido así. Es muy malo.
La protagonista está a punto de casarse cuando se muere su padre, con el que se llevaba fatal. El funeral coincide con la boda, que debe aplazarse. Entretanto recibe una enorme caja con la última sorpresa de su padre. Una sorpresa que cambiará su vida.
Me sigue sorprendiendo lo mal escritos que están muchos bestsellers. Vale que Connie Willis no es Borges, pero te cuenta una historia sin que te sangren los ojos. No es el caso de Marc Levy, que tiene diálogos pésimos y escasa altura estilística.
La historia tampoco es nada del otro mundo; chica que recobra un antiguo amor del pasado y recupera la felicidad perdida. Yo creía que en veinte años te da tiempo de olvidarte de un antiguo novio dos veces, y estas historias me suenan más falsas que un duro de cartón, pero a lo mejor es que soy un insensible.
En la contraportada dicen que cuando una novela es buena de verdad no se deja definir fácilmente, y en vez de un resumen ponen 32 adjetivos elogiosos. En realidad, con uno basta: un truño.
Extracto:[-]
Un sacerdote los estaba esperando. Colocaron el féretro sobre dos caballetes encima de la fosa. Adam fue al encuentro del cura para zanjar los últimos detalles de la ceremonia. Stanley rodeó a Julia con el brazo.
-¿En qué piensas? -le preguntó.
-¿En qué pienso en el preciso momento en que voy a enterrar a mi padre, con quien hace años que no hablo? Desde luego, Stanley, siempre haces preguntas desconcertantes.
-Por una vez, hablo en serio; ¿en qué piensas en este preciso instante? Es importante que te acuerdes. ¡Este momento siempre formará parte de tu vida, créeme!
-Pensaba en mi madre. Me preguntaba si lo reconocería allá arriba, o si sigue sumida sin rumbo en su olvido, entre las nubes.
-¿Ahora crees en Dios?
-No, pero uno siempre está listo para recibir una buena noticia.
-Tengo que confesarte algo, mi querida Julia, y prométeme que no te vas a burlar, pero cuanto más pasan los años, más creo en Dios.
Julia esbozó una sonrisa triste.
-A decir verdad, en lo que a mi padre respecta, no estoy segura de que la existencia de Dios sea una buena noticia.
4 comentarios
Bien!!! uno menos en la lista interminable de pendientes
D.
Sí, creo que te lo puedes ahorrar.
Totalmente de acuerdo! A mí no me gusta dejar los libros a medias, y con éste estuve casi a punto…desde que lo terminé me he replanteado seriamente esa costumbre.
Así puede ser escritor cualquiera, hasta mi gato si aprende a mecanografiar (y si no, pues también).
Lo que no entiendo, Mer, es que libros como éste vendan tanto.