Anagrama, 2014. 188 páginas. Una adolescente busca la música que le dé actitud en una vida mediocre y gris en la que todo parece estar ya decidido por ella. Lo he dicho alguna vez por aquí: si dibujas un personaje que caiga mal con la suficiente habilidad puedes fracasar por triunfar demasiado. La adolescente protagonista está tan bien conseguida que me ha causado las mismas simpatías que una adolescente angustiada real: cero. Uno casi prefiere a los adolescentes que hablan como filósofos del XIX. Nada que objetar a la labor como escritora de Belen Copegui, que tiene talento suficiente para escribir bien lo que le dé la gana. Pero estos dramas adolescentes ya me aburrían cuando yo era uno de ellos. Ni te cuento ahora que peino canas. Se deja leer. Aquel viernes salí de la biblioteca y estuve vagando. Tipo taxi, exactamente, pero todavía más a la deriva que un taxi, porque yo ni siquiera tenía la obligación de buscar un pasajero. Una hora es un mundo cuando has salido de casa y no has quedado con nadie. Te pones a andar. Los escaparates de las tiendas están medio apagados. Luego me fui al banco de una parada de…