Edicions La Campana, 2003. Tit. Or. Snake Oil and other preocupations, 2001.
Trad. Jesús Purroy. 284 páginas.
En alguna que otra ocasión ha asomado mi vena escéptica por esta bitácora. Me sorprende el auge que experimentan todo tipo de creencias irracionales en un mundo cada vez más científico. Y me preocupa. Por eso cuando vi este libro en la sección de novedades de la biblioteca, me lo llevé de inmediato.
En realidad, esto no es un libro. Es medio libro y una colección de artículos de prensa. Precedido de nada más y nada menos que cuatro prólogos. Pero antes de continuar situémonos en el contexto.
John Diamond era un famoso periodista inglés, de un humor inteligente y corrosivo, escritor de columnas en The Times Magazine y The Sunday Times, además de ser presentador de programas de radio y televisión. Cuando le diagnosticaron un cancer, escribió en sus columnas acerca del progreso de su enfermedad, a la vez que reunía material para la escritura de un libro en contra de las medicinas alternativas. Murió en marzo de 2001, antes de poder acabarlo.
Los seis capítulos que llegó a escribir forman el ‘medio libro’ al que me refería antes. El corte abrupto que se experimenta cuando se llega al ‘final’ no se evita por el hecho de saberlo de antemano. La nota del editor indicando que esas eran las últimas palabras que se encontraron en la pantalla del ordenador de Diamond no ayudan precisamente a suavizarlo. El resto del libro son una selección de las columnas que publicó en el Times, eligiendo sólo aquellas que tuvieran relación con el cáncer. El resultado sobrecoge bastante; deja algo de mal cuerpo el leer en una columna que tiene esperanzas por el éxito de la quimioterapia, cuando uno ya sabe que ha muerto.
Un libro tan claro y tan crudo no necesita venir arropado de cuatro prólogos (aunque quizá sí por lo polémico -¿polémico?-), donde cada uno parece barrer para su casa. Aún así, en cada prólogo se encuentran afirmaciones sobre las que creo conveniente reflexionar.
El primero es del director de la colección, Salvador Cardús, Sociólogo, del que extraigo la siguiente cita (esta y todas las citas están traducidas al castellano por un servidor; mis disculpas de antemano):
El debate sobre el valor y el reconocimiento de las terapias llamadas alternativas o no convencionales [..] es abierto, complejo, delicado pero sobre todo, urgente.[…] El mismo libro que presentamos, de manera simplista, incluye desde la homeopatía hasta el curanderismo.
Sobre la primera frase no puedo estar más de acuerdo; urge un debate sobre este tipo de prácticas que por un lado no tienen la misma regulación que la medicina habitual (ni en los que las practican, ni en los preparados), pero por otro exigen el mismo reconocimiento (pese a no haber ningún experimento que pruebe su eficacia). Por otro lado, es muy común ese ‘no todo es lo mismo’; mucha gente cree que las medicinas alternativas con un barniz ‘científico’ -como la homeopatía- son más serias y tienen más base que otras más ‘silvestres’ -como los curanderos-, cuando lo cierto es que, desde el punto de vista científico, quizá sea todo lo contrario -la homeopatía se basa en principios que contradicen los postulados científicos básicos-. Desgraciadamente, los principios de igualdad, tolerancia y ‘buenrollismo’ que tanto defiende la izquierda -acertadamente- se aplican equivocadamente aquí para ‘dar una oportunidad a todo el mundo -a todas las medicinas alternativas-‘. Y no seré yo quien niegue esa ‘oportunidad’ de demostrar su eficacia; lo que creo (y cree el autor del libro) es que ninguna lo ha demostrado. Ante la confusión tanto reguladora como informativa, sería conveniente el debate tanto sobre el -posible- valor de estas medicinas, como sobre quién y cómo podría ponerlas en práctica.
