[*] Brian Aldiss. Invernáculo.

abril 29, 2005

Ediciones Minotauro 2003. Trad. Matilde Horne.
Tit. Or. Hothouse, 1962. 352 páginas.

Imaginación Exhuberante

Bueno, por fin un libro de ciencia ficción en esta bitácora. Aunque no lo parezca, soy un gran amante de la ciencia ficción (aproximadamente un tercio de mi biblioteca es de este género), pero últimamente no tenía nada por leer. Este era el único libro que tenía en la cola de pendientes, y lo estaba reservando para un momento especial. Como ahora estoy leyendo ‘Saul ante Samuel’ de Juan Benet (libro arduo donde los haya y que me tendrá un tiempo apartado de actualizaciones bitacoriles porque no se lee en cuatro días) me pareció bien darme el gustillo antes de escalar la montaña.

Aldiss es un escritor de ciencia ficción un tanto atípico; sus libros pueden ser oscuros y vanguardistas (sólo hay que recordar ‘A cabeza descalza’ libro que, aunque se disfruta, todavía estoy esperando a quien me lo explique), y alguna vez ha escrito dentro del ‘mainstream’, aunque el sea un firme defensor de quitar a la ciencia ficción la etiqueta de ‘ciencia ficción’ (o al menos así defendía en la conferencia que tuve la suerte de poder ver en Barcelona, con posterior salutación y firma de libros incluida -aunque mi mala cabeza hizo queno tuviera ninguno, algo que remedié al día siguiente con William Gibson, al que le lleve las obras completas para que me las firmara, je, je, y ahí estaba el pobre hombre, todo el padre del Cyberpunk, sentadito en una barandilla sin apenas luz firmando los libros que cuatro fans les llevábamos; y es que estaban un poco dejados de la mano de dios). Aquí nos encontramos con un libro que, aunque pueda dar lugar a reflexiones interesantes, puede inscribirse sin miedo dentro la ‘ciencia ficcion de toda la vida’.

El arranque es sugerente; dentro de millones de años, el sol está a punto de estallar en una nova, el planeta tierra ha detenido su rotación y muestra siempre la misma cara hacia el sol; la luna está (con respecto a la tierra) en una posición fija; y en la parte iluminada de la tierra crece una selva gigantesca, donde ya no hay prácticamente animales, y el reino vegetal es el dueño absoluto. Los humanos son pocos, viven (o malviven) en tribus pequeñas y nada queda de la civilización de antaño. La historia empieza con un grupo de jóvenes que comienzan su andadura como grupo, después de que los adultos hayan efectuado el viaje ‘hacia arriba’ que realizan cuando llegan a viejos. Una serie de circunstancias llevará al protagonista de la historia a través de un mundo repleto de peligros, curiosidades y sorpresas.

Aldiss no se para en barras a la hora de crear especies vegetales y nos regala una ecología completa con saltavilos, olmobuches, moscatigres, guatapanzas, morillas inteligentes, profetas delfines, termitones y un largo etcétera que sería difícil de enumerar. Una ecología que es una delicia y a la que sólo pondría una única pega: su peligrosidad. En esta selva, basta con moverte para que salten sobre ti cientos de peligros, y uno se pregunta si en una ecología real se podría dar tal ferocidad.

Un libro muy bueno, que no ha envejecido en lo más mínimo, de todo un maestro de la ciencia ficción.

(Un día, un libro 18/365)

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