En el funeral de Manuel, prohombre de la burguesía catalana, Miguel salda cuentas con su pasado y con los extraños acontecimientos que le llevaron a ser lo que es: alguien de sexo cambiante, a mitad de camino entre Raphael y Rocío Jurado. La culpa de todo esto radica en unos antiguos libros que pertenecieron a Anna Magdalena Bach.
Muy bien escrito, con una prosa de calidad poco frecuente en el género, expone en un formato fragmentado una historia curiosa, muy alejada de lo habitual pero muy sabrosa. Salpimentada con referencias a la cultura pop, a la copla, los barrios bajos de Barcelona y la alta burguesía catalana. De fondo, uno de mis temas preferidos: la posibilidad de moverse en el tiempo.
Novela corta muy adecuada a los que nos gusta la ciencia ficción diferente pero de calidad. Muy recomendable.
Pero el Germán Álvarez huero, producto de aquel desdoblamiento, era un ser carente de alma creativa, aunque extraordinariamente dotado para medrar y amasar fortuna. Prosperó bajo la dictadura de Primo de Rivera, y finalizada la guerra de Marruecos se estableció en Jerez, donde contrajo matrimonio con la heredera de un terrateniente, y tuvo un hijo, Manuel, tu padre. Don Germán huero siempre estuvo obsesionado con lo efímero y azaroso de la fortuna, de modo que tejió alrededor de Manuel una red clientelar que asegurase su futuro cuando él no estuviera, consciente de que jugaba con fuego; eterno, para ser más exactos. Sobrevivió a la Guerra Civil, donde su fortuna se incrementó hasta niveles escandalosos gracias al estraperlo. Contra todo pronóstico, o no, el régimen lo respetó y adoptó a su hijo, tu padre, Manuel Álvarez huero, que fue número
uno de su promoción de Derecho, número uno de su promoción en la Academia de Infantería, ardor guerrero vibre en nuestras voces, Medalla de Ifni-Sáhara y Cruz de Guerra, número uno de su oposición a técnico de Información y Turismo y destino en una Barcelona que comenzaba a despertar al desarrollismo y donde trabajaban muchos de los antiguos socios de su padre. Después, un matrimonio breve y desgraciado que concluyó con el trágico fallecimiento de su esposa durante un episodio que nunca se esclareció y sobre el que de vez en cuando especulan programas de ocultismo, revistas de sucesos y thrillers sobrenaturales émulos de Dan Brown. Más tarde, un concierto de Brandemburgo en el Palacio de la Música, comentarios casuales con la hija de un empresario textil, «¿Le gusta Bach?», «Por supuesto. Dése cuenta de que me llamo Ana Magdalena, como su segunda esposa».
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