James Tiptree, jr. Mundos cálidos y otros.

agosto 31, 2005

tiptreeMundosCalidos

Imaginación desaforada

No es raro que un escritor utilice un seudónimo. El travestismo en el seudónimo era relativamente común en el siglo XIX y principios del XX, cuando muchas mujeres utilizaban nombres masculinos para publicar sus libros. Más raro fue que en plenos años setenta, cuando las mujeres empezaban a liderar el campo de la ciencia ficción, la antropóloga Alice Hastings Sheldon escogiera el nombre de James como seudónimo. Algo que no debía saber Robert Silverberg cuando escribió lo siguiente en el prólogo -por lo demás, estupendo-:

Se ha sugerido que es una mujer, teoría que encuentro absurda porque hay para mí algo ineluctablemente masculino en sus narraciones. No creo que las novelas de Jane Austen puedan haber sido escritas por un hombre ni las de Ernest Hemingway por una mujer; del mismo modo creo que el autor de los cuentos de James Tiptree es un hombre.

Cuya metedura de pata podemos relacionar con esta entrada de ‘Apostillas’.

El libro es una recopilación de los siguientes relatos:

Todas las clases de sí
La leche de Paraíso
Y he llegado a este lugar por caminos errados
El último vuelo del doctor Ain
Amberjack
A través de una chica, oscuramente
La muchacha que estaba conectada
Los saurios que florecen de noche
Las mujeres que los hombres no ven
Desliz
Amor es el plan el plan es la muerte
En la última tarde

Todos ellos claros exponentes de lo que se dio en llamar la new age y que, aunque no recoge lo mejor de la producción de Tiptree, contiene algunas joyitas. Desde la alocada carrera de ‘Todas las clases de sí’ hasta la trágica situación de la protagonista de ‘En la última tarde’. Mis preferidas son ‘La muchacha que estaba conectada’ la historia de una suicida ‘rescatada’ por una empresa que le ofrecerá, como si fuera un sueño, convertirse en una estrella de moda -aunque todo tendrá un precio- y ‘Amor es el plan el plan es la muerte’ un relato en primera persona de un alienígena cuya inteligencia debe vencer a sus condicionamientos genéticos.

Una estupenda recopilación de los primeros cuentos de la autora.

(Un día, un libro 142/365)
Escuchando: Dale Don dale. Don Omar.

2 comentarios

  • Magda septiembre 5, 2005en3:42 am

    Increible.
    Como bien dices es hasta «lógico» que en tiempos antiguos las mujeres adoptaran el ser «hombres», cuantas veces no se supo de mujeres que se vestian como hombres para poder ir a la universidad. Pero que en los años 70’s este señor diga semejante barbaridad, da verguenza ajena. Me encantaría saber que es lo que el encuentra de «masculino» en sus narraciones. Repito, increible, y más de quien se supone es crítico y/o investigador.

    Un beso, Palimp, y gracias por la referencia

  • Palimp septiembre 6, 2005en6:44 pm

    En realidad no es crítico, es escritor -y de los mejores del género-. Muchas veces he pensado que quizás si que sabía que era una mujer y que ‘enturbiaba las aguas’. Yo no puedo opinar porque siempre supe que era una mujer, pero tampoco vi nada masculino o femenino en sus relatos.

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