Javier Tomeo. La agonía de Proserpina.

mayo 12, 2011

Círculo de lectores, 1994. 182 páginas.

Javier Tomeo, La agonía de Proserpina
Infieles

Tenía ganas de leer algo de Javier Tomeo, pero lo fui dejando hasta que encontré esta agonía en el mercado de San Antonio.

La historia es sencilla; en una noche calurosa Juan y Anita conversan. Ella, carnicera, decidida a llevárselo a la cama. Él, escritor, intentando conseguir una confesión de infidelidad. Llamadas telefónicas que no se contestan de gente que no responde, supuestos francotiradores en fachadas con un número indeciso de ventanas, cestos de mimbre que no ocultan serpientes…

Por las referencias que tenía me imaginaba un argumento y una prosa más disparatados, pero en cuanto a calidad, he quedado satisfecho. Al estar editado en círculo es posible que sea una de sus obras más asequibles (pero hablo de oídas). El ambiente opresivo y ligeramente onírico está muy bien conseguido, aunque leyéndolo me sonaba a años 90.

Pero en general, bueno. Veo en la wikipedia que ha escrito muchos libros, así que más me vale ir poniéndome al día.


Extracto:[-]

—Todo lo demás es como el pan nuestro de cada día. El mundo está lleno de hombres traicionados y de mujeres infieles.

La dejo acostada en el diván, voy al cuarto de baño y me paso cinco minutos debajo de la ducha. Me pongo luego el pijama de seda amarilla y cuando vuelvo al salón la encuentro durmiendo. Me parece muy bien, que duerma todo lo que quiera y que se despierte con la cabeza más despejada, porque tengo aún muchas cosas que decirle.
Me asomo otra vez a la ventana y escucho el lejano rasgueo de una guitarra. Ésa es la mejor de todas las músicas, la que escuchamos a lo lejos, como por casualidad, en medio de la noche. Levanto la mirada al firmamento y pienso en la melodía de las esferas. Cada estrella da una nota musical distinta y, entre todas, forman la Melodía de las Esferas, que los hombres, sin embargo, no podemos oír.

—Cualquiera sabe de quién es la culpa —me digo, sin bajar la mirada del cielo. Y durante un buen rato me quedo con la mirada enganchada en las estrellas. Luego vuelvo a la realidad y cuento una vez más las ventanas de la casa de enfrente. Siete por cinco son, en efecto, treinta y cinco, pero no pienso reconocerlo nunca. Me concentro en la primera ventana del cuarto piso y recuerdo lo que tengo que recordar. Yo sé muy bien que ahí no hay ningún fantasma. Eso no significa, sin embargo, que en otros lugares haya algún que otro fantasma, aunque nosotros no podamos verlos. Ni siquiera el más listo de los hombres es capaz de ver la mitad de lo que sucede a su alrededor.

Otro detalle a tener en cuenta: por encima de la ciudad brillan las mismas estrellas de siempre, puedo reconocerlas a todas, pero esta noche me parece que están un poco más lejanas. ¿Qué es, pues, lo que sucede? ¿Es que se van alejando poco a poco, hasta que acabe perdiéndolas de vista? ¿Permanecen donde estuvieron siempre y soy yo quien se aleja?

Que me lo diga quien lo sepa. Lo cierto es que en estos momentos están dando las once en el campanario de la iglesia. Una hora ideal para salir volando por esta misma ventana hacia cualquier otro mundo donde las cosas sean mejores que en éste. Anita se da la vuelta y se queda boca arriba, con el brazo derecho colgando y el izquierdo doblado de tal modo que la mano entreabierta le cae justamente sobre el pubis. Me parece muy bien que las mujeres se queden dormidas a nuestro lado. Eso significa tanto como si nos dijesen que confían plenamente en nosotros. No temen, por ejemplo, que las acuchillemos mientras duermen. Entornan los párpados, se recogen en sus propios sueños y empiezan a vagar por regiones inaccesibles. De nada sirve que permanezcamos a su lado, acechándolas. Jamás nos permiten adivinar qué es lo que están soñando.

2 comentarios

  • Garnett Condino junio 30, 2011en10:09 pm

    Ayer y hoy los valores siguen siendo los mismos , quien porfia mata venado y quien sigue la senda llegara a buen fin , mas tarde o mas temprano , pero eso es un hecho.

  • Palimp agosto 27, 2011en2:37 pm

    Será un hecho, pero no entiendo muy bien a cuento de que viene.

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