Editorial Planeta, 1988. 866 páginas.
Introducción de Pere Gimferrer, edición y notas de Francisco José Alcántara y traducción de Jerónimo de Urrea.
Cuando compré este libro -muy barato, por cierto- imaginaba que sería de esos que nunca encuentras un momento para leer. Por eso lo puse en el esclavo lector, para de alguna manera obligarme. Lo que no imaginaba es que enseguida encontrara patrocinadores y se aupara tan pronto a los primeros puestos de la lista. La gente tiene muy mala idea.
Además del tamaño y de estar escrito en verso, en la introducción nos encontramos con la siguiente frase:
[…] un libro que, en cualquier idioma, sabemos con absoluta certeza que no será leído de cabo a rabo por casi ningún lector.
Animando, vamos. Avanzando nos describen este libro como hermoso y ameno, nos explican que en su época fue un auténtico superventas y que la prosa de Ariosto es hermosa pero no rebuscada. No entendía muy bien como un libro puede juntar tantas características aparentemente incompatibles, y he tenido que leerlo para descubrirlo.
Si busca la amenidad ¿por qué es ilegible? El libro es una sucesión de aventuras: caballeros andantes, paladines, brujos, objetos encantados, batallas, monstruos… aquí hay de todo. Pero no ha envejecido muy bien. Si todas estas cosas no nos resultan extrañas es por el referente del Quijote que ya se burlaba de tan estrafalarios sucesos. Aunque algunas historias siguen resultando entretenidas, otras se han convertido en un auténtico tostón.
La gran virtud de este libro es su lenguaje, pero el problema es que cualquier intento de traducirlo fracasa. Es un libro que sólo existe en italiano. Así que la belleza queda mermada o desaparece en castellano, aunque hay versos que a través del tiempo y de la traducción todavía brillan. En esta edición han escogido la traducción de Jerónimo de Urrea, contemporáneo de Ariosto, supongo que por aquello de no gastar mucho. Al menos el sabor de época se mantiene. Algunos versos han sido restaurados y se han añadido unas notas que a veces clarifican pero otras te dejan como estabas.
No les puedo ofrecer el resumen habitual del libro porque no lo tiene; es una sucesión de historias que se van entrecuzando de una manera inverosímil. Aunque se titula Orlando furioso no es Orlando -Roldán- el protagonista y su furia ocurre pasada la mitad del libro -por un asunto de cuernos-. Se narran las aventuras de varios caballeros y sus damas, saltando de una a otra en los momentos más interesantes; cuando el monstruo va a devorar a la doncella el narrador -cual moderno guionista de teleseries- nos deja en suspenso y retoma otra rama del libro.
Como lector gañán que soy muchas cosas me han llamado la atención, así que en vez del extracto final al uso voy a colocar pequeños extractos sueltos con algún comentario; no está todo lo que me ha llamado la atención, pero se harán una idea.
Cada canto comienza con ocho versos que nos ponen en situación. Así, en el canto segundo nos encontramos lo siguiente:
Injustísimo Amor, ¿por qué tan raro
nuestros deseos conformas y opiniones?
¿De dó, pérfido, viene serte caro
querer discordes ver dos corazones?
Al vado ir no me dejas, fácil, claro;
y llévame por mar de mil pasiones.
De quien desea mi amor, quieres que huya
y por quien me odia muera o me destruya.
Que me recordó a los versos del amor brujo de Falla Lo mismo que el fuego fatuo, lo mismito es el querer. Lo huyes y te persigue, lo llamas y echa a correr.. También caben buenos consejos:
Procure cada uno buenamente aprovechar
a aquel con quien tratare: que el bien hacer
se paga ciertamente o no daña, si ya no se
pagare. Quien daña a otro le vendrá
presente su pago, cuando menos se catare,
que los hombres se topan, ya sabemos,
y no los montes, que inmovibles vemos.
Como también dice el refrán Somos arrieros, y en el camino nos encontraremos. De índole moralizante también es este fragmento:
En pobre casa a veces despreciada
y en miserias, trabajos y estrechezas,
suele ser amistad mejor trabada
que entre envidiosas pompas y riquezas
de real casa y corte sublimada,
de insidias llena y de otras mil flaquezas,
donde la caridad no es admitida
ni aun amistad se ve, sino fingida.
