Ediciones B, 2005. 720 páginas.
Tit. Or. Steel Beach. Trad. Carlos Gardini.
Siempre he recordado con cariño aquella persistencia de la visión de Varley, pero por los últimos libros que voy leyendo me estoy dando cuenta de que existen dos varleys y el último no me gusta.
Unos invasores omnipotentes han obligado a la humanidad a abanonar la tierra y refugiarse en la luna y el resto de planetas del sistema solar. En la luna el periodista hildy trabaja para el padloide más popular, El pezón de la noticia, y se verá arrastrado a un experimento muy particular que está llevando a cabo OC, el ordenador central, una especie de Gran Hermano bueno que controla los sistemas de seguridad de la tierra y vigila sin descanso el bienestar de los humanos. El problema, que el Ãndice de suicidios se está disparando.
Irregular y aburrida. Sólo se anima un poco en las últimas páginas, pero para entonces ya estás deseando que acabe. No juega en su favor que tenga 700 páginas. La narración en primera persona se hace cansina, y las explicaciones de la protagonista se hacen excesivas. Este error, tan común en los novatos escritores de ciencia ficción es de difÃcil comprensión en un veterano.
Yo no la recomiendo, pero en La tercera fundación todos los comentarios son positivos. A mi me alegró terminarla y de momento voy a aparcar al autor hasta que no vea algo muy recomendado.
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Varley, John – Playa de acero.pdf
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Extracto:[-]
Et tu, Hildy? Periodista, entrevÃstate a ti misma. ¿Por qué crees que te pusiste a construir una maldita cabana en la pradera solitaria? ¿No era por esa sensación de asfixia, de continuas limitaciones sobre los sueños que tuviste en tu infancia? ¿Cómo te atreves a compadecer a este hombre, a este empresario frustrado? Si él terminó en este pueblo fronterizo de juguete porque ansiaba liberarse de las restricciones de una economÃa manejada por máquinas, ¿por qué crees que tú viniste aquÃ? Ninguno de ambos pensó en ello, pero ambos vinimos.
Lo cierto era que yo amaba el periodismo, pero me faltaban noticias. TendrÃa que haber nacido en la época de Upton Sinclair, William Randolph Hearst, Woods-tein, Linda Jaffe, Boris Yermankov. HabrÃa sido un gran corresponsal de guerra, pero en mi mundo no habÃa guerras. PodrÃa haber revelado grandes escándalos, pero el único lodo que Luna me permitÃa escarbar era la blanda melaza de la farándula. ¿Notas polÃticas? ¿Para qué molestarse? La polÃtica perdió Ãmpetu cuando la televisión se hizo cargo de casi todas las funciones de gobierno… ¡y nadie lo notó! Eso habrÃa servido para una buena noticia, pero a nadie le importaba un bledo. El OC administraba el mundo mejor que los humanos, asà que no tenÃa caso hacer alharaca. Lo que aún llamábamos polÃtica era una travesura infantil en comparación con ese mundo enérgico y rudo sobre el cual habÃa leÃdo en mi adolescencia. ¿Qué me quedaba? El periodismo amarillo más amarillo, una mera fantochada.
[…]
Sufren considerables lesiones en los tejidos, pero sobreviven. Los bebés han sobrevivido perÃodos aún más largos. Se pueden rea-lizar tareas útiles (como enfundarse en un traje de emergencia) durante un minuto. Las exposiciones de cinco a diez segundos perforan los tÃmpanos y duelen como el demonio, pero no causan otros daños. La aeroembolia es fácil de tratar.
¿Entonces a qué vienen tantas alusiones a un «milagro»? En poco tiempo determiné que no habÃa visto un prodigio sobrenatural, sino técnico. Y, con franqueza, sentà alivio. Los dioses son personajes caprichosos, y yo no me desvivÃa por demostrar su existencia. ¿Qué tal si veÃa la zarza ardiente y resultaba ser que el Poder que se ocultaba en ella era un niño psicópata, como el Dios cristiano? Es Dios, ¿verdad? Lo ha demostrado y hay que obedecerle. ¿Y si nos pide que sacrifiquemos a nuestro hijo en una altar consagrado a su ego descomunal, o que construyamos un gran barco en el jardÃn, o que le vendamos nuestra esposa al caudillo local, lo extorsionemos y le contagiemos la gonorrea? (¿No me creéis? Génesis 12:10-20. Se aprenden cosas interesantÃsimas en la iglesia.)
El hecho de que el milagro fuera obra humana no lo rebajaba en absoluto. Me entusiasmaba aún más. En alguna parte de ese enorme basurero alguien estaba haciendo cosas que nadie más sabÃa hacer. Y si no figuraba en la biblioteca, era posible que el OC no supiera nada sobre ello. O que lo supiera y lo ocultara. ¿Por qué?
4 comentarios
«La persistencia de la visión» es un relato magnÃfico. Yo he disfrutado enormemente los relatos de Varley. Fueron todo un descubrimiento para mÃ. No he leÃdo sus novelas, aunque compré hace poco «Trueno rojo». Un saludo
Pues espero tu comentario sobre ‘Trueno rojo’.
A mà me gustó, mira que te digo.
Más admiración me causas 🙂