El libro se compone de dos partes casi similares en tamaño. El prólogo de Snow, que nos habla de la vida de Hardy, incluyendo multitud de anécdotas de primera mano, puesto que fue buen amigo del matemático. Y la apología de Hardy, en el que defiende las matemáticas. Confieso de entrada que me gustó más la primera. Hardy fue un matemático de nivel, con sus manías -como es habitual en los genios en esta materia- pero que quedó opacado por su relación con Ramanujan, un genio natural todavía más excéntrico que el propio Hardy. En este libro defiende la utilidad de las matemáticas inútiles (todavía no podía saber que en pleno siglo XXI eso no existe y que incluso la teoría de números ha encontrado aplicaciones prácticas). En el prólogo encontramos un contexto de esta apología que ha envejecido mejor, porque funciona como una minibiografía escrita con ternura y muy cercana. La combinación de los dos nos da un libro breve pero sabroso acerca de cómo y por qué los matemáticos hacen matemática. Recomendable. Si la curiosidad intelectual, el orgullo profesional y la ambición son los incentivos dominantes en cualquier investigación, entonces es indudable que nadie tiene una mejor oportunidad…