Por esto entre los príncipes, señores,
andan flacos partidos desiguales:
hoy ligan Papa, rey y emperadores
y enemigos mañana son mortales.
Que cual señales daban exteriores,
los ánimos no tienen tan iguales,
que ni miran a tuerto o a derecho:
entienden solamente en su derecho.
Pero lo que priman, sin duda son las batallas, duras y cruentas, pero descritas con hermosos versos:
Quizá que fue por Dios apresurada
la noche, de piedad de su hechura;
la campiña de sangre fue regada
y vuelta en lago la carrera dura.
A ochenta mil dio muerte cruda espada,
sin los heridos libres por ventura:
lobos la noche y rústicos bajaron,
unos comieron y otros desnudaron.
A quién cabeza y vientre, a quién el pecho,
a quién el brazo rompe, a quién la pierna,
el que no muere queda contrahecho,
deja al menos herido la caverna.
Rompe lomos y huesos, y de hecho,
cual hace losa grande en una tierna mata,
llena de víboras juntadas, que el sol
de invierno toman descuidadas.
Rebullen no sé cuántas al instante:
una muere, otra coja o derrabada
queda, y cuál sin mover lo de delante,
en vano ondea la cola allí cortada.
Otra, que fue entre todas bienandante,
silbando entre la hierba va emboscada.
El golpe horrible fue, mas no es mirado,
pues que lo hizo don Roldan airado.
Las reglas de la caballería eran curiosas. En un momento dado confunden a un caballero con un villano y la turba lo persigue. Éste se defiende y mata a la mitad del pueblo. Al verlo el rey se da cuenta de que debe ser un caballero y en vez de enfadarse:
Y si bien esta injuria se te ha dado
por ignorancia, fue muy mal mirada;
si el honor no será en tan alto grado,
o por decir mejor, la obra honrada,
satisfacción daré luego de grado,
como la pidas tú, sin faltar nada,
si la podré hacer, sin más decillo,
por oro, o por ciudad, o por castillo.
Total, sólo había muerto gente del pueblo. La moda de morir sin acabar las palabras ya viene de entonces:
Y decir: «Haz, Roldan, que no discorde
tu oración con el amor pasado.
No menos te encomiendo aquí a mi Florde.»
No pudo decir «Lis», que aquí ha expirado. .
Más cinematográfico, imposible.
Pero lo mejor de la obra es, sin duda, las escenas de sexo. Sí, señores, entre tanta batalla había espacio para el desenfado erótico. Eso sí, con mucho cuidado. Quién sabe si, detrás de una mujer hermosa, no se escondía alguna bruja transformada por un hechizo:
Así Ruger, después que hubo mirado
por amor de Melisa a Alcina hada,
con anillo en el dedo, que ha quitado
el engaño a la obra así encantada,
halla aquí la verdad, halla trocado
el semblante y belleza tan notada,
en una fealdad donde se encierra
la mayor puta vieja de la tierra.
Este Ruger es un caso. Después de buscar a su amada por medio mundo por el camino rescata a una doncella que estaba encadenada a un poste como ofrenda a un monstruo ¿les suena? Pues bien, cuando ya la tiene rescatada ¿qué se le ocurre? Lo que a cualquiera:
Aunque muy blando freno en el furioso
curso detiene a gran caballo ardiente,
pocos ven que a furor libidinoso
refrene el freno de razón prudente:
que si el deleite es cerca, es trabajoso
dejarlo, como el oso cuando siente
la miel tan cerca a sí, que ya la ha olido
o gota en la colmena se ha comido.
¿Qué razón hay que al buen Rugero frene
y le quite el placer aquí, de hecho,
si a Angélica gentil desnuda tiene,
en solitario bosque, fresco, estrecho?
Memoria de su dama no le viene
que tan fija solía tener al pecho:
y aunque se acuerde de su Bradamante,
loco será en perder la de delante.