El segundo es de Jordi Estapé, catedrático de Oncología, que lo deja muy claro:
La manera obvia de poner en evidencia si un producto es efectivo es el ensayo clínico. No hay ninguna otra.[…] El ensayo clínico se basa en la objetividad, la evidencia y la estadística. […] Tratar a un enfermo con fármacos no confirmados por el ensayo clínico constituye un delito que las autoridades deberían perseguir con diligencia y sin contemplaciones.
No se puede decir que no barra para casa. Algo totalmente comprensible. El éxito del ensayo clínico (y del método científico) es algo indiscutible. Cuando mi madre era joven la gente se moría del ‘cólico miserere’, un término desaparecido ya que en la actualidad cualquier médico sabe diagnosticar -y curar- una apendicitis. Aunque en la actualidad el cancer siga siendo, casi siempre, incurable, no es menos cierto que existen terapias con alguna garantía de éxito. Entiendo que sustituir esas terapias por otras de eficacia cuando menos dudosa aparezca a la vista de un médico como lo más parecido a un crimen.
El tercero es el de su cuñado y editor, Dominic Lawson, el único que se centra más en las columnas que en el libro, y, cómo es evidente, el más sentido de todos.
El cuarto y último es de Richard Dawkins, que no necesita presentación. De todas las ideas que desarrolla en el prólogo, me gustaría hacer hincapié en esta:
Gente que no haría caso de una pila de estadísticas anónimas entonadas por un médico o un científico sin cara escucha a John Diamond, no sólo porque nos engancha con lo que escribe, sino porque se estaba muriendo mientras escribía, y lo sabía.
Aunque la ciencia (y la medicina) sea muy eficaz muchas veces no tienen buenos relaciones públicas. Y se agradece el esfuerzo de una persona sensata por desentrañar la verdad (o denunciar la mentira).
El libro-denuncia debería ser de lectura obligada; desgraciadamente no he encontrado ninguna versión en castellano (¿a que esperan las editoriales?). He realizado el mismo experimento que Diamond: he buscado en el fnac y en la casa del libro los términos ‘medicina alternativa’. En la primera aparecen tres libros, todos a favor de la medicina alternativa, lo grave es que buscando por ‘medicina’, más de la mitad de los resultados son también de medicinas alternativas. En la segunda la cosa está algo mejor; aparecen seis libros de medicina alternativa (todos a favor), aunque como medicina la mayor parte hacen referencia a la medicina habitual. Si, como dice el autor, a los practicantes de las diferentes ‘medicinas alternativas’ les gusta restaurar el equilibrio, este libro viene a intentar precisamente eso. Y puedo asegurar que lo consigue.
Si expusiera con detalle todos los aspectos interesantes y las reflexiones que me provocan, este post tendría un tamaño doble que el del libro, y ya es bastante largo. Comentaré, por encima, cual es la postura de Diamond respecto a las medicinas alternativas, postura con la que estoy totalmente de acuerdo:
– Criticar la medicina alternativa no es defender la medicina ‘oficial’; Diamond es consciente que la medicina oficial tiene también sus defectos.
– Las medicinas alternativas son especialmente indicadas para cierto tipo de enfermedades difusas’ que normalmente se curan simplemente disminuyendo el ‘ritmo de vida’ (mejor alimentación, menos trabajo y vida social ‘intensa’ y más descanso).
– Las medicinas alternativas no pueden curar enfermedades de origen orgánico.
– Si las medicinas alternativas dijeran ‘Hemos encontrado una serie de procedimientos psicológicos que relajan al paciente y le inducen a preocuparse un poco más por su estado de salud y mejorar su calidad de vida’, el autor no tendría nada que objetar; cuando las medicinas alternativas afirman poder curar otros tipos de enfermedades o se engañan o te engañan.
