M.C. Mendoza. La hermandad de los elegidos.

noviembre 7, 2007

Editorial ViaMagna, 2007. 423 páginas.

M.C. Mendoza, La hermandad de los elegidos¿Cuál es tu grial?

Alguna vez he tenido que ir a ver a amigos o conocidos actuar. Cuando la obra es mala, uno siente vergüenza de decirles la verdad, y la situación es bastante embarazosa. Pero cuando lo que has visto te ha gustado, y mucho, la alegría es doble. Te dan ganas de decir: ese es amigo mío.

Esto es lo que me ha pasado al leer este libro de María Covadonga Mendoza, a la que conozco por su blog Regina Irae y de quien ya hicimos una reseña de su libro Adorando a un Dios desconocido. Pero ya sabemos lo difícil que es publicar, y éste es su primer libro en papel, editado por VíaMagna que, como ya comenté no hace mucho, me envió un ejemplar de promoción.

El rosacruz y alquimista Basilius Feuerbach escribió en el siglo XVI el Liber Mundi, del que se dice que contenía toda la ciencia del mundo. El millonario Gulford Christie ha conseguido comprarlo y quiere descifrar sus secretos; para ello contratará al estirado profesor de Iconología e Iconografía Fernando Bances y a la periodista especializada en misterio Cristina Lara Valls. ¿Qué esconde el Liber Mundi? ¿Un tesoro? ¿El santo Grial? ¿El elixir de la vida? Mientras intentan descubrirlo una serie de personajes se cruzarán en su camino; un barón y su criado, de origen dudoso, un antiguo nazi perteneciente a una secta y un arquitecto empeñado en conseguir el libro a toda costa.

La trama da la impresión de ser parecida a cualquier clon del Código Da Vinci, pero eso sería como decir que Romeo y Julieta trata de dos que se enamoran. Al igual que los escritores de novela negra utilizan tramas similares con resultados muy diferentes, este libro no tiene nada que ver con El código Da Vinci. De hecho, la autora se burla dentro del libro a través de un personaje de los libros con una trama de tres personajes que descifra enigmas hasta que encuentra el tesoro -o lo que sea-, y el final es una crítica aún más profunda -pero deberán leer el libro para averiguarlo.

Lo mejor del libro son sus personajes. Fernando y Cristina, con sus personalidades contrapuestas, explotan el mucho juego que dan los contrarios -como bien saben los guionistas de películas. El millonario que los contrata no es un simple figurante; es un hombre que se ha hecho a si mismo y tiene una historia detrás. El criado del barón, con su aspecto tosco, resulta ser todo un entendido en literatura. Hasta el malo es interesante y no un simple monigote.

El resultado es una novela que engancha desde el principio hasta el fin, con una trama coherente y mesurada, donde todo está por una razón, con unos personajes que, aunque extravagantes -y por eso más jugosos-, no son de cartón piedra y muy bien escrita. Gustará por igual a quienes disfrutan de una buena aventura, como a los que buscan algo más.

Encontrarán más información en la página web del libro: La hermandad de los elegidos. Como postre, les dejo con las palabras de uno de los personajes:

Su Grial estaba en los libros que lo salvaban del tedio de la vida, y a través de los cuales, si le apetecía, podía ser un gentleman cambrioleur, un espía, un intelectual o un mendigo. La única reencarnación científicamente comprobada, fabricada con palabras y frases.

¿No están de acuerdo?

Escuchando: I’ve Seen Your Picture. Frank Black and the Catholics.


Extracto:[-]

La mujer salió a recibirlo. Un beso, dado con la mirada baja, acrecentó la sensación de incomodidad de Fernando, que se tornó casi confirmación de que algo marchaba mal cuando ella, en un susurro, aprovechando la cercanía de su oreja, le dijo: «No menciones lo de Guilford delante de tu padre. Ya te lo explicaré todo». Ana Hevia era una mujer madura, delgada y elegante, que recogía en un moño sus cabellos teñidos de castaño, con hebras grises muy apreciables, casi pictóricas. Quien no la conociera pensaría que era una frágil criatura destinada a tareas primorosas o a ser simplemente admirada. Pero su voz era tan firme, tan autoritaria, que Fernando se quedó helado e inmóvil al recibir la orden. Ella lo tomó por el brazo y lo introdujo en la casa.

Esa noche había reunión familiar. No sólo se encontraban allí Fernando Bances padre (el hombre maduro del batín de cuadros, de las gafas gruesas, que apuraba una pipa, o cualquier otro tipo de tabaco, y un coñac en el butacón), y Ana Hevia, sigilosa y fina como una criatura del aire, sino también la hermana de Fernando, Clara, su marido Tomás, y sus dos hijos, Pablo y Anita.

Al verlos a todos reunidos, Fernando experimentó un agradable sentimiento de alivio: solo sucedía una vez cada mes.

