Acantilado, 2002. 88 páginas. Breve historia en tono poético de un preadolescente, el verano, y el amor que arrasa sin miramientos. Pensaba que era un libro actual pero es del año 1952 y sigue manteniendo la misma fuerza en el lenguaje, en la situación intimista, que nos resulta hoy en día igual de fresca y evocadora. En goodreads se repite mucho la palabra bonito y eso puedo hacernos huir por miedo a encontrarnos con algo ñoño y pasado de moda, y nada más lejos de la realidad. Conmueve por lo cotidiano, por lo bien escrito que está, y porque hay emociones que siempre serán las mismas, pasen los años que pasen. Muy bueno. Por la tarde la playa estaba llena de sol color naranja y había nubes blancas y olía a tortilla de patata. Y había cangrejos que se escondían entre las peñas y los niños éramos los encargados de enterrar las botellas de sidra entre la arena húmeda para que no se calentasen. Y todos decían: «Qué tarde más preciosa», y los novios se sentaban apartados y cuando empezaba a oscurecer y todo estaba lila y morado estaban con las caras muy juntas sin hablar nada, como confesando. Pero…