Caballo de Troya, 2009. 398 páginas. Ni dedicando más tiempo y extensión podré en esta reseña reflejar mínimamente las reflexiones, comentarios y opiniones sobre lo que se expone en este libro. Lo ideal hubiera sido tener un diálogo con el autor, pero como se dice en el mismo texto leer -por mucho que se nos diga lo contrario- nunca es ese diálogo. El autor suelta un sermón y uno asiente con la cabeza o replica enfadado pero ¡ay! no vamos a tener respuesta. Como en la falacia naturalista, que parte de la base de que lo natural es bueno, también se nos dice que la lectura es lo más. Leer nos hace inteligentes, cultos, más libres, mejores personas, puede que incluso más guapos. Los libros son muy buenos y otras cosas, como la televisión, son muy malas. Eso sí, pruebas, ninguna. Se recopilan muchos fragmentos de diversas personalidades que defienden la lectura y la verdad es que, puestas todas en fila, dan un poco de vergüenza ajena. El autor reparte estopa a diestro y siniestro sin dejar títere sin cabeza. Insistiendo en que afirmaciones, muchas, pero pruebas, pocas o ninguna. Aunque yo mismo he criticado muchas veces la sacralización de…