Laertes, 1994. 120 páginas. Trad. Carlos Pascual Gila. Lo más fascinante de este libro es, sin lugar a dudas, la autora: Egeria. Una señora principal, a la que se califica de monja -según el autor del prólogo incorrectamente puesto que las monjas como tal no existían-, que decide viajar desde Galicia hasta Jerusalén para visitar los lugares santos. A medida que transcurre el viaje va enviando una serie de cartas describiendo lo que ve y lo que va haciendo. Pionera, pues, de la literatura de viajes, de las mujeres exploradoras, y también buena escritora, porque el texto se lee con gran placer y se disfruta como si se hubiera escrito hoy mismo. El lenguaje coloquial de la autora, sin circunloquios estilísticos, ha conseguido que la narración se mantenga fresca. En la época la Pax Romana todavía podía permitir que alguien pudiera hacer este viaje sin mayores problemas, aunque hay que tener en cuenta que se trata de una mujer principal, que disponía de recursos y seguramente también de los contactos apropiados. En una parte del texto se menciona que le acompañan soldados romanos, seguramente para las travesías más peligrosas. Una pequeña delicia. Recomendable. El viaje de egeria y todo cuanto…