Ariel, 2007. 390 páginas. Tit. Or. The equation that couldn’t be solved. Trad. Blanca Ribera de Madariaga. A través de las figuras de Galois y Abel, que tuvieron una vida más propia de una novela de aventuras o de Dickens que de unos matemáticos insignes el autor nos cuenta la historia de la simetría que ha tenido un papel imprescindible en las matemáticas. La idea de belleza impregna la búsqueda de muchas ecuaciones. Este apunte, como otros que estoy colgando últimamente, provienen de archivos de hace años, así que no puedo hablar en demasía del libro porque apenas lo recuerdo. Esta bitácora tiene como objetivo precisamente refrescar la memoria de libros que he leído. Para remediar lo escueto del comentario busco otras reseñas en la red. He encontrado esta: La ecuación jamás resuelta tras bucear mucho en los resultados porque todos los que aparecen en primer lugar son páginas para vender el libro. Qué diferencia con aquellos tiempos en los que incluso una humilde página aparecía en las primeras posiciones si contenía información relevante. Google se ha ido a la mierda. Bueno. Los creadores del programa 20/20 ABC News realizaron un experimento para estimar con qué frecuencia obtienen un trato…
Ariel, 2007. 390 páginas. Tit. Or. The equation that couldn’t be solved. Trad. Blanca Ribera de Madariaga. La ecuación que no se consiguió resolver es la de quinto grado, verdadero caballo de batalla para los matemáticos hasta que se consiguió demostrar, por un lado, que no se podía resolver. Y por otro, que es realmente lo importante, que para saber si una ecuación es resoluble o no hay que analizar las propiedades de su grupo asociado. En el centro dos matemáticos cuyas vidas fueron de película. Por un lado Galois, que murió joven en un duelo cuyos detalles no se han aclarado aún (aunque el autor da lo que considera la versión más probable) y que con su invención del concepto de grupo creó una rama nueva de las matemáticas que ha sido extraordinariamente fecunda. Por el otro, Abel con una vida menos agitada, pero llena de penurias e incluso hambre. Ahondó en los conceptos introducidos por Galois y juntos marcaron el camino para las ecuaciones que iban a describir la simetría en el universo. El libro acaba con las aplicaciones de estas teorías en la relatividad, la mecánica cuántica y la teoría que se creía iba a unificarlas pero…
Ariel, 2006, 2009. 302 páginas. Tit. or: The golden ratio. Trad. Daniel Aldea e Irene Muzas. Excelente libro de divulgación alrededor de la razón áurea, o número PHI, su descubrimiento, qué es, en qué series matemáticas aparecen y su uso en las artes, ya que siempre se ha considerado patrón de proporciones por excelencia. Incluye explicaciones detalladas, multitud de anécdotas y todo tipo de información interesante (dejo extractos al final). Quizá lo que más me sorprendió es que esta proporción no se usa tanto en el arte como tenía pensado. Sin embargo sí que aparece con frecuencia en la naturaleza. Recomendable. Otras reseñas: La proporción áurea y la historia del número más sorprendente del mundo Muchos investigadores han llevado a cabo experimentos similares durante el siglo xx, con resultados diversos. Los ardientes entusiastas de la Proporción Áurea normalmente informan de aquellos experimentos que parecen demostrar la idea de una preferencia estética por el Rectángulo Áureo. Sin embargo, los investigadores más cuidadosos ponen de relieve la cruda naturaleza y los defectos metodológicos de muchos de estos experimentos. Algunos creen que los resultados dependen, por ejemplo, de si el lado más largo de los rectángulos estaba situado horizontal o verticalmente, del tamaño…
Divulgación científica basada en examinar los errores de grandes científicos y ver que incluso de sus fallos se puede obtener buena ciencia. Hay un buen trabajo de investigación, porque aparece información bastante nueva y contrastada. A pesar de eso el libro se me hizo un poco pesado de leer, pese a la buena fama del autor como divulgador. En otras palabras, la motivación original ya no existía, y Einstein creía que se violaba la simplicidad estética, así que no creía que la naturaleza necesitase una constante cosmológica. ¿Pensó entonces que aquello había sido su «mayor error»?36 Es improbable. Es cierto que se sentía incómodo con el concepto, y que ya en 1919 había dicho que era «gravemente perjudicial para la belleza formal de la teoría». Pero la relatividad general definitivamente permitía la introducción del término cosmológico sin violar ninguno de los principios fundamentales sobre los que se asentaba la teoría. En este sentido, Einstein sabía que esto no era en absoluto un error antes incluso de los descubrimientos recientes que conciernen a la constante cosmológica. La experiencia adquirida en la física teórica desde los tiempos de Einstein nos ha demostrado que cualquier término permitido por los principios básicos probablemente resulte…