Henning Mankell. Los Perros de Riga.

mayo 2, 2008

Círculo de Lectores, S. A, 2002. 940 páginas.
Tit. Or. Hundarna i Riga . Trad. Dea M. Mansten y Amanda Monjonell .

Henning Mankell, Los Perros de Riga
Forastero en tierra extraña

Salto hacia atrás en el tiempo después de leer Antes de que hiele. Lo sé, no lo estoy haciendo en el orden correcto y después me voy a liar. La culpa la tiene el Reto 2008 y lo difícil que es encontrar escritores de Letonia.

Ha aparecido una barca con dos cadáveres dentro. Wallander investiga el caso que resulta estar relacionado con Letonia. Después de que un policía letón venga a Suecia será el turno de Wallander de visitar Letonia para seguir la pista del caso. Pero desenvolverse en un país desconocido bajo una intensa vigilancia no resultará fácil.

La prosa no me ha parecido tan trabajada como en Antes de que hiele, algo totalmente normal, pero tiene sus virtudes. El protagonista sigue siendo un policía sin nigún poder extraordinario que lo pasa bastante mal cuando viaja al país vecino. Tiene sus debilidades y aunque tiene capacidad de enamorarse no es ningún don juan. La descripción del ambiente de Letonia y el contraste entre la vida de un país que lleva años disfrutando de un estado del bienestar y de otro que acaba de salir del dominio soviético está especialmente conseguido.

Seguiré con la saga. Otras reseñas en: Kiyoaki y istmoenlinea.

Reto 2008: Letonia.

Escuchando: La leyenda del tiempo. Kiko Veneno.


Extracto:[-]

Kurt Wallander imaginaba que el mayor Karlis Liepa llegaría a la comisaría de Ystad vestido de uniforme, pero el hombre que Björk le presentó por la mañana del sexto día de la investigación vestía un traje gris holgado y una corbata mal anudada. Era un hombre bajito y mostraba unos hombros enjutos, como si no tuviese cuello. Wallander no observó en él ningún rasgo militar. Pero el oficial letón fumaba un cigarrillo tras otro, por lo que sus dedos estaban manchados de nicotina y pronto causó problemas en la comisaría: los no fumadores se dirigieron a Björk para quejarse de que el mayor fumaba en todas partes, incluso en las zonas en que estaba terminantemente prohibido. Björk les aconsejó que tuviesen cierta comprensión para con el huésped, y le pidió a Wallander que comunicara al mayor que tenía que respetar las zonas donde no se podía fumar. Cuando Wallander le explicó, en su vacilante inglés, las medidas suecas contra el tabaco, el mayor Liepa se encogió de hombros y apagó el cigarrillo. Después de que se lo advirtieran, se limitó a fumar en el despacho de Wallander y en la sala de conferencias, pero la cada vez más intensa densidad del humo amenazaba con ser insoportable incluso para Wallander, por lo que se dirigió a Björk y pidió que el mayor Liepa tuviese su propio despacho. El asunto se arregló con el traslado temporal de Svedberg al despacho de Martinson.

El mayor Liepa también era muy miope. Las gafas sin montura que llevaba parecían no tener las suficientes dioptrías, porque cuando leía levantaba el papel hasta muy pocos centímetros de los ojos. Tanto es así, que se podía llegar a pensar que, en lugar de leer el texto, lo olía. A los que le veían por primera vez, les costaba mucho guardar las formas y no burlarse de él, hasta el punto de que Wallander en más de una ocasión oyó comentarios irrespetuosos sobre el pequeño y enjuto mayor, por lo que se apresuró a sofocarlos, ya que enseguida descubrió que el mayor Liepa era un policía extremadamente hábil y sagaz. Se parecía en cierto modo a Rydberg, no solo por ser una persona apasionada, sino también porque, a pesar de que las investigaciones policiales casi siempre seguían sus rutinas habituales, él nunca pensaba de forma rutinaria. Era un policía entusiasta, y tras su aspecto aparentemente gris se escondía una brillante y aguda inteligencia.

La mañana del sexto día de la investigación policial fue gris y ventosa. Todo hacía prever que un temporal de nieve sacudiría Escania aquella misma noche. El virus de la gripe estaba causando estragos entre los policías, los crímenes sin resolver comenzaban a acumularse y exigían una rápida actuación. Björk se vio en la necesidad de liberar a Svedberg del caso. Lovén y Rönnlund ya habían regresado a Estocolmo; Björk, que también se encontraba decaído, dejó en manos de Martinson y Wallander al mayor Liepa, una vez terminadas las presentaciones, en la sala de conferencias, donde el mayor fumó un cigarrillo tras otro.

Wallander, que había pasado la noche anterior jugando a la canasta con su padre, puso el despertador a las cinco para tener tiempo de leer el folleto sobre Letonia que un librero le había entregado el día anterior. Era de la opinión de que antes de meterse de lleno en la investigación sería conveniente que se informasen mutuamente de cómo estaba organizada la policía en sus respectivos países. El hecho de que la policía letona usara rangos militares auguraba grandes diferencias entre los dos cuerpos. Cuando Wallander se puso a exponer en inglés, a grandes rasgos, cómo era la policía sueca, de repente se sintió inseguro, ya que ni él mismo sabía cómo funcionaba la policía de su propio país. Los avisos tan anunciados por el director general de la policía sobre considerables reformas dentro de la actual organización no lo hacían más fácil: hasta ahora Wallander había leído numerosísimos y siempre mal redactados informes sobre los inminentes cambios dentro del cuerpo. Cuando en más de una ocasión había querido comentar con Björk lo que supondría en realidad la reforma, solo había obtenido por respuesta comentarios difusos. Ahora, sentado frente a su colega de Riga, pensaba que podría omitir esa información. Si surgían errores organizativos podrían arreglarlos sobre la marcha.

9 comentarios

  • NeverMore mayo 2, 2008en10:32 am

    Este libro, el cuarto que leí del inspector Wallander, me desconcertó por el cambio de escenario y temática. Luego, afortunadamente, pude leer los siguientes en el orden correcto. No te pierdas La falsa pista y La quinta mujer: quizás los mejores de la saga.

  • Magda mayo 2, 2008en11:17 pm

    ¡Este no lo he leido! 🙁

    Pero por favor, lee «Asesinos sin rostro», es estupenda.

  • Elena mayo 3, 2008en6:41 pm

    ¿Cuál recomendáis para empezar a leer a Mankell? Aún no he tenido el honor, y me gustaría hacerlo con pie seguro.

    Un saludo

  • Palimp mayo 3, 2008en9:29 pm

    Sí, me apunto a la pregunte de Elena ¿Con cuál empezamos?

  • NeverMore mayo 4, 2008en11:28 am

    Yo empezaría con Asesinos sin rostro, el primero de la serie Wallander.

  • Magda mayo 4, 2008en8:58 pm

    ¡por supuesto, Palimp!, con “Asesinos sin rostro” 😀

  • novoa mayo 4, 2008en9:34 pm

    Yo empezaría por Asesinos sin rostro y seguiría por orden toda la serie de Kurt Wallander… es muy interesante seguir la evolución de Wallander y de su visión sobre los cambios que va experimentando su país… forma parte del encanto de esta serie…

  • jorge mayo 4, 2008en11:15 pm

    pero…¡Mankell es sueco!

  • Palimp mayo 5, 2008en8:34 am

    Gracias; ahora sé por dónde empezar.

    Jorge, para el Reto vale que el autor sea del país o que la acción transcurra en ese país.

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