Charles Dantzig. ¿Por qué leer?

junio 24, 2024

Charles Dantzig, Por qué leer
451 editores, 2011. 264 páginas.
Tit. or. Pourquoi lire? Trad. Elena M. Cano e Iñigo Sánchez-Paños.

Ensayo de múltiples minicapítulos que nos explica por qué hay que leer -o no-, por amor o por odio, por masturbarse o por virtud, por vicio o por apuesta, para hacer amigos o para no mejorar. Yo no lo leí, lo devoré, empecé y solo paré para dormir (como dice en uno de los capítulos ¿dejar de leer para eso?). Si como también se dice en el texto un escritor solo puede aspirar a que algunas de sus frases perduren en los lectores, este libro me ha dejado párrafos enteros, algunos de los cuales pongo a continuación porque se expresan mucho mejor de lo que yo podría llegar a hacer. Un libro donde se afirma que se tendría que pagar un sueldo a los lectores para salvar la literatura debería ser nuestra biblia.

Muy bueno.


Se lee para comprender el mundo, se lee para comprenderse uno mismo. Y si se es un poco generoso, ocurre que también se lee para comprender al autor. Creo que eso solo les ocurre a los más grandes lectores, una vez que han saciado las dos primeras necesidades, la comprensión del mundo y la comprensión de sí mismos. Leer hace cantar a las momias, pero no se lee para eso. No se lee para el libro, se lee para uno mismo. No hay nada más egoísta que un lector.


Si hay que ir al fondo de las cosas antes del final, aunque estoy en contra tanto de las conclusiones, que pretenden cerrar, como de las introducciones, que con intención de justificar aportan sospechas, cuando se ha leído mucho es que se lee por amor. Se empieza por estar enamorado de los personajes; luego del autor; y, al final, de la literatura. Y esa es la princesa que se busca sin fin, reptando con el cuello tendido y la boca ávida hacia el frescor lustral y resplandeciente que habíamos sentido en nuestras primeras lecturas, y que ya no sentimos, con tristeza, quizá sin razón. Hemos perdido inocencia, y también ignorancia. Cuando no habíamos leído nada, el talento más raquítico se nos hacía Pavarotti. Supongo que el explorador, cuando penetra en la jungla, se extasía con el primer gusano con ciento y un pies que se encuentra; pero después de meses de marcha, cuando alcanza un claro en el que las hadas danzan al son de los pájaros lira, no se siente ahíto. Aunque se lea mucho, la cantidad de lecturas no destruye su calidad.


La lectura no consuela. En cierto modo, desespera. La desesperación no es triste. Nos lo prueba Pascal, el gran Pascal de los Pensamientos que escribe como águila ascendiendo por el cielo, haciendo un ruido de cuchillos con sus alas; Pascal, que se empeñaba en creer en la Esperanza de los cristianos, en la del reino de los cielos: «Nunca vivimos, pero esperamos vivir, y preparándonos constantemente para ser felices es inevitable que nunca lo seamos». Cosa simple, concluye: «Uno muere solo». Y no, no es triste. La desesperación es un hecho, como la lluvia o el sol. Lo triste sería más bien la esperanza, por las ilusiones con las que nos rodea el cuello como una bufanda, para luego estrangularnos mejor. En compañía de Pascal y de algunos otros escritores, los lectores se convierten en adultos que no se ocultan las cosas y no sufren por ellas.


He intentado leer Crepúsculo, es demasiado. Le quedan a Stephenie Meyer 84 999 999 lectores de sus novelas, que no están ni bien ni mal, son infumables. Diálogos en los que se contesta a las preguntas, «¿Vas al colegio, Bella? —Sí, Edward, voy al colegio», y cosas así, demasiado esfuerzo, Wittgenstein es más fácil, se lo aseguro. El manuscrito de Crepúsculo fue rechazado por catorce agentes antes de que lo publicaran. Por desgracia, siempre hay un decimoquinto agente. La historia de los éxitos populares está hecha con el decimoquinto intento. Los editores intentan, hasta donde pueden, no vender y preservar la literatura, no hay nada que hacer. Así nació Crepúsculo, la primera novela de vampiros que no está hecha con sangre sino con bodrio.


Cuando se lee, se mata el tiempo. No en el sentido de «pasar el tiempo», eso es cuando se lee bostezando para ocupar vagamente una tarde en el campo, no, sino cuando se hace una lectura seria, una lectura en la que uno es absorbido por el libro. Da la impresión de que el tiempo ya no existe. Se tiene incluso una sensación confusa de eternidad. Por eso los lectores cuando salen del libro parecen submarinistas, con el ojo opaco y el resuello lento. Necesitan un momento para volver al tiempo práctico. Y por eso los grandes lectores tienen la sensación de ser siempre jóvenes. No se han visto desgastados del mismo modo por un horario, es decir, han ocupado horas en otra cosa distinta que obedecer al tiempo común. Incluso con cien años mueren jóvenes. Cada nueva lectura ha sido una inmersión en un baño fresco, un momento en el que se ha vencido al tiempo, y no del todo ilusoriamente.


Ah, cuánto me han podido gustar los libros. Su forma, su olor, su promesa. Y sin embargo, qué forma tan banal y, a veces, qué olor más desagradable, qué decepción. Tanto peor. Porque a la postre, de ese objeto al fin y al cabo tan común, negro sobre blanco, mosca en leche estropeada, surge, otras veces, un mundo. Y por eso la lectura no está en contra de la vida. Es la vida, una vida más seria, menos violenta, menos frívola, más duradera, más orgullosa, menos vanidosa, con frecuencia llena de todas las debilidades del orgullo, la timidez, el silencio, la retirada. Mantiene, en medio del utilitarismo del mundo, un desapego a favor del pensamiento.
Leer no sirve para nada. Por eso precisamente es una gran cosa. Leemos porque no sirve para nada. ¡Cuando piensa uno que se puede culminar una carrera de éxito en la Bolsa de París, sin haber leído nunca nada en la vida! Por eso hay que ser amable con los poderosos que leen. Podrían hacer otra cosa.
Pero leer es indispensable, sí, aunque muchos no lo saben. Y van por la vida, respirando con los pulmones y asfixiándose el cerebro.


Una ciudad -un barrio- en la que hay tantas librerías y, por consiguiente, tantos lectores, no es una ciudad de la que deba uno marcharse enseguida

2 comentarios

  • Francisco junio 24, 2024en7:43 am

    Pues parece muy interesante. En esto de por qué leer seguro que tú (como avezado lector) también arrojarías reflexiones muy interesantes. Saludos.

  • Palimp junio 27, 2024en10:40 am

    No te creas 😀

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