Los niños le molestaron tirándole cada uno por un lado de la chaqueta. Querían jugar. Pero, ¿a qué, si él hacía años que no lo hacía? Las fieras tendrían que conformarse con tumbarlo en el sofá y darle una tunda de palos o bien con escuchar algún cuento soso relatado con tono cansino. Pero Fernando prefería sufrir esa humillación antes que conversar con su cuñado. Era incapaz de prestarle atención. Nada de lo que le contaba lograba excitar su nervio auditivo. Tomasín podría estar horas y horas hablando de cómo Zidane había corrido por la banda y había sorteado a tres defensas antes de marcar gol, repitiendo la jugada desde distintos ángulos; no menos entendido era en política. El sólito arreglaba el mundo expulsando a todos los inmigrantes de España, en especial a los moros, de naturaleza especialmente perversa y tendente a la criminalidad; o con la instauración de la pena de muerte. Fernando siempre se había considerado un hombre de «orden», es decir, de derechas, pero lo de matar a alguien le parecía incluso antiestético. No estaba hecho para la vida social.»‘ Eso de asentir a todo o bien discutir por todo no estaba en su ánimo. Por lo demás, había llegado a la conclusión de que nadie cambia jamás sus ideas durante un debate, sino que más bien al contrario, las radicaliza, y la persona se pone violenta y roja de cara al defender la convicción descabellada a la que es fiel. Por eso él se sentaba con las piernas abiertas y las manos unidas sobre el vientre, mirando al vacío a la espera de que el interlocutor se diera por vencido. Pero nunca lograba cansar a Tomasín, que para colmo recibía la ayuda directa de su esposa (Clara quería hacerlo amigo de su hermano y para ello no tenía empacho en sugerir temas de conversación entre ambos) o indirecta de Fernando padre, otro discutidor, en este caso de izquierdas, que tenía una visión más «mística» de la existencia. Sí, se trataba de uno de esos hombres que habiendo sido hippies o algo parecido en su juventud, aún de vez en cuando defendían utopías como la del amor libre, la anarquía y la Revolución, la que va con mayúsculas, bien arropado en su piso de ciento cincuenta metros cuadrados, y con la mejor vitola en la mano.

10 comentarios

  • ericz noviembre 7, 2007en1:13 pm

    Estamos de acuerdo.
    Pero, esa tapa…no promete nada bueno.

  • M.C.Mendoza noviembre 7, 2007en5:41 pm

    jaja, gracias Palimp. Me alegro de que te haya gustado más que el de Adorando a un Dios Desconocido. Recuerda que aquella era versión chapucilla. Ahora lo estoy reformando otra vez… Voy a copiar este enlace, y a presumir de crítica.
    Ericz, sí, estoy de acuerdo contigo en lo de la protada y el título… Ojalá me hubieran dejado elegir. La portada es como de cómic barato o algo así, pero bueno…

  • Palimp noviembre 7, 2007en9:48 pm

    La tapa da mucho miedo, pero no hay que juzgar a un libro por la cubierta ¿no?

    Ánimo, M.C., y a comerte el mundo.

  • manuespada noviembre 8, 2007en9:26 am

    Tiene buena pinta, habrá que comprarlo.

  • Jhon febrero 27, 2008en11:30 am

    Pues a mi me parece una porquería de libro, oportunista, pretendiendo la autora engancharse al tipo de novelas de conspiración que tanto critica… será envidia?
    Sin calidad ni profundidad ni ritmo ni interés en la trama.
    Vamos que si no fuera por el fenómeno Código da Vinci no habrías vendido ni uno!

  • Palimp febrero 28, 2008en5:40 pm

    No me voy a meter con el que no te guste, que pare eso están los colores, pero voy a discrepar en lo de oportunista. Toda parodia -y este libro lo es en parte- necesita un sustrato. ¿Se aprovechó el Quijote de las novelas de caballería? Yo creo que no.

  • Belen marzo 12, 2008en2:16 am

    La verdad me parec eun libro muy bueno..
    belen

  • Miriam mayo 28, 2008en5:05 pm

    Jhon, si te hubieras ahorrado la crítica al más puro estilo Risto, la hubiese tenido en cuenta. Ahora debo comprarme el libro, pues el resto de las opiniones se me antojan creibles.

    Saludos

  • EVATOR octubre 1, 2008en9:09 pm

    HOLA A TODOS LOS QUE ME QUIERAN LEER Y ALOS QUE NO TAMBIEN.
    EL LIBRO ,LO HE EMPEZADO HACE MUY POCO LLEVO LEIDO UNA CIEN PAGINAS
    Y ME PARECE INTERESANTE ,QUIZAS UN POCO FALTA DE RITMO EN ALGUNOS PASAJES
    PERO ESPERO QUE VALLA MEJORANDO CON EL TRANSCURRIR DELA HISTORIA ,ESTOY
    COMPROBANDO ALGUNOS DATOS DEL LIBRO PA VER SISON CIERTOS O FORMAN PARTE
    DE LA FICCION DE LA OBRA ,QUIEN ME PUEDA CONTESTAR SOBRE SI LOS DATOS
    A LOS SE SE HACEN REFERENCIA HISTORICA SON CIERTO SE LO AGRADECERIA

    UNA VEZ TERMINE EL LIBRO COMENTARE MI ULTIMA OPINON SOBRE EL

    SALUDO ,LIBERTAD Y JUSTICIA AMOR ,COMPRESION ,TOLERANCIA ,RESPETO,
    IGUALDA PARA TODOS

  • Hipatia febrero 23, 2010en5:38 am

    Saludos,solo decir que yop kiero uno xb jiji NO DUDES EN QUE LO LEA Y VARIAS VECES….. gracias por escribir un libro….que aunque algunas personas no tenga interes….yo me alegro x tenerlo y q exista este libro ….en cuanto lo lea te digo….

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