– La mayor parte de las veces los terapèutas alternativos obran de buena fe; creen en lo que predican (baste este ejemplo: La kinesiología utiliza como método de diagnóstico la facilidad de doblar el brazo del paciente ante un determinado compuesto. Se hicieron dos pruebas. En la primera, el kinesiólogo daba glucosa al paciente y podía mover su brazo; la glucosa afectaba a los músculos. Después le daban fructosa y no podían mover el brazo; el paciente seguía teniendo el control, la fructosa no afectaba a los músculos. Cuando se repitió el experimento pero en condiciones de doble ciego (ni el experimentador ni el paciente sabían si se les daba glucosa o fructosa) el efecto desaparecía. Reproduzco del libro: Cuando se anunciaron los resultados el quiropráctico se giró hacia mí y me dijo «Ves, por esto no hago nunca pruebas de doble ciego. Nunca funcionan». Pensaba que estaba de broma. Pero lo decía en serio. Como que «sabía» que la kinesiología aplicada funciona, y los mejores métodos científicos muestran que no, entonces -según él- había algo que no iba bien en el método científico).
– Se abusa del término ‘Natural’ como sinónimo de ‘bueno’, cuando ni todo lo natural es bueno ni, por supuesto, todo lo artificial es malo (o peor que lo natural)
Y todo esto y mucho más explicado como sólo lo sabe hacer uno de los mejores periodistas del Reino Unido. Con el rigor y el amor a la verdad de los verdaderos periodistas, y con la amenidad de un excelente divulgador.
La selección de columnas son algo muy diferente. El tema no es la denuncia de la medicina alternativa, sino el día a día de la evolución de su enfermedad, sus ilusiones, sus miedos y sus esperanzas. Desde el heroísmo que le supone tragar una pera, a las reacciones de sus amigos fumadores, pasando por columnas que te ponen un nudo en la garganta (como cuando su hija le dice: no te preocupes, papá, también te haré pasteles cuando te pongas bueno).
Su columna se convirtió, tal como lo cuenta él, en un sinónimo de ‘muerte alegre’. No puedo imaginar términos más contradictorios, pero tampoco puedo imaginar mayor coraje y optimismo que el que destilan estas páginas. Vale la pena compartir sus experiencias.
P.S. Otro par de cosas que me gustaría destacar:
1) Una nota a pie de página donde Diamond dice: «Una cálida bienvenida a los postmodernistas que nos visitan. Sí, se que hay unas cuantas teorías interesantes sobre la invalidez de las pruebas científicas[….] Este es un libro sobre la verdad tal y como la entiende la mayoría de la gente -incluyendo la mayoría de los alternativistas- y no una discusión sobre filosofías rivales.» Al respecto recuerdo yo una amiga que me decía ‘¿Por qué 2+2 siempre tienen que ser igual a 4? ¿Por qué no pueden ser a veces igual a 5?’ Mi respuesta: ‘Claro, ¿Por qué no? Dame un billete de 50 euros, y yo te doy dos de 20. 20+20=50. ¿Te parece bien?’
2) Una estadística macabra. Diamond comenta que recibe muchas cartas de gente que afirman que ‘a su familiar X la medicina le había deshauciado pero tomando Y ya lleva un año’. Normalmente, aclara el autor, el familiar X también sigue recibiendo el tratamiento habitual (quimio o radioterapia). Muchos menos comentan lo mismo pero con dos años. Muchísimos menos con tres años. Y nadie usando la terapia alternativa Y lleva cinco años. Sin embargo, aunque sean pocos, hay un porcentaje real de personas a las que la medicina oficial (con su ‘corta y quema’) ha conseguido curar para siempre.
Y aquí ya acabo, aunque el libro es fuente de inagotables reflexiones. Léanlo.
(Un día, un libro 169/365)
Escuchando: Malos pelos. Kiko Veneno.
9 comentarios
No sé si el cáncer es muy adecuado para criticar estas medicinas alternativas. Más obscenas son todos esos medicamentos homeopáticos antidepresivos, vigorizantes y mineralizantes. Cuando uno está desesperado (y los enfermos de cáncer son proclives a estarlo) recurre a cualquier cosa que le proporcione algo de esperanza. Es algo psicológico. Cada cierto tiempo viene a Barcelona un tipo asiático (creo que es filipino) que opera de cáncer sin bisturí: tiene la consulta llena. A la gente que acude no la vas a convencer, por muchos argumentos inapelables que tengas, de que el tío está usando tripas de cerdo y sangre de pollo para fingir que te extirpa el tumor. Lo jodido es que usa tripas de cerdo y sangre de pollo pero a nadie parece importarle.