Si ya lo dice el refrán, más vale pájaro en mano que ciento volando, y me callo otro más bruto que se me viene a la cabeza. No teman, la doncella escapa gracias a un anillo que le vuelve invisible ¿a que también resulta conocido? En otras ocasiones las doncellas se salvan porque en la época no se había inventado el viagra. Veamos como describe la impotencia de un anciano para forzar a una joven:
Abrázala a sabor y a placer toca,
ella duerme y le da buen aparejo.
Hora le besa el pecho, ora la boca,
sin que le puedan ver en tal vallejo.
Al encuentro, el rocín flaco se apoca,
que al deseo no cumple el cuerpo viejo:
de muy anciano poco le valía,
y menos puede cuanto más porfía.
Todos los modos y las vías tienta,
más el torpe rocín muy menos salta,
en vano tira el freno y lo atormenta,
que no puede traer la cabeza alta.
Al fin sobre la dama se atormenta
y nueva desventura allí le asalta:
no comienza fortuna por poquito
cuando quiere abatir a un pobre aflito.
Ese caballo estaba ya para pocos trotes. También aparece una historia digna de aparecer en el Decamerón, sobre la infidelidad de las mujeres; uno está afligido porque su mujer le ha sido infiel y se consuela cuando ve que la mujer del rey que le da hospitalidad le engaña con el enano de la corte:
El rey, que toda cosa, si no es ésta,
creer podía, jura estrechamente.
Jocundo la ocasión le manifiesta
que lo había tenido tan doliente,
que era porque halló muy deshonesta
a su mujer, en brazos de un sirviente:
y que esta fuerte pena y mal recelo
le diera fin, tardándose el consuelo.
Mas que en casa, su alteza, había sabido
cosa por vista que algo lo ha aliviado;
y si en deshonra tal había Caído,
era cierto estar bien acompañado.
Esto dicho, al resquicio lo ha traído
donde el rey vio el caso endemoniado
como a su yegua cabalgaba un gnomo:
toca él de espuela y juega ella de lomo.
Pero Ariosto defiende siempre a las mujeres; después de este alegato de la volubilidad femenina afirma el autor que de cuantas mujeres conoció sólo unas pocas eran inconstantes. Además entre los paladines hay una mujer guerrera y se permite versos como los siguientes:
Si un mismo ardor y un mismo desearse
inclina y fuerza a todos igualmente
a aquel suave fin, que a mal juzgarse
del ignorante vulgo se consiente:
¿por qué se ha de punir ni deshonrarse,
la dama que a uno o dos dulce contente?
¿y el hombre lo haga así con cuantas pueda
y loor y no castigo le suceda?
La defensa de la igualdad de la mujer no es una cosa de ahora.
Para acabar les dejo este fragmento autopublicitario. ¿Por qué debería un noble patrocinar a un escritor? Muy sencillo, porque de éste depende la fama que aquél tendrá para la posteridad:
A estos ignorantes ha privado
del buen juicio Dios y a más de esto
los ha con la poesía enemistado
para que en su memoria acaben presto.
Permanecer podría su alto grado,
aunque fuese muy malo y deshonesto,
si supiesen hacerse amiga a Cirra
y dejarían olor mejor que mirra.
No tan piadoso Éneas, no Aquiles fuerte
fue, como es fama, ni Héctor fue tan fiero.
Y aun alguno tiene hoy eterna muerte
que quizá fue más digno caballero.
Mas las casas y villas que por suerte
sus descendientes dieron, y el dinero,
los han hecho inmortales con honores,
por las honradas manos de escritores
No fue tan santo ni benigno Augusto
como la trompa de Virgilio suena.
Mas porque en poesía tuvo gusto,
la inicua proscripción no lo condena.
Nadie sabría si Nerón fue injusto,
ni sería su fama menos buena,
aunque hados le fueran enemigos,
si fueran escritores sus amigos.
Homero a Agamenón victorioso hizo,
y viles y flacos a troyanos;
que Penélope fiel fuese a su esposo
salvada por la maña de sus manos.
Pues si quieres saber lo fabuloso,
vuelve al contrario aquellos versos vanos:
los griegos rotos, Troya vencedora,
y que fue deshonesta esa señora.
