Fondo Cultura económica, 2009. 354 páginas. Tit. Or. The new world of mr. Tompkins. Trad. Francisco Rebolledo. George Gamow, además de ser un físico excelente y el inventor del modelo del Big Bang, escribía muy bien. Una prueba es su Biografía de la física. Sus breviarios del señor Tompkins son unos libros de divulgación en los que explicaba la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica. Mientras el señor Tompkins asiste a conferencias de física no se entera de mucho, pero en sus sueños se ponen de manifiesto las curiosas consecuencias de las teorías de las conferencias. Yo había leído la versión original, esta está revisada y actualizada por Russell Stannard para incorporar los nuevos descubrimientos y -no sé si para bien o para mal- corregir algunos aspectos políticamente incorrectos. Es ideal para aquellos que quieran saber de que va la revolución de la física del siglo XX, y seguro que se divierten por el camino. Calificación: Muy bueno. Extracto: «Si usted logra tener lo que los jugadores llaman una racha de buena suerte, ganará en varias ocasiones consecutivas. Sin embargo, su ganancia total será de una libra cada vez, por lo cual no será muy alta. Por otra…
Salvat, 1971. 262 páginas. Trad. Fernando Vela. A Gamow le debemos muchas cosas, la más conocida la teoría del Big Bang (aunque el nombre se lo puso Hoyle para ridiculizarla lo que hizo fue hacerla más popular). Esta biografía, donde se repasa la historia de la física hasta sus días, ya la había leído, pero siempre es un placer releer a Gamow. Porque escribe muy bien y sabe explicar con claridad y sin perder rigor los conceptos más complicados de la física. Además incluye un montón de anécdotas (algo que me encanta) y muchas de ellas vividas en primera persona, porque Gamow es parte fundamental de la historia de la física. A mí me estremece leer cosas como esta, donde se narra el origen de la energía atómica: […]él y su ayudante, Fritz Strassman, bombardeando uranio con neutrones, habían encontrado la presencia del bario, un elemento que está a la mitad del sistema Mendeleev. Meitner y su sobrino, Otto Firsch (dos Otto en el asunto), que había ido con ella a Estocolmo, pensaron que ello había sido el resultado de una fisión, es decir, de la desintegración en dos de un núcleo de uranio golpeado por un neutrón. Tan pronto…