Ediciones Cátedra, 1999. 227 páginas.
Una obra más de Fernández Flórez, para quitarme la espinita de La novela número 13. En este caso una obra menos polémica, alejada del humorismo caracterÃstico del autor y en una estupenda edición de Cátedra.
En la casa de los Abelenda acaba de entrar una nueva criada, Volvoreta, una moza atractiva y desenvuelta. Todo un acontecimiento para Sergio, que se enamorará perdidamente de ella. ¿Podrá un señorito bien admitir sus amores con una criada?
Seguramente muchos de los lectores reconocerán en la portada de esta edición el sello de fábrica de la editorial, especializada en todos aquellos clásicos que se mandan leer en los institutos. Gracias a esta práctica -con la que no estoy muy de acuerdo- podemos disfrutar ya de mayores de unas ediciones baratas, cuidadas y con un excelente prólogo.
En este caso me ha servido para conocer un poco más la vida y obra de Wenceslao Fernández Flórez, del que no se puede encontrar mucha información en la red. También para situar en su contexto este libro, alejado de lo que hasta ahora habÃa leÃdo del autor.
Volvoreta es la historia de la pérdida de la inocencia. Pero no porque el protagonista, un chaval todavÃa joven y romántico, tenga una aventura, sino por el enfrentamiento entre una mirada inocente del mundo con la dura y vulgar realidad. Ante el sentimentalismo exagerado de Sergio se opone la desenvoltura natural de Volvoreta para la que el amor no tiene tanto cuento ni misterio y la mundanidad del banquero que la mantiene, capaz de permitir el encuentro entre los jóvenes siempre que el obtenga lo que quiere a cambio de lo que paga.
La ambientación, el retrato naturalista de una sociedad basada en las apariencias, de doble moral, en la que el mismo protagonista siente vergüenza por estar enamorado de una criada. Como dirÃamos hablando de una pelÃcula, en este libro los secundarios son de lujo.
Puede que ni el tema sea muy original ni la prosa rompedora, pero el libro tiene calidad y ha aguantado bien el paso del tiempo. Recomendable.
Escuchando: Tan Lejos. Decima victima.
Aquà tienen una selección de fragmentos.
Extracto:[-]
Federica soportó el examen moviendo un brazo en aquel vaivén que imprimÃa al hatillo, y, que era en ella la expresión de un ligero azoramiento. Explicó, sonriente:
—En mi tierra me llamaban también Volvoreta.
—¿Por qué te llamaban Volvoreta?
—No sé.
Tampoco se mostró doña Rosa muy satisfecha del poético apodo: Mariposa… ¡Hum!… Más bien creÃa ella descubrir en el remoquete condiciones de travesura y de holganza, de vano ir y venir, de ligereza, que mal se acomodarÃan al cumplimiento de los deberes de trabajo: siguió andando y gruñó:
—Más valÃa que te llamasen Pepa o Manuela, como se suelen nombrar las muchachas humildes. Las mejores criadas que yo tuve se llamaron asÃ.
Subieron unos crujientes escalones. En el último piso, en un cuarto formado por tabiques de madera, sin cal y sin papel, y cuyo techo en declive se juntaba al suelo en una tenebrosa angostura, estaba la alcoba de la sirvienta: el catre de lona, y sobre él, el jergón de secas hojas de maÃz, que mostraba su contenido en las dos aberturas por las que habÃan de entrar a diario las manos que hubiesen de mullirlo. Una estampa de Santiago el Mayor, tieso en su cabalgadura, que atropellaba a unos pobres moros despavoridos, era todo el adorno de la pared. El viento marino pasaba, estremeciendo una alta ventana casi horizontal, por cuyas uniones hacÃa entrar, en los dÃas de lluvia, algunas gotas de agua. Y aquella ventana inun¬daba la estancia de una luz a la que hacÃa dorada el dorado tono de las desnudas tablas de castaño de la pared.
La casa estaba en medio de la gándara verde y riente. HabÃa sido construida con pretensiones de chalet, con arreglo a un gusto poco común, sin la pesada abundancia de granito que las lluvias frecuentes aconsejan en el paÃs galiciano, con balcones de madera pintada bajo tejados puntiagudos y de salientes aleros. ParecÃa una casa arrancada de un cromo holandés. Seguramente fuera construida para recreo de veraneantes, y, en algún tiem¬po, todos los terrenos que la rodeaban habÃan sido jardÃn. Aun ahora, frente a la entrada principal, se conservaban unos macizos con camelios y rosales pobres; la hierba, que antes bordaba cenefas en sus orillas, habÃa aprove¬chado la ausencia de jardineros para invadir la tierra, y sólo sucumbÃa en el centro de los caminos, donde las pisadas frecuentes la extirpaban. Las tenaces matas de alhelÃes se habÃan salvado de aquella catástrofe y sobresa¬lÃan multiplicadas, entre ha hierba con su tono más apagado. Y. en primavera, todo su aroma delicioso invadÃa la vieja casa y el viejo jardÃn, y pasaba a la carretera —entoldada de olmos gigantescos— sobre la verja de barrotes aguzados, rota en tantos sitios y que mal zurcÃa la hiedra. Un mirto, en algún tiempo recortado en forma de cono, crecÃa ahora libremente; el antiguo estanque se habÃa ido llenando poco a poco de tierra, y sólo su borde de cemento, cubierto de musgo, sobresalÃa del nivel del jardÃn.
8 comentarios
Joder, décima vÃctima. ¡Que gran banda! te doy un 16 en música (de 0 a 10)
SÃ, gran banda. En el cuchitril tenemos una banda sonora variada, y alguna no tan buena 🙂
Le soy de Orense……
Ahora tendrÃas que leer «El bosque animado» Sà que es un autor no tan conocido como otros, sobre todo por la época en que vivió/escribió, aunque cada vez se está estudiando más.
El bosque animado ya lo he leÃdo dos veces. Un libro impresionante.
Quisiera indicarles que estamos haciendo un esfuerzo con Wenceslao Fernández Flórez, para incrementar el conocimiento de su obra, tanto literaria como periodÃstica, que ha sido mucha y de calidad. Desde la Fundación WFF, en su Casa Museo, situada en Sana Salvador de Cecebre, Cambre, La Coruña. tratamos de elaborar un blog donde vamos reflejando los esfuerzos de la Fundación por la difusión de sus obras y de la Cultura. Espacio en el que se encuentra el mayor centro de documentación sobre el escritor y que es poco conocido.
Nuestro blog es : http://www.wenceslaofernandezflorez.org/blog.
Muchas gracias por recomendar la lectura de la oba de Wenceslao
Gracias a vosotros por el enlace, Wenceslao merece más reconocimiento.
Hola, les escribo desde Argentina, estoy leyendo Volvoreta, novela que nos habla de un tiempo y unas costumbres ya idas, además, describe muy bien la tierra gallega, región de la cual vinieron los antepasados de muchos compatriotas mÃos. Encuentro la novela muy entretenida y llena de situaciones enternecedoras, no sólo vinculadas a los protagonistas. Saludos desde el otro lado del Atlántico.