Jesús López Bobadilla, el poeta nutricio (III)

septiembre 9, 2009

DSCF1380Viene de aquí: Jesús López Bobadilla, el poeta nutricio (I) y Jesús López Bobadilla, el poeta nutricio (II)

En la cuadrilla lo llamábamos en broma el ‘poeta nutricio’ y era normal hacer bromas con su particular estilo. De repente, alguien se ponía serio y decía:

Fresas, limón,
Prefiero el melón.

Y lo normal era seguir el juego haciendo la exégesis del poema y proponiendo interpretaciones de lo más absurdas. Yo mismo sigo haciendo este tipo de bromas –en el vacío, puesto que ya no queda nadie de esa cuadrilla- a modo de homenaje. Incluso uno de sus versos –o de una parodia, porque con la distancia es difícil saber qué era qué- lo tengo como frase hecha: ‘Como unas bravas sin pan’ (Que viene a significar una situación en la que rozando la perfección se estropea por la falta de un ingrediente básico; se pueden comer las bravas sin pan, pero no es lo mismo ). Insisto en que no era mal poeta, sólo que su actitud era fácilmente ridiculizable.

Hace unos meses me llamó mi amiga del instituto, preguntándome si iba a ir por Logroño, porque quería hablar conmigo. Quedamos para vernos un fin de semana en su casa, porque quería darme una cosa que me iba a interesar. Después de las preguntas de rigor, cómo estás, cómo va la vida, etcétera, mi amiga fue directamente al grano: Jesús López Bobadilla había muerto. Lo había atropellado un coche en Madrid, donde al parecer vivía como un sin techo. La única dirección que encontraron entre sus cosas era la de mi amiga, así que se pusieron en contacto con ella y tuvo que ir a Madrid a reconocer el cadáver (no sabía que los padres de Jesús habían muerto y que prácticamente no tenía familia, a excepción de de unos primos lejanos). Allí le entregaron sus últimas pertenencias: tres o cuatro libros, un sobre en el que tenía algo de dinero y una caja de madera con un candado –cuya foto reproduzco aquí.

Mi amiga pensó en tirarlo todo pero al final le pudo más la curiosidad y cuando llegó a su casa abrió el candado (ella dice que con una horquilla, sé que los candados pequeños se abren con la mirada pero me parece muy peliculero. Insiste en que no le dieron ninguna llave y eso sí que encierra un pequeño misterio.). La caja estaba llena hasta arriba de papeles. Cuadernos, hojas sueltas, servilletas, todos escritos con la letra pequeña y apretada de Jesús. Poemas, reflexiones, fragmentos de diario… sin ningún orden ni indicación. A mi amiga el contenido no le interesa nada, bastante había sufrido en su momento por culpa de la afición de Jesús a la poesía.

Tenía una oferta que hacerme ¿Quería ser el albacea literario de Jesús?. Si no aceptaba la oferta tiraría todo a la basura sin pensárselo dos veces. No sabía si los escritos eran buenos, malos o regulares; no quería hacerse cargo de ellos y no iba a buscar a nadie más. O me los llevaba yo en ese momento o al contenedor.

(Continuará)

5 comentarios

  • ericz septiembre 9, 2009en1:28 pm

    genial.

  • panta septiembre 9, 2009en5:32 pm

    Esto es el argumento inicial de una buena película fantástica (o de terror).
    Saludos.

  • Seikilos septiembre 10, 2009en2:40 pm

    Esto se está poniendo cada vez más interesante…

  • Neus septiembre 10, 2009en3:54 pm

    Y entonces, ¿qué pasó? 😮

  • Palimp septiembre 10, 2009en4:04 pm

    Ya está publicada la cuarta y útima parte (de momento) de esta historia.

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