RBA, 2009. 156 páginas.
Tit. Or. Drive. Trad. Juanjo Estrella.
Driver es un conductor profesional que se gana la vida haciendo escenas peligrosas para el cine y en sus ratos libres conduce para gente poco recomendable que necesitan alguien que los saque de problemas si las cosas se tuercen. Tras una traición decide vengarse.
No he visto la película que en muchos sitios dicen que es mejor que el libro. La historia no da para mucho, pero es puro género negro. Frases cortas, situaciones al límite, vida de delincuentes y acción, mucha acción y velocidad. La misma con la que se lee y la misma con que se olvida.
Entretener, entretiene, y con eso creo que cumple. Pero nada más.
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Driver había salido tres días antes a elegir vehículo. Siempre los escogía él. Los coches no debían ser robados, ése era el primer error que cometía la gente, tanto profesionales como aficionados. Él los compraba en talleres pequeños. Tenían que ser discretos, que no llamaran la atención. Pero a la vez, en caso de necesidad, debían acelerar más que ninguno. Él, personalmente, prefería los Buicks viejos, de gama media, marrones o grises, pero no se cerraba a otras opciones. En aquel caso había encontrado un Dodge de diez años. Con esos trastos te podías empotrar contra un tanque sin problemas. Podías echarles yunques encima y rebotaban. Pero al poner en marcha el motor, fue como si una cucharada de miel le aclarara la garganta, como si estuviera a punto de hablar.
—¿Tiene asiento de atrás? —le preguntó al vendedor, que le acompañaba en el recorrido de prueba.
No había que forzar el coche, bastaba con ir acelerando y ver hasta dónde llegaba. Estar atento, sentir cómo tomaba las curvas, si se mantenía estable al acelerar, frenar o girar. Por lo común, se trataba de escuchar. Lo primero que había hecho había sido apagar la radio. Luego, en un par de ocasiones, tuvo que pedirle al vendedor que se callara. Para su gusto, había demasiado juego en la transmisión. Había que apretar un poco el embrague. Y se iba un poco a la derecha. Aparte de eso, no podía pedir nada más. Al llegar a la tienda, le revisó los bajos para asegurarse de que el chasis estuviera bien, de que los ejes y los cigüeñales se encontraran en buen estado. Luego, volvió a pedirle el asiento de atrás.
—Podemos encontrarle uno.
Pagó en efectivo y se llevó el coche a uno de los varios mecánicos que frecuentaba. Allí lo pusieron a punto, ruedas nuevas, cambio de aceite y lubricante, correas y manguitos nuevos, una buena revisión, vaya, y después a guardarlo, a quitarlo de en medio hasta que fuera a recogerlo para hacer el trabajo.
Al día siguiente estaba convocado a las seis de la mañana, lo que en lenguaje de Hollywood equivalía a tener que presentarse a eso de las ocho. El encargado del equipo secundario quería realizar una toma rápida (por qué no habría de aceptar, para eso le pagaban), pero Driver insistió en probar el coche. El que le dieron era un Chevy del 58, blanco y turquesa. Parecía lento, pero se conducía de puta madre. En la primera salida, por medio metro no clavó el punto marcado.
—Bastante bien —dijo el del equipo secundario.
—Para mí no —le respondió Driver.
—Tío —el de la segunda escena insistió—. ¿Cuánto dura? ¿Noventa segundos en una película que dura dos horas? ¡Pero si está genial!
—Hay muchos pilotos en el mundo —dijo Driver—. Llámalos.
La segunda salida fue perfecta. Driver se dio un poco más de tiempo para acelerar, llegó a la rampa para seguir sobre dos ruedas mientras se colaba en un callejón, se dejó caer sobre las cuatro y se marcó un trompo para quedar con el morro al revés. La rampa la eliminaban cuando montaban la película, y el callejón parecía mucho más largo de lo que era.
El equipo aplaudió.
Le quedaba una escena más ese día. Una persecución fácil en contra dirección por la autopista. Cuando el equipo terminó de montarlo todo, que era siempre la parte más complicada, eran casi las dos de la tarde. Driver la clavó a la primera. A las dos y veintitrés ya estaba listo, y tenía el resto del día para él.
Un comentario
No he llegit el llibre. Però, és cert, la pel.lícula estava força bé.