Ed. Tusquets, 2005. 384 pag.
El por qué del sexo
Imagino el escándalo que los primeros libros de Freud debieron provocar. Decir en una sociedad con una moral victoriana que el sexo es el principal motor de las motivaciones humanas debía ser algo más de lo que podían aceptar. Quien lo decía tenía una poderosa teoría que parecía explicar -y curar- enfermedades mentales de las que en ese momento se sabía tan poco implicaba que había que tomárselo en serio.
Tan en serio se tomó que aún hoy en día el psicoanálisis es una terapia extendida, a pesar de las dudas sobre su eficacia. Su mayor problema es, aunque sea paradójico, lo que parecía su mayor virtud: su capacidad para explicar todo. Tanto explica que al final no explica nada. Las intuciones de Freud tienen un escaso -o nulo- sustrato científico y experimental.
Todo lo contrario que la sociobiología. Basándose en que todo comportamiento procede de una larga evolución y que debe servir a algún propósito, consiguió un rotundo éxito al proponer modelos que lograban explicar el altruismo que se observa en muchas especies -sobre todo en los insectos sociales-. ¿Cómo puede ser adaptativo el sacrificarse por un hermano? Porque este comparte la mitad de los genes contigo. Salvar a tres hermanos es más ventajoso que salvarse a uno mismo.
Pero la rigurosidad científica de la sociobiología no le ha impedido convertirse en el origen de la avalancha de libros como ‘Los hombres son de marte, las mujeres son de venus’ o ‘Porque los hombres no escuchan y las mujeres no entienden los mapas’. Libros que con una caradura sin precedentes explican sin ningún tipo de verosimilitud toda la gama de comportamiento moderno. ¿Por qué las mujeres no entienden los mapas? Porque como no iban a cazar, no tienen una mente espacial. ¿Por qué a los hombres les gusta dormir del lado de la puerta? Para vigilar la cueva. De nuevo el mismo problema: explicar tanto no es explicar nada.
Mientras estas actitudes se circunscriban a los best-sellers no pasa nada. Más preocupante es el hecho de que científicos más serios caigan de vez en cuando en los mismos errores. Sobre todo cuando se habla del tema que Freud colocaba en el centro de la psicología humana: el sexo. En este contexto un título como ‘La conjura de los machos’ puede dar la impresión de ser poco serio. Nada más lejos de la realidad.
El ser humano es un animal muy particular. También, o sobremanera, en el sexo. Las hembras humanas han ocultado el celo y su apetencia sexual no depende del mismo. El orgasmo femenino es muy raro en el reino animal. El macho humano tiene uno de los penes más grandes -si lo comparamos con los primates- y la hembra es la única que posee pechos. ¿Somos monógamos o polígamos? ¿La homosexualidad es innata o adquirida? ¿A que se deben estas particularidades?
El autor irá revelando, con una rigurosidad excepcional, la explicación de todas nuestras rarezas. En el primer capítulo ¿Por qué existen los machos? nos tirará por tierra el mito de la guerra de los sexos. La meta de los progenitores es el éxito reproductivo, no engañarse entre ellos. La mantis que devora al macho después de la cópula no es un monstruo. Es el macho el que realiza la mejor inversión para su descendencia: ofrecerse como proteínas para sus hijos. En El mito de la hembra monógama veremos, entr otras cosas, que la infidelidad no sólo beneficia al macho que la practica. A una hembra puede interesarle ligar sus genes con un macho ‘promiscuo’ porque sus descendientes heredarán el comportamiento y se reproducirán más. En El comercio de la carne leeremos el motivo del ‘contrato sexual’. Como su título indica ¿Sirve para algo el orgasmo femenino? explica varias hipótesis para el origen del orgasmo femenino. Los capítulos 5 y 6 La ley del más bello y Y la mujer se hizo niña nos ayudarán a comprender las causas del dimorfismo sexual entre hombre y mujer; en particular el por qué del tamaño de penes y pechos. Con Un mono bisexual y pederasta entenderemos los impulsos bisexuales humanos y con ¿Es el hombre un lobo para la mujer? las posibles causas de la violencia de género. Que en las actuales culturas de cazadores-recolectores prácticamente no exista este tipo de violencia parece sugerir que se trata de una construcción cultural. Por último, en ¿Retorno al Edén? el autor nos explicará su visión de la libertad sexual.
Muchas de las explicaciones, como bien indica el autor en el prólogo, se mueven en el terreno de las hipótesis. Pero plausibles y muy bien documentadas. Sólo en el último capítulo el autor deja el rigor de lado para expresar sus opiniones personales, algunas más polémicas que otras. Para muestra, un botón; que la única educación sexual que tengan los jóvenes en las escuelas sean la prevención de enfermedades es como si en un curso de gastronomía sólo se enseñara cómo no intoxicarse. Ahora bien ¿A quién le correspondería educar lúdicamente en el sexo?
Uno de los mejores libros que he leído sobre este tema y, por descontado, el más actual y documentado. Gustará por igual al experto que quiera saber el estado de las últimas investigaciones, como al lector curioso que esté dispuesto a aprender con un libro bien escrito, ameno, y totalmente exento de especulaciones gratuitas. Imprescindible.
(Un día, un libro 140/365)
Escuchando: En mi salsa. Arianna Puello.
2 comentarios
¿No habrá una edición de bolsillo?
Pues no lo sé. Supongo que no porque acaba de salir.