Me ha encantado el «post». No creo que quisiera leer el libro (en parte porque tu texto ya me ha contado mucho), pero lo has explicado muy bien, y de una forma muy atractiva.
#1 Precisamente por eso, porque si tienes cáncer eres más proclive a caer es remedios extraños es por lo que es ideal para criticar estas medicinas. Sobre todo si dejan el tratamiento recomendado por el médico -y algunos lo hacen-. Lo bueno de este libro es que no trata de argumentos inapelables, es la experiencia personal de una persona que ha sufrido -y muerto- por un cáncer.
# 2 Pues gracias, pero el libro está mucho mejor que este Post.
Excelente post!! Mi formación es de Ciencias y estoy en casi todo de acuerdo con lo que expones. Tal vez lo que me diferencia es que soy más permisivo con las opciones con las que apriori descreo. El asunto para mí no es tanto el ensayo clínico como único método de referencia, sino si de verdad al paciente le funciona, y no descartaría que pudiesen haber desde las medicinas alternativas o la mente humana algún tipo de curación en enfermedades de tipo orgánico. Lo que está claro es que uno debe saber diferenciar lo que es científico de lo que no.
Había una bitácora de un periodista de la BBC (Ivan Noble) que narraba cada día la lucha contra el cáncer. Al final también acabó muriendo. Supongo que son los casos que llaman más la atención, porque la estadística parece fulminante y creo que en realidad no es así.
Me interesa mucho este tema y me frustra bastante que el libro que mentas no esté traducido al castellano. Ya que estamos, ¿no conocerás algún estudio estadístico que muestre (o refute) la fiabilidad de estas medicinas alternativas?
Un saludo y enhorabuena por el blog.
#4 Vigo, yo también soy bastante permisivo. Cada cual puede hacer con su salud lo que quiera y además en muchos casos un médico alternativo le va a dar al paciente lo que necesita; un poco de atención y buenos consejos.
#5 Es una pena pero así es: no hay traducción al castellano -ni intención por lo que se-. Estudios hay muchos. El último fue publicado por The Lancet -revista médica británica- en la que realizaban un estudio exhaustivo (puede verse aquí, es el tercero del 27 de agosto de 2005, hace falta registrarse -es gratis- para leerlo) de la homeopatía. La noticia ha podido leerse en varios medios (aquí y aquí) aunque desgraciadamente lo más seguro es que no tendrá repercusiones.
El Centro Cochrane también ha realizado estudios al respecto. Es una fundación que se dedica a realizar meta análisis agrupando datos de varios estudios para determinar si un tratamiento es eficaz o no. No están dedicados a investigar medicinas alternativas, pero tienen algunos estudios dedicados a ellas.
Para más información sobre estos temas te emplazo a contactar con ARP- Sociedad para el avance del pensamiento crítico, donde tienen un archivo documental en el que se incluye información sobre medicinas alternativas, o con Círculo escéptico, una asociación recien creada donde puede encontrarse también mucha información.
Gracias por el post y los comentarios. Sobre las traducciones: la manera de conseguir que un libro que te interesa esté traducido es proponérselo a una editorial. Es lo que hice yo con éste (y con tres o cuatro más, pero sin éxito).
Bueno, al menos hay que agradecer que tuvieras éxito con éste. Gracias por la visita, y me apunto tu libro para lectura en breve.
¿ Donde puedo comprar (por internet), ya sea en papel o electrònico el libre Veneno de serpiente o snake oil de John Diamond? Ya sea en ingles o español. Vivo en Mèxico D. F.
Les agradezco la informaciòn que puedan darme.
Saludos. Javier Albor.