Philip Roth. El mal de Portnoy.

enero 19, 2012

Philip Roth, El mal de Portnoy
Seix Barral, 2007. 308 páginas.
Tit. Or. Portnoy’s complaint. Trad. Ramón Buenaventura.
Irreverencia

Tenía muchas ganas de leer este libro, que llegó a mis manos gracias a una generosa amiga. Menudo descubrimiento.

Como si estuviera tumbado en el diván de un psicoanalista Portnoy va desgranando una extensa queja (de ahí que antes estuviera traducida como El lamento de Portnoy y para mí, fiel seguidor de este blog:El lamento de Portnoy, se seguirá llamando así) en la que aparece de todo; su familia, su impulsividad en el sexo, sus razones para no formar una familia…

En solodelibros tienen una estupenda reseña. Sólo falta añadir que es uno de los libros más divertidos que he leído nunca, excelentemente escrito, una auténtica delicia. La descripción de la relación del protagonista con su familia me parece igual a la que aparece en muchas películas de Woody Allen y que siempre me trae a la cabeza que las familias judías norteamericanas se parecen muchísimo a las familias de aquí. Al menos yo veo a mi madre y otras madres que conozco retratadas.

Calificación: Muy bueno y divertido.

Un día, un libro (141/365)

Extractos:
Pero lo que él me ofrecía, yo no lo quería, y lo que yo quería, él no me lo ofrecía. Claro que, ¿puede ello considerarse insólito? ¿Por qué tiene que seguir dolién-dome tanto? ¡A estas alturas! Doctor, ¿de qué es de lo que tengo que liberarme: del odio… o del amor? Porque ni siquiera he empezado a mencionarle todo lo que recuerdo con placer, quiero decir con embeleso y con una amarga sensación de pérdida. Esos recuerdos que parecen, todos ellos, vinculados al tiempo que hacía y a la hora que fuese, y que se me ofrecen a la memoria con tal patetismo que por un momento me hacen no estar dondequiera que me encuentre, en el metro, en la oficina, cenando con alguna chica guapa, sino en lo más profundo de mi niñez, con ellos, con mi padre y con mi madre. Estos recuerdos no son nada, prácticamente nada, y, sin embargo, se me antojan momentos históricos tan esenciales para mi propio ser como el preciso instante en que me concibieron. Podría decirse que tengo en la memoria el choque del esperma de mi padre contra el óvulo de mi madre, y todo por lo muy agradecido que estoy —sí, agradecido—, por cómo los amo, arrolladoramente, sin reserva alguna. ¡Sí, de mí hablo: arrollador y sin reserva alguna, es mi amor!


Mire, doctor, pueden subirse al alféizar de la ventana y desde allí amenazar con despachurrarse contra el suelo, pueden amontonar el Seconal hasta el techo… Puedo pasar semanas y más semanas viviendo aterrorizado por culpa de la proclividad de esas chicas inclinadas al matrimonio a arrojarse á las vías del metro, pero no puedo, me es sencillamente imposible, no lo haré, eso de obligarme por contrato a dormir con una sola mujer durante el resto de mis días. Figúrese: suponga que voy y me caso con A, con sus dulces tetas, etcétera, ¿qué ocurrirá cuando aparezca B, que las tiene todavía más dulces —o, en todo caso, más nuevas? O cuando aparezca C, que menea el culo de un modo especial, nunca por mí experimentado antes; o D, o E, o F. Estoy tratando de ser franco con usted, doctor, porque, tratándose de sexo, la imaginación humana se pone fácilmente en Z, y aún más allá. ¡Tetas y conos y piernas y labios y bocas y lenguas y ojetes del culo! ¿Cómo voy a renunciar a lo que aún no ha sido mío, dado que toda chica, por deliciosa y provocativa que alguna vez haya podido parecerme, acabará resultándome más familiar que una barra de pan, y eso no hay quien lo evite. ¿Por amor, tendría que renunciar? ¿Qué amor? ¿Es amor lo que une a todas esas parejas que conocemos, las que se toman la molestia de unirse? ¿No será más bien la debilidad? ¿No serán más bien la comodidad y la apatía y la culpa? ¿No serán más bien el agotamiento y la inercia, la pura y simple falta de redaños, muchísimo más que ese «amor» que no se les cae de la boca a los consejeros matrimoniales y a los compositores de canciones, y que es el sueño de los psicoterapeutas?

5 comentarios

  • Sílvia enero 19, 2012en2:35 pm

    Ostres Palimp, cert, és molt bon llibre. Jo l’edició que tinc és l’antiga: El Lamento de Portnoy.

  • Nacho enero 19, 2012en4:39 pm

    Todo lo que he leído de Philip Roth me ha parecido admirable. «Pastoral americana», «Goodbye Columbus» y «La mancha humana» (puede que alguno más que ahora no recuerdo). En la biblioteca hay un ejemplar de «El lamento de Portnoy», pero nunca está disponible. A ver si tengo suerte y lo pillo algún día…

  • ericz enero 19, 2012en6:06 pm

    Este libro me hizo reír a todo trapo. Muy bueno. Pensando un poco quizás es un humor elemental (todas esas peripecias sexuales, ¿no?) pero para gente sencilla como uno, irresistible.

    off topic, ¿tiene ud algun post escrito sobre su autoridad y/o su derecho a opinar sobre libros? Algo que resuma las respuestas que cada tanto escribe cuando le dicen «¿y tú quien eres para decir eso?»

    saludos

  • Gabi enero 19, 2012en8:34 pm

    Como dice Nacho, todo lo de Roth es admirable.
    Besos

  • Palimp enero 20, 2012en5:06 pm

    @Silvia, tienes suerte.

    @Nacho, no lo dejes escapar. Te dejaría el mío, pero ya lo tengo comprometido.

    @ericz, puede ser que sea humor elemental, yo también soy bastante simple :). Respecto a tu pregunta no tengo ningún post porque no me suelen preguntar mucho eso, de vez en cuando me insultan directamente. Pero mi postura es muy sencilla: Todo el mundo tiene derecho a opinar, aunque no todas las opiniones valgan lo mismo. Por lo tanto no necesito permiso de nadie ni ningún título académico para dar mi opinión sobre un libro, y el que la lea tiene todo el derecho a pensar que no vale nada. Eso sí, esto es mi casa; si escribiera en un periódico podrían protestar por tener a un reseñador malo, pero en mi página mando yo.

    @Gabi, increíble verte por aquí 🙂

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