Oye bien, pues, la fama que ha dejado Elisa,
siendo casta a su marido,
que por mala entre gentes ha quedado
sólo porque Marón mal la ha querido.
Y no te maravilles si he hablado
sin orden, por pasión que me ha corrido;
que yo a escritores amo, y claro muestro
que escritor también fui al mundo vuestro.
Verba volant, scripta manent, y así es; de los reyes y emperadores no nos quedan sus obras sino lo que se escribió sobre ellos. Al final, la pluma es más poderosa que la espada.
Escuchando: Dulce Veneno. Doctor Deseo.
Pueden descargalo gratis de aquí: Liber Liber, Orlando furioso
18 comentarios
NO ENCUENTRO NI MICHI , DE LO K YO KIERO ASH
¿Mande?
Hola, tengo una duda, ¿podrias ayudarme, por favor?
¿Cual es la historia de Angelica que estaba encadenada a un poste para ofrenda de un monstruo, a la que salva Ruger?
En que libro o poema o como puedo rastrear sa historia
Gracias
En este mismo, el Orlando Furioso.
ese link que dejas para bajar ariosto es italiano solamente? no sabes de link en castellano, por ej proyecto guttenberg lo tiene en ingles o en italiano. desde ya gracias!!!!
Aunque la traducción ya tiene los derechos caducados no he encontrado en ningún sitio el Orlando Furioso en castellano.
En wikisource, hay una traducción de los dos primeros cantos enteros:
http://es.wikisource.org/wiki/Orlando_Furioso
¡Gracias por el enlace!
por favor hay muchas dudas sobre la traduccon del libro se pide algo mas explicito
No entiendo absolutamente nada del comentario de HEIDY ALFONSO. ¿Es una crítica a la entrada de Palimp?
A mí, que he tenido el insólito placer de leer el Furioso original, me parece bastante acertada. Excepto el párrafo aquel en que afirme que es algo ilegible y hay aventuras que «son un auténtico tostón». No las hay. Otra cosa es que lo parezcan en la traducción de Urrea, que bien podría ser. La única parte prescindible del Orlando es la mitad del canto III en que Melisa profetiza a Bradamante la historia de sus descendientes, la familia da Este, señores a los que servía Ariosto; unas cuarenta octavas que no tradujo Urrea.
Aquí
http://stel.ub.edu/orlando/arxius/Editar_traduccion_urrea-Muniz.pdf
hay un artículo sobre la traducción de Urrea al Orlando. Demasiado favorable en mi opinión. Yo, que habré leído unas cuarenta octavas de Urrea, tengo un juicio muy diferente; pero se me va haciendo demasiado largo el comentario.
¡Ah! Un día de estos subiré a wikisource el tercer canto.
Lo de ilegible lo dicen en el prólogo, no lo digo yo. Comparado con otras obras de la época sigue siendo bastante legible. Lo de las aventuras que son un tostón es una opinión personal, claro. Puede ser culpa de la traducción, pero también de que yo no he sido capaz de captar su belleza. Soy un lector de a pie, no un experto, y como tal estoy limitado.
Entiendo por lo que cuentas que estás haciendo la traducción del Orlando ¿me equivoco? Si es así enhorabuena.
Buenas,
soy una doctoranda que curiosamente hace su tesis doctoral acerca de este magnífico libro, y no puedo estar en mayor desacuerdo con este post. Es una lástima que se hable de este modo, y por lo que veo, sin conocimiento de causa alguno, de un clásico como el Orlando. Por lo que respecta a una buena traducción en castellano, sí que existe, es la realizada por José María Micó Juan en el año 2005 en la editorial Espasa, la cual ha recibido el premio nacional de traducción del ministerio de cultura español, así como el premio a la mejor traducción también en Italia. Sin duda es una delicia, lástima que esté agotada y sea muy difícil de encontrar, pero si tienen la ocasión, se la recomiendo vivamente.
El silencio es muy buen consejero cuando no se tiene nada que decir.
Un saludo a todos y os animo a «orlandear furiosamente» a pesar de este post! No se arrepentirán!
