Lengua de trapo, 2013. 260 páginas. En un futuro que podría haber sido aunque no fue, donde se construyó Eurovegas y la crisis de la construcción fue todavía más terrible se mueven diferentes personajes. Bruno Gowan, magnate y figura mediática que ha desaparecido, un detective que lo busca, un chico que duerme en los aviones abandonados del Prat y un trabajador de un bazar con problemas de piel. Trama fragmentada que va saltando entre los protagonistas con el paisaje casi post apocalíptico como hilo conductor que aprovecha el autor para desplegar algunas ideas punzantes y, en ocasiones, muy bien escritas, pero que no acaba de ligar en una trama que vaya más allá del destello ocasional. Eso sí, la novela correctísima, dibuja un ambiente que nos resuena mucho, ofrece ideas originales (esos aviones ocupados) y, como digo, tiene páginas verdaderamente brillantes. Bueno. Ruido blanco Está sonando el silencio en el interior de mi cabeza. Hay imágenes circulando, colisionando las unas contra las otras, palabras que se traban en ausencia de sintaxis. Deja la cocaína, prueba el Vicodín, escucho. El sexo anal no es amor, escucho. Hay odio, hay furia dentro de mí. Puedo detectarlo. El autocastigo no sana. El terrorismo…