Me parece muy bien que esté en desacuerdo, aunque me gustaría saber exactamente en qué está en desacuerdo y por qué. Confieso hablar sin conocimiento de causa, sólo como lector de a pie, pero por su comentario parece que ponga mal al libro, y no es así. Si quiere ampliar sus críticas serán bienvenidas.
Sospecho, Palimp, que el desacuerdo está en esta frase:
«un libro que, en cualquier idioma, sabemos con absoluta certeza que no será leído de cabo a rabo por casi ningún lector»
Que no es tuya, sino del prologuista; pero que parece que sancionas cuando buscas las razones por las que dice el prologuista que es «ilegible» (y ese es calificativo tuyo).
Por cierto, a mi juicio (y es un juicio muy personal) una traducción de un poema épico en octavas que no se traduce en octavas, fracasa de principio. Al menos entre los que están habituados a leer octavas y se entretienen en recitar en voz alta la Araucana de Ercilla, esto es, entre los que les gusta de veras la poesía épica; y no les es un simple género de estudio. Apenas he podido leer las no octavas de Micó, si no son algunas sueltas que se pueden hallar en internet. Me parece que no son ni chicha ni limoná: más noble es fracasar del modo en que lo hacen Urrea o el conde de Cheste (otro que lo tradujo en octavas en el siglo XIX). Lo contrario es rendirse antes de haber empezado.
Pero sospecho que Marfisa ya no volverá a hablar.
En realidad la palabra ilegible tampoco es mía; está también en el prólogo. Tan ilegible no será cuando lo he leído ¿no?
Pero hay que reconocer que su lectura es difícil, y que alguna de las historias son un poco rocambolescas. Esa es la paradoja del libro. Por un lado el argumento en ocasiones es como el de un folletín. Pero la prosa es de calidad. Pero la antigüedad del texto dificulta su lectura.
Yo he disfrutado con su lectura, pero no es para todos los públicos.
En realidad las historias no son más rocambolescas de lo que puedan ser las del género fantástico moderno[1]. Lo que ocurre es que la técnica narrativa del verso es distinta a la de la prosa: no se describe de la misma forma, porque el efecto estético es distinto. Ese es el problema del texto: que está escrito en un género que ya está muerto (y no me refiero al género épico, sino a la poesía, tomándome la licencia de llamarla género).
A eso hay que añadir que los versos de Urrea no son demasiado elegantes y ni de lejos se acercan a los originales. Y, aunque se acercasen, se toparían con el problema del verso. En Italia, país en que los lectores pueden leer el bello original, es muy célebre el «Orlando Furioso contando por Ítalo Calvino». Lo compré hace poco creyendo que sería una suerte de ensayo a la manera que lo es la vida de don Quijote y Sancho de Unamuno. Descubrí, con amargo dolor por los diez euros que me costó el adquirirlo, que lo que hace Ítalo Calvino es, literalmente, contar en prosa el Orlando. O sea, un libro totalmente prescindible para el que sí ha leído el Orlando original.
[1]He encontrado en internet un Orlando Furioso en los libros de google. Es una traducción del siglo XIX en prosa. Si lo lees, verás que aquello parece una novela fantástica de las que tanto gustan ahora. Obviamente hay diferencias en el ritmo; porque, al fin, es una traducción de una obra que cuenta una historia del modo en que se hace cuando se escribe en verso, pero muy posiblemente te habrías llevado una impresión muy diferente del libro, si hubieses leído esta traducción y no la de Urrea.
http://books.google.com/books?id=uhpMD79jx80C&pg=PA1&dq=Oralando+Furioso+Roig&hl=es#v=onepage&q&f=false
Ahí está la clave:
parece una novela fantástica de las que tanto gustan ahora
Si eres un lector exigente, no te gustarán ese tipo de novelas fantásticas, y si no lo eres,no te gustará el verso -y probablemente tampoco en prosa.
Repito que el libro no me ha causado mala impresión. Al contrario. Hay versos de extraordinaria belleza pese a la traducción. Hay historias divertidas. Hay elementos curiosos y extraños. Bien vale el precio de esforzarse un poco.
Gracias por el enlace!